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Tacna y su reincorporación en 1929: el día que la Ciudad Heroica volvió al Perú | FOTOS
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La historia peruana registra el 28 de agosto de 1929 como una fecha cargada de significado. Ese día, el último jirón de la patria, Tacna, volvió a abrazar sus raíces peruanas después de una espera de 50 años. Los periódicos relataron los instantes en que la tierra tacneña fue restituida y convertida oficialmente en nuestro departamento limítrofe con Chile. Bajo la vigilia de la opinión pública internacional y la emoción de miles de peruanos, la Ciudad Heroica despertó para hospedarse otra vez en el alma y la ley del Perú.
Una atmósfera de reconciliación prevaleció cruzando las plazas, las iglesias y los salones oficiales, donde los delegados peruanos y chilenos sellaron en Tacna la concordia con palabras de esperanza. En aquella jornada, la nación peruana vivió un reencuentro con su historia, y también con sus héroes y sus sueños.
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ESPERA FINAL: TACNA A LAS PUERTAS DEL PERÚ
Desde las primeras luces de ese miércoles 28 de agosto de 1929, la ciudad de Tacna era un hervidero de expectativas. Abrieron la gran jornada cinco misas celebradas por el Obispo de Arequipa, Mariano Holguín, en la iglesia del Espíritu Santo.
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En paralelo, la “Ciudad Heroica” recibía a los funcionarios peruanos y chilenos, testigos de la inminente entrega. Por las calles, los tacneños se agolpaban para presenciar el paso solemne de las delegaciones y la mudanza colectiva de quienes debían abandonar casas, oficinas y recuerdos, tras medio siglo de pertenencia chilena.
La emoción era palpable: las plazas se repletaron de gente y los edificios públicos se prepararon para ser entregados a la administración peruana. A las dos de la tarde, en un acto sencillo y solemne en la prefectura, los delegados de Chile —encabezados por Gonzalo Robles y Alberto Serrano— entregaron oficialmente Tacna al representante peruano, el doctor Pedro José Rada y Gamio.

El documento de entrega fue firmado a puertas cerradas, sellando de esta forma la reincorporación oficial de Tacna a la soberanía peruana y poniendo fin a varias décadas de litigio y negociación.
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CEREMONIA OFICIAL: DISCURSO Y RECONCILIACIÓN
El delegado chileno proclamó la retirada de las autoridades de su país, “en favor de la obra noble de armonía y paz permanente“, dijo, mientras el acta de entrega puntualizaba la reincorporación de Tacna y sus territorios al Perú desde ese momento, con sus leyes y autoridades.
El doctor Rada y Gamio aceptó la transferencia, invocando la esperanza de una amistad duradera. Las palabras de reconciliación resonaron en los salones y en las plazas. El discurso estuvo marcado por el homenaje al Libertador San Martín, Bernardo O’Higgins y Simón Bolívar, símbolos de emancipación y hermandad americana.

El mismo documento fijó el compromiso de definir más adelante las características de los hitos fronterizos, según lo estipulado en el Tratado de Lima. Simultáneamente, en el puerto del Callao y en otras ciudades peruanas, se realizaron celebraciones con el embanderado general, salvas de artillería y manifestaciones públicas, siguiendo el entusiasmo de la capital y Tacna misma.
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La prensa internacional cubrió con elogios el histórico acuerdo, que para muchos era un ejemplo de arbitraje y paz en América, indicaba El Comercio, del 29 de agosto de 1929.
TRIUNFO CÍVICO: DESFILES Y MULTITUDES
Mientras los actos oficiales seguían su curso en el sur peruano, Lima rendía homenaje con una fastuosa parada militar en el Hipódromo de Santa Beatriz. Desde temprano, una lluvia persistente no logró disuadir a las multitudes, que colmaron las tribunas y terrazas para presenciar el desfile de honor.


A las 12 y 15 de la tarde, el presidente Augusto B. Leguía llegó acompañado por ministros y generales, siendo recibido con salvas de 21 cañonazos y la presentación de armas por las fuerzas militares desplegadas.
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Las tropas del Ejército, Marina, Policía y Guardia Civil ocupaban el espacio del hipódromo, donde desfilaron con marcialidad ante la ovación de la gente y la solemnidad de los Poderes del Estado.
Los ejercicios y demostraciones militares —saltos de equitación, pruebas gimnásticas, pirámides humanas y liberación de palomas blancas— provocaron aplausos y lágrimas. Todo ello simbolizaba el reencuentro y la paz, un mensaje que era coreado en las marchas e himnos nacionales.

EL PRESIDENTE LEGUÍA APROVECHO EL BAÑO DE POPULARIDAD
En horas de la tarde de aquel 28 de agosto de 1929, el salón de sesiones del Palacio Municipal de Lima acogió otro momento simbólico: el homenaje que las mujeres peruanas tributaron al presidente Augusto B. Leguía. Una corona de laurel de oro y un álbum con firmas de ciudadanas le fueron entregados por un comité femenino, mientras desde el estrado se pronunciaron palabras de admiración por la recuperación de Tacna.
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La señora Rosa Amelia Medina de Pérez resumió el sentimiento nacional: "Hoy el país vibra de emoción patriótica al recibir en su regazo, después de medio siglo, a Tacna, la hermana del sur“. La corona contenía la representación de cada departamento del país, y simbolizaba el brazo extendido de la madre patria que abrazaba a su hijo tanto tiempo ausente.
El Jefe de Estado respondió, emocionado, exaltando la adhesión de la mujer peruana y celebrando la consagración de la "Patria Nueva“, libre de pasados horrores y engrandecida por el valor cívico. En ese acto, mujeres y autoridades, héroes y ciudadanos parecían unirse en torno a la memoria y esperanza de Tacna.


REACCIÓN CONTINENTAL: FELICITACIONES Y BANQUETES
El eco de la reincorporación tuvo rápida repercusión internacional y nacional. Los diarios de Buenos Aires y Panamá alabaron el acuerdo como ejemplo de arbitraje y de solución pacífica, señalándolo como un hito en la doctrina de “fraternidad americana”.
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En Lima, se ofreció un banquete de despedida a la delegación chilena, donde los discursos evocaron la sombra de los próceres de la independencia y la esperanza de una amistad duradera. Brindis, himnos y discursos marcaron la velada de fraternidad y cierre del conflicto.
Y en Tacna, al caer la tarde, las plazas se llenaron de público para escuchar la proclamación pública de la reincorporación y la instalación de la nueva Municipalidad y Corte Superior bajo la autoridad peruana.


Elementos de la Guardia Civil, recién llegados en el buque "Mantaro“, tomaron posesión simbólica y real del orden, mientras los últimos funcionarios chilenos permanecieron para la entrega detallada de inventarios y bienes públicos.
LEGADO DE UN RETORNO: EL FUTURO DE TACNA Y PERÚ
Ese día, 28 de agosto de 1929 se cerró con la marcha de banderas y la retirada de las fuerzas a sus cuarteles, mientras la emoción patriótica recorría plazas y calles. La entrega de Tacna marcó, pues, la culminación de décadas de negociación, sacrificio y esperanza.
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Tacna se convirtió desde entonces en un símbolo vivo de la amistad posible entre pueblos hermanos. Y se esperaba entonces que las autoridades, los ciudadanos y las futuras generaciones fueran testigos y protagonistas de una nueva era de paz y cooperación en el sur del Perú.
De esta manera, en todo el Perú de finales del “oncenio” de Augusto B. Leguía, la reincorporación de la “Ciudad Heroica” fue celebrada como una victoria civil, moral y espiritual.











