Escucha la noticia

00:0000:00
Los Andes como reto científico y deuda pendiente
Resumen de la noticia por IA
Los Andes como reto científico y deuda pendiente

Los Andes como reto científico y deuda pendiente

Resumen generado por Inteligencia Artificial
La IA puede cometer errores u omisiones. Recomendamos leer la información completa. ¿Encontraste un error? Repórtalo aquí
×
estrella

Accede a esta función exclusiva

Hace cien años, Carlos Monge Medrano, médico sanmarquino, presentó ante la Academia Nacional de Medicina sus investigaciones con peruanos altoandinos, que viven a más de 3.000 metros de altura, y sostuvo que había descubierto la enfermedad de los . Luego de profundizar sus hallazgos, presentó su trabajo ante la Sorbona, y la Academia Nacional de Medicina de Francia reconoció el descubrimiento de una nueva enfermedad, que no dudó en calificar como “maladie de Monge”, enfermedad de Monge. Son poquísimos los peruanos con esa distinción.

La enfermedad, también conocida como mal de montaña crónico, es distinta que el soroche o mal de montaña agudo, que aparece cuando personas de las zonas bajas ascienden a la altura y sienten malestar por una aclimatación deficiente. En cambio, la enfermedad de Monge afecta a nativos o residentes de zonas altoandinas que pierden su aclimatación a la altura.

Los afectados no logran compensar la baja presión de oxígeno, lo que desencadena la producción excesiva de glóbulos rojos y el aumento del volumen de la sangre, dificultando el transporte de oxígeno. Esto genera dolor de cabeza, palpitaciones, fatiga, dificultad para respirar y dormir, e incluso trastornos neurológicos.

Las zonas altoandinas abarcan el 30% de nuestro territorio y albergan a uno de cinco peruanos, es decir, a casi siete millones de personas susceptibles de sufrir la enfermedad. Su incidencia varía significativamente. Por ejemplo, en la ciudad de Cerro de Pasco (4.330 metros sobre el nivel del mar –m.s.n.m.–) llega al 15%, mientras que en el Cusco (3.400 m.s.n.m.) a solo 5%; en Puno (3.850 m.s.n.m.) son afectados el 8%.

A pesar de su alta incidencia, la enfermedad es escasamente abordada por los sistemas de salud y en muchas facultades de Medicina su estudio es un asunto marginal. Muchos profesionales en zonas altas carecen de la formación para prevenir, diagnosticar o tratar la enfermedad, y otras asociadas a la altura.

Este vacío alcanza al ámbito veterinario. El ganado vacuno, las aves de corral y los cerdos, por ejemplo, introducidos durante la Colonia, han tenido una adaptación compleja, por lo que desarrollan hipertensión pulmonar –otra enfermedad de altura–, tienen menor eficiencia reproductiva y reducida ganancia de peso. El estudio insuficiente de estos males afecta nuestro conocimiento de un campo fundamental para la sanidad animal, seguridad alimentaria y productividad rural.

La altura, sin embargo, no solo es escenario de enfermedad, sino también un laboratorio natural de adaptación. Camélidos como la alpaca o la vicuña, los cuyes o las aves andinas muestran mecanismos únicos de tolerancia a la disminución del oxígeno, el frío y la radiación solar, de gran interés para la ganadería, farmacología y medicina. Lo mismo ocurre con la flora altoandina: la maca, la yareta o la ‘Puya raimondii’ tienen enorme valor ecológico, nutricional y medicinal, y pueden darnos respuestas frente al estrés ambiental, el cambio climático y todo tipo de enfermedades. Integrar este conocimiento a la educación superior y a la investigación aplicada es clave para nuestro desarrollo sostenible.

En un contexto de limitada inversión en investigación, el Perú ha desarrollado una sólida producción científica, es líder mundial en fisiología y medicina de altura, y ha contribuido a establecer protocolos internacionales en salud, deporte y seguridad ocupacional.

La investigación en temas de altura debería ser una de nuestras prioridades científicas para consolidar los avances y desarrollar intervenciones más eficaces en favor de quienes viven y trabajan en zonas altoandinas, así como para nuestros deportistas e incluso para los millones de turistas que las visitan todos los años. La ciencia de altura es un logro científico peruano, pero también una deuda pendiente. Que estas Fiestas Patrias sean la ocasión para, con Carlos Monge Medrano, volver nuestra mirada y escuchar a los Andes, que tienen tanto que enseñarnos.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Fabiola León-Velarde es Fisióloga, Facultad de Ciencias de la Universidad Cayetano Heredia

Contenido Sugerido

Contenido GEC