
El heroísmo de los bomberos peruanos es incuestionable. Diariamente arriesgan su vida de manera voluntaria para proteger a la ciudadanía y, lamentablemente, enfrentan una realidad indignante: trabajan en condiciones dramáticas, con equipamiento insuficiente y vehículos obsoletos. El incendio en Barrios Altos, que ha requerido una semana de arduo combate por parte de 400 bomberos para ser controlado, es un recordatorio doloroso de la precariedad en la que operan quienes deberían ser nuestros principales defensores ante el fuego.
En una entrevista a este Diario, el comandante general del Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Perú (CGBVP), Juan Carlos Morales Carpio, informó que solo el 60% de los vehículos está operativo y la mayoría de las compañías carece de equipos básicos como escaleras telescópicas o trajes de protección adecuados. La última gran adquisición de equipos personales fue en el 2024, pero aún queda una brecha inmensa para cubrir las necesidades de los 18.000 bomberos del país. Esta falta de recursos no solo dificulta su labor, sino que pone en riesgo sus vidas. Durante el incendio en Barrios Altos, 17 bomberos fueron atendidos por inhalación de humo debido a la carencia de equipos respiratorios autónomos.
Lo más alarmante es que esta situación no es nueva. Desde hace años, los bomberos han denunciado la falta de apoyo gubernamental. Un proyecto de ley presentado en el 2023 buscaba destinar el 10% del fondo de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional al CGBVP para mejorar su equipamiento. Sin embargo, esta iniciativa sigue estancada en el Congreso. Mientras tanto, los bomberos continúan enfrentando emergencias con recursos limitados, dependiendo más de su valentía que del respaldo estatal.
La indiferencia del Gobierno ante esta problemática es inaceptable. En un país donde se atienden diariamente cerca de 300 emergencias, no es posible dejar que quienes nos protegen lo hagan sin las herramientas necesarias. La asignación presupuestaria actual (S/95 millones anuales) es insuficiente frente a una brecha estimada en S/3.000 millones para un equipamiento óptimo.
Es momento de reconocer que el hecho de que sea una labor voluntaria no debe ser sinónimo de abandono. Los bomberos peruanos merecen más que aplausos; necesitan un apoyo real y sostenido que les permita cumplir su misión. Ellos ya arriesgan sus vidas y el riesgo es aún mayor si no cuentan con el equipamiento adecuado.