El presidente del Consejo de Ministros Aníbal Torres ofrece una conferencia a los medios de prensa el lunes 14 de febrero (Foto: PCM).
El presidente del Consejo de Ministros Aníbal Torres ofrece una conferencia a los medios de prensa el lunes 14 de febrero (Foto: PCM).
Editorial El Comercio

“Nosotros somos demócratas”, afirmó ayer el presidente del Consejo de Ministros, , apenas minutos después de haber exhibido un comportamiento que, de democrático, no tuvo nada. Expuesto a las consultas de distintos medios de prensa a los que se había citado previamente para una conferencia en la que se abocó a ir al choque contra el Congreso, el jefe del Gabinete determinadas interrogantes, abonando así al perfil que ha venido trazando en estos seis meses y que lo ubican bastante lejos de la etiqueta con la que catalogó al Gobierno y en la que él mismo pretendió incluirse.

Requerido por una periodista de Latina por la emisión de de dicha casa televisiva que denunció cómo un funcionario del Ministerio de Transportes y Comunicaciones utilizaba la sala de reuniones del titular del sector para solicitarles a militantes de Perú Libre que le envíen CV a fin de colocarlos en algunas dependencias a cargo de la entidad, el ministro Torres respondió: “Las preguntas, en esta ocasión, se tienen que concretar al punto de la vacancia”. Y luego, añadió: “Sobre los otros temas, vamos a hablar en cualquier momento […], las preguntas que hemos tratado ahora: la vacancia presidencial”.

Minutos después, consultado por otra periodista sobre el mismo punto, reafirmó su postura, y agregó que “esta conferencia de prensa tiene esas limitaciones”. Como es evidente, una conferencia de prensa que se precie de serla no puede tener ‘limitaciones’ ni circunscribirse solo a los temas que los funcionarios desean abordar. Quizá, para la próxima, sería bueno que el ministro Torres se sincere y convoque a una actividad a la que solo deje ingresar a medios afines, pues entre esto y celebrar una conferencia en la que solo se permiten determinadas preguntas, no parece haber mucha diferencia.

Lo más preocupante de todo, sin embargo, es que lo de ayer está lejos de ser solo un paso en falso o un hecho aislado, sino que, por el contrario, encaja perfectamente con varios de los comportamientos que hemos visto del hoy extitular del Ministerio de Justicia (Minjus) desde los inicios de esta administración.

No parece gratuito, por ejemplo, que, en su durísima divulgada días atrás, el ahora exviceministro de Justicia Gilmar Andía denunciara un “debilitamiento institucional y técnico [en] este Ministerio” y lamentara que “el autoritarismo, el menosprecio al trabajo técnico y el maltrato injustificado hacia los profesionales que integran nuestros equipos ha impactado de manera directa en las políticas y acciones que tiene esta institución”.

También hay que recordar que, durante su paso por el Minjus, el ministro Torres ordenó las remociones de la jefa del INPE, (un despido efectuado sin mayor sustento e ignorando la autonomía de la que goza la institución penitenciaria), y del procurador general del Estado, (que fue confeccionada para darle un barniz de legalidad a través de un informe de la oficina de control del propio ministerio presidido entonces por Torres que varios expertos han objetado). Soria, como sabemos, fue apartado aduciendo una supuesta “pérdida de confianza” que la legislación vigente no contempla, luego de un proceso en el que no le dieron la oportunidad de presentar sus descargos y –lo más importante– semanas después de que denunciara al mandatario por su presunta participación en la trama de corrupción conocida como Puente Tarata III.

Y cómo olvidar sus arremetidas contra la fiscal Norah Córdova (que decidió incluir al jefe del Estado en su investigación por el Caso Petro-Perú) y contra algunos periodistas en particular (“muchachito tonto”, le espetó a uno) y la prensa en general (a la que acusó de querer “emboscar” al presidente para justificar por qué este no daba entrevistas) en los últimos meses.

Así, a contracorriente de que quiera catalogarse como demócrata, hay que decirle al señor Torres que las acciones son más elocuentes que las palabras y que las suyas en particular revelan a una persona a la que dicho calificativo le queda grande. Demasiado grande.