(Foto: Reuters)
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Editorial El Comercio

El congresista de Fuerza Popular (FP) por Puno Moisés Mamani no es un legislador cualquiera. Hace casi un mes, los videos y audios que grabó subrepticiamente (al parecer, en complicidad con su colega de bancada Modesto Figueroa) terminaron por darle la estocada final a la grave situación que enfrentaba el entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski, y lo empujaron a renunciar un día antes de la discusión y votación de un segundo pedido de vacancia en el Congreso.

Como se recuerda, las distintas grabaciones difundidas por FP involucran a tres legisladores disidentes de la bancada naranja (Guillermo Bocangel, Bienvenido Ramírez y Kenji Fujimori), al entonces titular de Transportes Bruno Giuffra y al ex funcionario de la Sucamec Freddy Aragón, en lo que –a todas luces– parecía un intento de asegurar el voto de Mamani a cambio de favores políticos. Ciertamente, lo que denotaban los videos y audios era gravísimo. Y, por ello mismo, el tratamiento del caso ameritaba muchísima responsabilidad por parte de todos los involucrados.

No obstante, la actitud que ha venido mostrando el congresista Mamani sobre el tema ha sido sospechosa, por decir lo menos.

Para comenzar, cuando fue abordado por la prensa en los días siguientes al destape, el legislador confirmó que existía un video de una reunión que sostuvo con el ahora ex presidente Kuczynski. “Sí […] pregúntele al presidente”, le dijo a “Cuarto poder”. Después, ante las cámaras de “Panorama”, añadió: “Yo soy una persona muy respetuosa. Quisiera que esa pregunta la haga al ministro Bruno [Giuffra] y al presidente. Si son personas que van a hablar con la verdad, no saco el video. Pero si van a contradecir, entonces tendré que demostrar el video para que la población se entere (sic)”. Es decir, condicionó la presentación de la famosa grabación a lo que pudieran decir Kuczynski o Giuffra sobre la misma.

Días después, empero, la fiscalía le solicitó a Mamani que entregara todo el material con el que contaba en el marco de la investigación que viene realizando por la supuesta compra de votos. Un pedido que, a decir verdad, no parecía algo difícil de cumplir para el legislador. Sin embargo, Mamani no solo entregó tarde las grabaciones –como informó la fiscalía–, sino que obvió presentar la cinta del supuesto encuentro con Kuczynski. Al ser consultado por esta omisión, el parlamentario replicó que “sí había grabación pero se dañó”. Algo que, más que un argumento, luce como una burda excusa, en tanto la responsabilidad del congresista consiste en colaborar transparentemente con las investigaciones, no valorar por su propia cuenta si las evidencias están o no dañadas.

El que sí ha declarado sobre la cita ha sido el ex mandatario. En una entrevista concedida anteayer a la cadena internacional CNN, Kuczynski contó que se reunió con Mamani en su casa días antes de que se debatiera la moción para destituirlo y que hablaron sobre Puno y “el lago Titicaca”. El ex presidente añadió que en algún momento de la conversación el fujimorista intentó llevarlo al tema de la vacancia, pero lo evadió (“vino a decirme que él podía, quizás, no votar por la vacancia. Yo le dije ‘mire, aquí no vamos a hablar de eso’”).

Si Kuczynski mintió, lo que correspondería entonces es que Mamani –como él mismo prometió– salga a desmentir lo dicho por el ex jefe de Estado con pruebas en mano. De lo contrario, su silencio no solo podría tomarse como un asentimiento de la versión del ex mandatario sobre el real contenido de la reunión (a saber, la situación de Puno y el lago Titicaca), sino que evidenciaría que el congresista chantajeó y trató de involucrar falsamente a PPK sin tener prueba alguna. En otras palabras, que el supuesto video no era más que un fanfarroneo para seguir golpeando al ex presidente.

Como mencionamos líneas arriba, el caso de la presunta compra de votos es sumamente grave. Por eso mismo, merecemos saber todo lo que pudo haber registrado el congresista Mamani, sin ediciones ni chantajes políticos de ningún tipo.