(Ilustración: Giovanni Tazza).
(Ilustración: Giovanni Tazza).
Hace 100 años

La mendicidad ambulante, llevada a extremos increíbles, es casi una institución que se mantiene sin control en el Perú. En todas las ciudades de alguna importancia y, particularmente en la capital, caravanas de mendigos discurren por las calles en determinados días de la semana y, al anochecer, manos insospechadas surgen de los umbrales de las puertas o a la vuelta de cada esquina para detener al transeúnte y solicitarle una limosna. Hay albergues para estos menesterosos que se niegan a ocuparlos. Desgraciadamente el problema sigue y urge una solución radical.

H.L.M.