Una enorme confusión tiene a muchos limeños malquistados con su alcalde. Surfistas víctimas del mareo de tierra, caviares con sangre en el ojo y conductores hartos de desvíos han asumido que la pertinacia de Castañeda Lossio con respecto al tercer carril tiene que ver con diseños urbanos y pulseos en torno a quién ostenta la autoridad y quién obedece en nuestra tres veces coronada villa. Pero están en un error tan grande como el de andar creyendo que el burgomaestre se la pasa sumido en el silencio porque no tiene nada que decir.
Ignoran que el tercer carril es otra cosa, que su trazo atraviesa en realidad los pagos del alma y que el empedrado amarillo que distinguimos en la Costa Verde no es más que una encarnación simbólica de aquello, imitación quizás del camino de ladrillos dorados que Dorothy y sus amigos debían recorrer para llegar a Oz.
Cruce misterioso del Tercer Ojo y el Cuarto Camino, el Tercer Carril es una vía de autoconocimiento y purificación. Una forma de comprender, a través de la contemplación muda, la vanidad del trajín enloquecido por la ciudad, de la voluntad de someter a los elementos de la naturaleza y, en última instancia, del poder. Una enseñanza profunda a la que el alcalde ya accedió y ahora quiere compartir con todos y también contigo. ¡Deja de resistirte! ¡Únete al Tercer Carril!