"Lorena hizo su denuncia en silencio y cumplió con los requisitos que la ley exige. Como era predecible, automáticamente aparecieron los prejuiciosos(as) de siempre:"(Foto: El Comercio)
"Lorena hizo su denuncia en silencio y cumplió con los requisitos que la ley exige. Como era predecible, automáticamente aparecieron los prejuiciosos(as) de siempre:"(Foto: El Comercio)
Patricia del Río

La denuncia de la periodista Lorena Álvarez, que acusa al economista Juan Mendoza de agredirla física y psicológicamente (que le toca a la justicia juzgar y sancionar), ha puesto en evidencia lo difícil que resulta intentar defenderse en un mundo en el que a la mujer se la minimiza, se la considera mentirosa y manipuladora.

Lorena hizo su denuncia en silencio y cumplió con los requisitos (médico legista, peritaje psicológico) que la ley exige. La prensa se enteró de la acusación y publicó la historia que, disculpen señores, de ninguna manera es privada. Como era predecible, automáticamente aparecieron los prejuiciosos(as) de siempre:

1) Los escépticos. Nunca faltan. Citan dos o tres casos raros (siempre los mismos) en los que la mujer miente para justificar su posición: “Por qué tenemos que creerle a ella, si es una soberbia”. “Quiere volverse famosa” (como si lo necesitara). Lorena lleva años en televisión y nunca ha protagonizado un escándalo, pero eso no importa. Hay que tratarla como bruja intrigante, porque las mujeres se inventan estas denuncias para fregar al marido.

2) Los inclusivos. Creen que los hombres (que, por supuesto, también son agredidos por sus parejas) son las verdaderas víctimas. Imposible explicarles que la abrumadora cifra mundial de las mujeres maltratadas hace de la violencia contra nosotras un fenómeno social calificado de epidemia y que la que sufren los hombres (también condenable) resulta una excepción.

3) Los ideológicos. Están los que se ubican a la izquierda, que, como alguna vez la periodista fue grosera con Verónika Mendoza, resulta que si le pegan, que se sobe. Y están los de la derecha, que la descalifican porque, según algún extraño razonamiento, lo que busca Lorena es atacar a un economista cuyos comentarios son afines a la causa fujimorista. (Por cierto, ser fujimorista o izquierdista tampoco te vuelve un agresor a priori, así que el prejuicio hay que combatirlo en ambas direcciones).

4) Los eruditos. Consideran que como el señor Mendoza es un buen profesor y un excelente economista (no cuestionamos sus capacidades académicas), no puede ser un agresor. Lamento decirles que nuestra sociedad está llena de gente que parece muy honorable y maltrata a las mujeres de manera impune. No hay que ser un borracho de la esquina para pegarle a la pareja.

5) Las negacionistas. En este grupo encontramos mujeres que, en virtud de defender equivocados valores de unión familiar, consideran que las chicas empoderadas son peligrosas. Los argumentos de “qué habrá hecho ella, pues” o el no menos popular “dejen de exagerar, a mí nadie me discrimina” saltan automáticamente.

6) El forense. Exige pruebas contundentes. Inapelables. Si no hay video de tu amorcito arrastrándote calata por el suelo, no vale. Puro invento.

Hay quienes sostienen que a Juan Mendoza ya lo lapidaron antes de escucharlo. Puede ser.

Pero a Lorena también.