En estas fechas navideñas, mientras el año llega a su fin, los oncólogos vivimos un momento de reflexión profunda, un balance emocional que nos conecta con la esencia de nuestra vocación. Ha sido un año de arduo trabajo, marcado por batallas ganadas, despedidas dolorosas y la constante esperanza de un futuro mejor para la oncología en nuestro Perú.
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Cada paciente que hemos acompañado en su lucha nos recuerda el valor de la vida, el poder de la resiliencia y la importancia de nuestra labor. A lo largo de este año, hemos celebrado victorias que llenan nuestros corazones de alegría y renovada energía, pero también hemos despedido a aquellos que, con valentía y fortaleza, lucharon hasta el final. A ellos les rendimos homenaje, porque dejaron un legado de amor, lucha y dignidad que nos impulsa a seguir adelante.
Como oncólogos, sabemos que nuestro trabajo trasciende los procedimientos clínicos y quirúrgicos; somos parte del viaje emocional y humano de cada paciente y su familia. Este camino nos desafía constantemente, pero también nos regala momentos de profunda conexión y sentido. Es precisamente por eso que mantener el espíritu en alto y la esperanza viva se vuelve esencial.
A nuestros pacientes, quiero decirles que su lucha nos inspira cada día. Sus historias de valentía nos enseñan que, incluso en los momentos más difíciles, hay motivos para tener fe. Ustedes son el centro de nuestro esfuerzo, la razón por la que nos entregamos con dedicación y por quienes seguimos innovando, aprendiendo y soñando con una oncología más inclusiva, accesible y efectiva.
A mis colegas oncólogos, gracias por su entrega incondicional. Cada rama de nuestra especialidad —médicos, cirujanos, radioterapeutas, investigadores, enfermeros y técnicos— contribuye a construir un sistema más sólido y humano. Este año ha puesto a prueba nuestra fortaleza, pero también ha reafirmado nuestra misión: trabajar con compromiso y esperanza para transformar vidas.
Renovemos nuestro compromiso en este Año Nuevo. Que el 2025 nos encuentre unidos, fortalecidos y dispuestos a enfrentar los desafíos con la certeza de que juntos podemos construir una mejor oncología para el Perú. Sigamos trabajando con fe en la vida, porque cada paciente merece nuestra mejor versión, y porque el futuro, aunque lleno de retos, está lleno también de posibilidades.
Que esta Navidad nos llene de paz, amor y fortaleza, y que el Año Nuevo sea un renacer de nuestras esperanzas y un nuevo capítulo de logros por el Perú y por nuestros pacientes, que son y siempre serán la razón de nuestra lucha.
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