Antes de ahondar en este tema, lo primero que hay que tener en claro es que no necesariamente deben existir huecos para que las llantas pierdan aire.
Por el proceso de permeabilidad las llantas van perdiendo aire de poco en poco cada día. Se estima que en invierno una llanta pierde entre 1 a 2 libras por pulgada cuadrada (psi), mientras que a temperaturas altas la pérdida de presión puede ser aún mayor. Además, los neumáticos estan sujetos a golpes que de ser muy fuertes contribuyen a que la presión de aire disminuya. Estos factores normales del funcionamiento exigen a que la presión deba ser controlada periódicamente para asegurar que se encuentra en el nivel adecuado.
Sin embargo, si es que es demasiada la pérdida de presión, debe revisarse no solo el neumático sino también la válvula de inflado, para constatar que el neumático esté bien asentado en el aro, e incluso para verificar posibles rajaduras en este último.
De persistir los problemas, también podría ser recomendable cambiar de vulcanizadora o acudir a un taller especializado en llantas.