“Hace un tiempo fui a Puno por una semana y al final me quedé viviendo dos meses por allá. No solo eso, me di el lujo de bailar en la Fiesta de la Candelaria.
Recuerdo que estuve tres días sin dormir y aunque soy de las personas que no bebe, allá lo hice, en compañía de la gente del pueblo que me recibió con los brazos abiertos. Allá todo era baile. Viví los mejores días de la festividad y el día central terminamos celebrando, como es tradición, en el cementerio de Puno.
Es una de las fiestas más hermosas a las que he asistido. Por eso recomendaría a la gente que vaya a vivirla. Aunque la fiesta es en febrero, de diciembre a enero se puede ver en las calles cómo la gente ensaya, mientras disfrutas de las deliciosas como la sopa Chairo, que lleva cordero y chuño”.