(Foto: Archivo Histórico El Comercio)
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Karla Kennedy García

Hace 60 años, el 27 de junio de 1959, “El Ángel” abrió por primera vez sus puertas al público peruano. Pero su historia comenzó algunos años antes, cuando el antiguo cementerio “Presbítero Maestro” (inaugurado en 1808) reveló en 1955 que había excedido sus límites. Ante ello, la Beneficencia Pública de Lima anunció la construcción de un nuevo camposanto que, en un primer momento, pensaba edificarse en el fundo “La Pólvora”, pero por asuntos vinculados con la milicia no pudo usarse el terreno. Es así que el Estado, en compensación por ese terreno, dio un nuevo fundo llamado “Ancieta Alta” que se encontraba frente al “Presbítero Maestro”. En 1956, el presidente Manuel A. Odría impulsaría la construcción del nuevo cementerio.

La planificación de “El Ángel”

El proyecto fue concebido con ojos modernos para la época. Los planos se diseñaron con cuidado y creatividad por los arquitectos Luis Miró Quesada Garland y Simón Ortiz, de la sección de obras de la Beneficencia Pública. En el proyecto podían observarse las tres partes en las que se dividiría el cementerio, el cual tendría una capacidad de hasta 80 mil nichos.

La primera parte comprendía los cuarteles de nichos que se distribuirían proporcionalmente. La segunda sección incluía las tumbas bajo tierra que formaban unidades; y, por último, los terrenos para construir los mausoleos. Todo ello se complementaba con las áreas de servicios generales.

La innovación que traía el proyecto -según los planos- implicaba amplios espacios destinados a las tumbas que se ubicarían en tierra. Esta modalidad que solo era usada en Europa consistía en enterrar el féretro en un espacio individual, que permitía colocar al nivel del suelo una lápida, tal como se hace en la actualidad.

El costo de la edificación total del cementerio fue de más de ocho millones de soles de la época. En la primera etapa se gastó cinco millones aproximadamente, invertidos en la construcción de los primeros bloques de nichos. Los trabajos se iniciaron tan pronto se terminó la expropiación de los terrenos del fundo “Ancieta Alta”, de casi 60 hectáreas. El nuevo camposanto ocuparía inicialmente la mitad de este terreno (29 hectáreas).   

(Foto: Archivo Histórico El Comercio)
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La construcción del cementerio

Ya a inicios de 1957, por las calles de Barrios Altos, podía apreciarse la fachada de lo que sería el nuevo cementerio general de Lima. En la entrada se contaría con un pórtico de siete columnas de concreto, un mural ornamental valorado en 250 mil Soles de Oro, diseñado por Fernando de Szyszlo, así como esculturas ubicadas en la fachada diseñadas por Joaquín Roca Rey. Ambos artistas plásticos presentaron sus diseños en un concurso junto con otros 23 artistas entre los que destacaban Pedro Ostrowsky, Eusebio Roa, Gastelú Macho, Oswaldo López, entre otros. El jurado que calificó y dio por ganador los proyectos de Roca Rey y De Szyszlo estuvo formado por dos reconocidos maestros de la plástica peruana: Teodoro Núñez Ureta y Carlos Quizpez de Asín.

Al año siguiente, en 1958, el nuevo cementerio contaba con algunas de sus instalaciones acabadas, listas para su uso. Por ejemplo, la plataforma para los responsos (rezo para los difuntos), la portería, los servicios higiénicos y algunos muros artísticos. Los planos para la construcción del camposanto, que habían sido diseñados por Miró Quesada Garland, fueron elogiados por la comunidad artística. El autor impuso una moderna técnica de arquitectura funeraria, que  convirtió al nuevo cementerio en uno de los mejores del continente.

“La portada es impresionante. Esta formada por una columnata de siete cuerpos unidos por un cornisamento, todo en líneas muy simples y con el fondo separado pero complementario, de un muro ornamental que continúa al nivel de la puerta enrejada que tiene un valor de cerca de medio millón de soles. La portada ha sido revestida con granito negro importado especialmente de Suecia”, describía El Comercio en una de sus notas del 3 de marzo de 1958.

(Foto: Archivo Histórico El Comercio)
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Entre diciembre de 1958 y enero de 1959, el nuevo camposanto ya se hallaba construido casi en su totalidad, pues contaba con sus instalaciones principales y vías de acceso terminadas, en las que se realizaba el proceso de arborización. La última etapa de la obra sería la jardinería.

La inauguración se postergó tres veces. Hasta que la apertura del nuevo cementerio “El Ángel” fue el sábado 27 de junio de 1959, y entró en funcionamiento el 1 de julio del mismo año. La nueva necrópolis, como indicaba “El Comercio” al día siguiente, se conectaría al Centro de Lima a través de una avenida propia que pasaría por el camposanto (jirón Áncash).

La imponente inauguración

Tres años después del comienzo de su construcción, recién pudo concluirse el mayor proyecto funerario de Lima en el siglo XX. La inauguración de “El Ángel” contó con la presencia del presidente de la República Manuel Prado Ugarteche junto con los ministros de Estado y distinguidos miembros del cuerpo diplomático.

(Foto: Archivo Histórico El Comercio)
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Tras la bendición del Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Monseñor Juan Landázuri Ricketts, este afirmó que, en el concepto de la Iglesia, “el cementerio forma parte de los lugares sagrados, santificados que han de ser tenidos en sumo respeto y veneración como los templos”.

Landázuri cedió el uso de la palabra al presidente de la Sociedad de Beneficencia Pública, el doctor Oswaldo Hercelles, quien en su discurso resaltó el antiguo cementerio Presbítero Maestro que, con sus 150 años de servicio, se había vuelto un patrimonio cultural para el país. Hercelles destacó la modernidad del nuevo cementerio y la capacidad de nichos que albergaría. Siguió en el uso de la palabra el primer mandatario, quien no demoró en dar por inaugurado el cementerio “El Ángel”. De inmediato, Prado acompañó a los asistentes en un recorrido por las instalaciones del camposanto.

“El Ángel” es uno de los cementerios más importantes del Perú y se calcula que acoge a más de 500 mil cuerpos en sus instalaciones. Este camposanto resguarda los restos de grandes personalidades del Perú, como el escritor José María Arguedas, la cantante criolla Lucha Reyes, el ex presidente Juan Velasco Alvarado, la compositora Chabuca Granda, el conductor de TV. Augusto Ferrando, entre otras figuras de renombre.

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