Hace 30 años, el ‘flaco’ Olmedo cayó de un edificio

La muerte accidental del actor cómico argentino, Alberto Olmedo (1933-1988), dejó mudo a todo el continente. Reconocible en cualquier lugar que fuera, el ‘flaco” terminó sus días al caer del piso once de un edificio en Mar del Plata, el sábado 5 de marzo de 1988.

(Foto: Agencia)
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Carlos Batalla

Bordeaba las 7 y 45 de la mañana cuando del cielo cayó retorciéndose el cuerpo desesperado de un hombre de 54 años. Fue una tragedia en sí misma. Pero no hay duda de que fue algo más: el fin de una época. Nacido en la ciudad de Rosario, esa mañana maldita Alberto Olmedo, el ‘flaco’ o también el ‘negro’, estaba en la cumbre de su popularidad y en una de sus mejores etapas como artista y hombre.

Sufrió el accidente fatal cuando había pasado una larga noche al lado del amor de su vida más reciente: Nancy Herrera (28 años), cuya juventud lo sedujo y volvió loco. Su nido de amor era un departamento en el undécimo piso del edificio Maral 39, en la zona más turística de Mar del Plata.

Todo estaba gris, había lloviznado, las cornisas, las barandas de los balcones estaban resbaladizas. Y aun así, Olmedo, al amanecer, se empeñó en jugar, en saltar, en colgarse, en una mezcla de osadía y locura.

La noche anterior fue especial. Hubo una hermosa Súper Luna, y bajo el amparo de ella, Alberto y Nancy cenaron y ella le contó que estaba embarazada. Atrás quedaron muchas discusiones, peleas, malos entendidos, infidelidades de ambos. Él la amaba, ella quizás lo amó. Pero eso no importaba, estaban uno al lado del otro, planeaban y soñaban juntos.

Y Olmedo era una estrella. No tenía que probar nada a nadie. Había hecho más de 20 películas, todas gozaron del aplauso del público, esa misma gente que acababa de ver el estreno –dos días antes– de su último filme: “Atracción peculiar”, junto a su amigo Jorge 'El gordo’ Porcel. Esa gente vio la cinta, pero el ‘negro’ no logró verla.

El actor brillaba en el cine y teatro, un duro y competitivo teatro argentino. Allí, era el indiscutible. La noche del viernes 4, antes de irse con Nancy, el ‘flaco’ actuó en la obra “Éramos tan pobres”, a lleno total en el teatro Tronador.

Se conocieron hacía 8 años, cuando Nancy tenía 20 y Alberto 46. Con 28 años recién cumplidos, la joven quería asentar cabeza. Era un departamento alquilado frente a la playa, con una excelente vista en Mar del Plata. Todo parecía perfecto… Hasta que los gritos, los llantos, las carreras atropelladas enmarcaron el peor día de la comedia argentina.

Las especulaciones de inmediato señalaban que había corrido no solo tragos, sino también drogas. Unos lo niegan, otros lo afirman, y hasta ahora se sigue discutiendo. La escena fue demasiada dramática para detallarla. Solo cabe decir que hubo desesperación, miedo y dolor. Y un cuerpo que intentó retener Nancy en el aire, pero terminó cayendo con el torso desnudo y un jean hasta tenderse en el césped del edificio.

'El gordo’ Porcel quedó devastado. Luego de hacer una última película ese mismo año, dejó el cine. Y se fue muriendo de pena, imaginando esos segundos de vida de su amigo, que se apagó casi de inmediato en la intemperie.

(Foto: Archivo El Comercio)
(Foto: Archivo El Comercio)

El ‘negro’ Olmedo no se suicidó. No solo por el momento que vivía el artista la sola idea parecía absurda, sino también por las investigaciones de la justicia argentina. Un juez señaló que fue un accidente. Una fatalidad. Y dijo algo tan terrible con la mayor frialdad jurídica de la que fue capaz: “Muerte accidental, a consecuencia de una manifiesta y notoria imprudencia, debido a la euforia derivada del consumo combinado de alcohol y drogas”, determinó.

Se perdió el nacimiento de su ’benjamín’ Albertito, quien nacería 7 meses después. Había tenido ya cinco hijos: los mayores, Fernando (1958), fallecido en el 2000, a los 42 años, en un accidente automovilístico, Marcelo (1962) y Mariano (1964), hijos con Judith Jaroslavsky; y Javier (1968) y Sabrina (1970), hijos con Tita Russ.

Alberto Olmedo, el ‘capocómico’, fue velado en Mar del Plata, en la casa velatoria de un amigo y enterrado en el cementerio de Chacarita, en Buenos Aires. Dejó una estela larga de risas, bonhomía y carpe diem. 

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