Para ser exacto, Oscar Ruggeri estuvo detrás mío, pero muy cerquita, como si estuviera al lado. Tener al ‘Cabezón’ ahí fue como seguir la transmisión de un partido a través de Fox. Luego de cada jugada, el argentino comentaba con voz fuerte y a todo volumen. Renegaba tanto como nosotros. Se lamentaba por cada fallo peruano y sufría a la par de su amigo Ricardo Gareca.
Antes de disfrutar con la presencia del campeón del mundo en la tribuna del Maracaná, lo encontramos comiendo en el área de prensa. Ruggeri es de esos ex futbolistas que no pasan de moda, que se reinventaron y se adecuaron a estos tiempos de realidad virtual. Le disgusta cuando lo llaman ex jugador porque si bien su carrera terminó, él sigue sintiéndose futbolista. Basta verlo con el traje entallado, entre skinny y slim fit, el bolso y la caminada. Si no supiera que el ascensor da a las cabinas de transmisión, pensaría que está yendo al vestuario a cambiarse.
Somos cuatro y comemos ansias por el inicio de la final. La zona de prensa es el único lugar en el que Perú no es visita. Sabemos lo que es Brasil pero creemos en el ‘perucanazo’. Lo siento, en este tipo de instancias, únicas e irrepetibles, por 90 minutos se es más hincha que periodista. Comienza el juego. La sensación es que la selección pasará apuros pero también el anfitrión... hasta que llega el tempranero gol de Everton. Todos nos agarramos la cabeza y vemos los fantasmas de hace unas semanas. Los minutos siguen y traen el penal de Thiago Silva. Paolo Guerrero toma el balón, dispara, le muestra a Alisson que es tan mortal como todos los demás arqueros de esta Copa y silencia el Maracaná con sus más de 65 mil torcedores. Pero, el grito acaba siendo ahogado por Gabriel Jesus, en una acción accidental que sentencia el primer tiempo. Es tanta la adrenalina que el ‘Cabezón’ Ruggeri, como si estuviera de corto con la blanquirroja puesta, abandona al ‘Pollo’ Vignolo y a ‘Gambetita’ Latorre, para sentarse en las butacas de periodistas, justo detrás de mi sitio.
El argentino es un show aparte. Grita, se mueve para protestar, empuja desde las gradas, nunca se calla. “Uy como no entró”, se lamenta tras el remate de ‘Oreja’ Flores. Está tan inquieto como Gareca en la zona técnica. Y reniega tanto o más que el ‘Tigre’. Igual, Ruggeri mete mientras da sus apreciaciones del partido con la intensidad de un entrenador al que se le escapa el título.
Llega la expulsión de Gabriel Jesus y al ver a Cueva hablarle al árbitro Tobar grita: “Sacalo de ahí. Peruanos no sean boludos”. El envión de la selección impulsado por la roja al delantero del City asusta a Brasil, que con los cambios de Tite y algunas faltas, logra cortar el juego. Ahí, Ruggeri se calienta: “Ya enfriaron el partido estos hijos...”.
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Cada vez falta menos y la desesperación invade esta parte del escenario de Río de Janeiro. La estocada llega con el penal de Zambrano a Everton, que desde nuestro lugar parece inventado por el juez chileno. Y el argentino se indigna: “¿Cobró penal? Qué hijo.... No fue falta. Encima miró el VAR... Estos brasileños. Hablan de fútbol y aplauden a Casemiro cada vez que la manda a la tribuna. Mamita”.
El 3-1 está consumado y al igual que los demás peruanos, el ‘Cabezón’ se mantiene sentado. Saca el celular y comienza a filmar la premiación a la selección. Una persona de seguridad de la Conmebol le dice que no puede grabar y Ruggeri responde con fiereza, como cuando criticó a Menotti. “¡Si ya acabó! Ya ganaron su Copa. Andaaaa”.
Se queda en su sitio mientras continúa guardando imágenes de la final en su celular. Para ese momento, el argentino está cercado por un grupo de periodistas peruanos que buscamos sacarle alguna frase que repercuta hasta el país. Ruggeri se excusa porque debe retornar a la cabina aunque responde al paso, entre colegas de otros países, gente que le pide fotos y la seguridad del estadio, que intenta que pongamos stop al video. Nadie se detiene, el ‘Cabezón’ continúa hablando y antes de entrar para salir al aire, recuerda a su amigo Ricardo. “Me pone muy feliz que lleve a Perú por donde lo está llevando“. Se despide y se une al ‘Pollo’ Vignolo y Latorre. Esta parte del espectáculo se ha terminado. Pero continúa, con la misma naturalidad y el cuchillo entre los dientes en la TV argentina, en la que Ruggeri le sacó la vuelta al retiro.