Siempre he observado cómo nuestra mirada al futuro, cercano o distante, está tan impactada por nuestro estado de ánimo. El miedo o la incertidumbre reducen nuestro horizonte futuro significativamente. Con miedo, la mirada es casi sólo al presente; con incertidumbre, a pocos días o semanas en adelante. El próximo año suena lejano e inaccesible, ajeno.
Por el contrario, la sensación de seguridad y confianza nos deja atrevernos a mirar más adelante en el tiempo. Nos permite tomar conciencia que está en nuestras manos inventar ese futuro que creamos al visualizarlo, sentirlo, emocionarnos por él. Y que podemos empezar a materializarlo, teniendo nuestros sentidos atentos a lo que el presente va trayendo. Reconociendo las oportunidades que como escalones van apareciendo para marcar el camino y con lucidez, hacerlas nuestras para cumplir nuestra visión.
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Creo que esto lo experimenté por primera vez con “la mano negra”. En mi colegio había una leyenda que aterrorizaba a las más chiquitas. “Si te acercas mucho a la acequia del jardín del fondo, la que sirve para regar y desaparece bajo el muro, la mano negra que allí vive te jala y te lleva para siempre”. Nunca nos acercamos, ni a metros de distancia por supuesto.
La mano negra, según mi fantasía, vivía en todas las acequias, incluso en el campo donde íbamos con la familia algunos domingos de invierno. Mis primos, conocedores de mis temores, siempre me retaban a saltar acequias. Y en eso estábamos una tarde cuando uno de ellos apiadándose de mí me dio el secreto para no ser jalada por el sujeto de mis temores. “No busques la mano negra con la mirada, mira al otro lado de la acequia, mira allí donde quieres llegar sana y salva. Si no la miras, no te atrapa” sentenció. Escuché su consejo –harta de estar siempre rezagada por mis miedos– y luego de medirlo bien, salté aterrada, pero mirando al frente. Llegué a la otra orilla sana, salva y a tiempo para escuchar la voz de mi mamá que del otro lado a los lejos avisaba que el picnic estaba listo. Dichosa por logro que quería compartir con ella, corrí de regreso a abrazarla. Al llegar, me di cuenta que había cruzado otra vez la acequia sin siquiera darme cuenta, ilusionada por lo que quería compartir.
Esa historia la cuento mucho, por ejemplo, a las personas que están muy tensas por sus procesos de recolocación. Preocupadas por el riesgo de no conseguir trabajo, de no encontrar oportunidades, la angustia casi los paraliza. Mi reto es ayudarlas a mirar más lejos, a pensar en este como uno de los muchos pasos que su vida profesional tendrá. Busco hacerlos pensar dónde quieren estar en un año, en tres, en cinco y en 10. Incluso en 20. Esa nueva perspectiva, esa mirada de largo plazo distinta y llena de posibilidades y alternativas no exploradas aún, los calma y les da fuerza para enfrentar el presente con mejor ánimo y mejor disposición. Y ponen manos a la obra y dan los pasos necesarios para construir ese futuro que empezaron ya a visualizar.
Igual pasa con las organizaciones ahora tan preocupadas por la situación económica, la caída de la demanda por sus servicios y productos, con miedo de no poder cumplir sus obligaciones.
En ese ánimo no logran todavía esa mirada basada en el Retorno en los Individuos (ROI), retorno basado en ayudar a sus equipos a capacitarse para los nuevos roles o retos que les vienen, muchos de los cuales requieren de nuevas habilidades, destrezas o competencias, entre ellas también tecnológicas.
Cuando lo logran e invierten en desarrollar a quienes están dispuestos a cambiar y esforzarse por aprender, su angustia de no contar con los perfiles que necesitan para salir adelante desaparece. Invertir en su gente leal, comprometida y motivada a aprender, crecer y desarrollarse se transforma en esa solución que les permite visualizar otra vez la ruta hacia la recuperación y el crecimiento, o hacia nuevos y muy distintos modelos de negocio.
Nos toca ya a todos mirar más lejos, más allá de la incertidumbre y del miedo, de la “mano negra”. Nos toca estar ya enfocados en esas nuevas posibilidades, metas y objetivos personales y empresariales que nos entusiasman y nos hacen vibrar.
Están ya allí, esperando que los veamos para hacerlos realidad.
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