¿Por qué las culturas prehispánicas representaron recurrentemente a felinos y serpientes?

La mirada es de larga duración, desde tiempos prehispánicos a épocas actuales. Y frente a frente aparecen un huaco de la cultura mochica y una tela bordada de la artista shipiba Olinda Silvano. En el primer objeto, sobresale la silueta de un felino, de orejas redondeadas y grandes ojos, que atrapa entre sus garras a una gran serpiente enroscada; mientras que en el telar se distingue una inmensa anaconda dividida en dos partes, por cuyo centro asoma el rostro de un jaguar, con los dientes apretados. Con una diferencia de más de 1.200 años, ambas piezas dan cuenta del mismo encuentro mítico: el enfrentamiento entre el felino y la serpiente, dos de los animales más representados por las culturas andinas e indígenas amazónicas de ayer y hoy.

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Este es el punto de partida de Yanantin. Tensiones y equilibrio, una exposición que reúne más de 80 piezas (entre arte prehispánico, colonial y contemporáneo), y que evidencia la muy variada iconografía referida a estos dos seres. Como precisa el curador de la muestra, el arqueólogo Julio Rucabado, la palabra quechua ‘yanantin’ designa, según diccionarios coloniales, a dos cosas opuestas, pero hermanadas entre sí.

Felinos y serpientes son mostrados en una multiplicidad de soportes, desde vasijas, botellas, cerámicas, huacos antropomorfos, piedras, objetos de metal y madera hasta fotografías y pinturas recientes. Las piezas han sido distribuidas a lo largo de la sala en cinco secciones temáticas referidas a la fusión de estos seres (Criaturas híbridas); a su lucha constante (Felino atrapa serpiente); a su relación con el curandero (La vía del chamán); a su vínculo con los ciclos naturales (Relatos bajo el arco iris) y, finalmente, a su representación contemporánea (Miradas a través del agua). ¿Pero cuál es el significado de estos animales y su enfrentamiento en nuestras culturas originarias?

Lo primero que destaca Rucabado es la dualidad complementaria de felinos y serpientes en las culturas ancestrales. “Este yanantin —dice— es una relación donde media, por supuesto, la tensión, pero con miras a encontrar un equilibrio y este principio se aplica a todo tipo de fenómenos que incluyen también el orden natural”.

En ese aspecto, felinos y serpientes responden a ciclos relacionados con el agua, algo vital en pueblos agrícolas. “Es muy probable que estos animales —explica Rucabado— estén representando esos cambios en los ciclos naturales, en donde la figura del felino está vinculada con el poder de los chamanes y la serpiente con el mundo del agua. Entonces, estos encuentros entre el hombre-felino que atrapa a la serpiente viene a ser una alegoría de esos momentos en que el agua fluye o deja de fluir”.

Esto se explica también con el mito de Ai Apaec, el dios mochica reperesentado como un hombre-felino que lleva amarrada a la cintura una serpiente de dos cabezas. En la exposición se reúnen cuatro vasijas mochicas que, como en una secuencia gráfica, narran la lucha de este héroe con distintos seres, entre ellos el hombre-serpiente, al cual termina venciendo. “Para mí —explica el curador— esta escena es importante porque hasta la actualidad en algunas comunidades se tiene la creencia de que si alguien mata a una anaconda se va a secar el agua. Entre los mochicas el viaje de Ai Apaec por el mundo tiene dos objetivos: uno es traer al sol de vuelta a la superficie cada día y otro hacer llover. Pero, al final de la temporada, la lluvia debe secarse para permitir la cosecha, y ahí es cuando este hombre-felino, atrapa a la serpiente”.

Un acto que simbólicamente inaugura la temporada seca, y que cada cultura ha representado de múltiples formas y estilos.