Volando rápido, a medio metro de altura para cazar mariposas y otros insectos, en la noche es un espectro veloz de temibles ojos rojos. El chotacabras o atajacaminos es un ave pequeña de hábitos nocturnos y crepusculares que en el Brasil se conoce como bacurau, nombre que calza perfectamente con una película inquietante desde su presentación: “Bien entrada la noche es la hora del bacurau. Celebramos el miedo y el horror. Los fantasmas atormentan el valle. En el aire flotan los hechizos de un brujo maléfico”. “Kleber y yo decidimos ponerle ese nombre a nuestra película porque tiene toda una carga simbólica. Además es un ave en peligro de extinción, como la cultura en el Brasil”, dice Juliano Dornelles (Recife, 1980), guionista y codirector de una coproducción independiente franco-brasileña que parece estar destinada a cosechar lauros: ha obtenido el Premio del Jurado en el Festival de Cannes, el ARRI/Osram Award a la mejor película internacional en el 37° Festival de Múnich y acaba de ser declarada la mejor película de ficción en el 23° Festival de Cine de Lima.
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“Fue como fundar un pequeño pueblo en medio del desierto”, recuerda Dornelles. “Un equipo de profesionales de Brasil, Francia, Estados Unidos y Bélgica viajamos más de 10 mil kilómetros por Alagoas y Pernambuco y junto a 44 actores, con Sonia Braga a la cabeza, decidimos quedarnos en Sertão do Seridó, en el noreste de Brasil. Así fue como durante tres semanas más de 150 personas filmamos con base en Parelhas. En la ficción, allí muere a los 94 años de edad doña Carmelita, una mujer fuerte querida por todos. Y a partir de eso ocurre la trama porque la tranquilidad de Bacurau se altera enormemente”.
—Efectos políticos—“Bacurau” es una especie de western parabólico. Un filme de aventura y ficción científica ambientado en una especie de Macondo del futuro cuya población está destinada a vivir en este pueblo sin agua, comida, medicinas ni celulares. Cuando Bacurau desaparece del mapa, empieza una serie de asesinatos. Pero los lugareños resisten en bloque el derrame de sangre. Prostitutas, lesbianas y personas LGTB son tratadas con mucho respeto y naturalidad. Es decir, exactamente como no lo haría el presidente Bolsonaro: he allí el carácter provocador de una película que ha terminado estallando en las puertas del Palacio de Planalto.
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“¿Cómo es posible que en su primer día de gobierno este presidente elimine el Ministerio de Cultura? ¿En qué mundo vive este señor?”, se pregunta Dornelles. “Ponerlo como una pequeña dependencia de Deporte y Ciudadanía fue indignante. Pero lo peor es el recorte presupuestal para que [la empresa petrolera de propiedad mayoritariamente estatal] Petrobras siga auspiciando las artes, ese es otro retroceso imperdonable. Nosotros tampoco olvidamos que durante el rodaje de ‘Bacurau’ el Gobierno nos reclamó la devolución de los 2,2 millones de reales que recibimos para la producción de ‘Doña Clara’, nuestra anterior película. Fue un claro boicot”.
Pese a todo ello, o tal vez por eso mismo, el vuelo de la película ya es imparable: se trata de una extraordinaria distopía que habla de una nación sometida al poder imperial narrada con el sustrato de las grandes realizaciones brasileñas, modernistas y experimentales, en la saga de Glauber Rocha y su Cinema Novo. “Nos felicitamos de que ‘Bacurau’ sea reconocida por estar más allá del entretenimiento fácil, ese que tanto agrada al Gobierno. Por eso, el 29 de agosto estrenaremos la película en Acai, Parelhas y Barra, como agradecimiento a los pueblos donde durante cuatro meses preparamos el terreno para la filmación. Y en el camino le seguiremos diciendo sus verdades al régimen”, concluye.