“Keiko Fujimori gobierna a través de sus congresistas y la estrategia escogida es, digamos, vintage”.
(Ilustración: Giovanni Tazza)
“Keiko Fujimori gobierna a través de sus congresistas y la estrategia escogida es, digamos, vintage”. (Ilustración: Giovanni Tazza)
Patricia del Río

Lo dicen las encuestas, lo señalan los analistas políticos: el motor de lo que ocurre en el país está, hoy, en el Congreso. Es ahí donde las papas queman o se enfrían. Depende del gusto de la bancada más poderosa del país.

Y no, no nos vengan con el estribillo de que esto es una simple percepción difundida por la prensa que los odia. Para hacerse la víctima hay que actuar como tal y no como matón, y luego de que el Congreso se bajara al presidente Kuczynski quedaron sentadas las bases para un gobierno parlamentario de facto. Un gobierno que se ejerce debido a una evidente crisis o vacío del poder del Ejecutivo.

Veamos sino los hechos ocurridos las últimas 48 horas con los escándalos de corrupción que involucran a magistrados y miembros del Consejo Nacional de la Magistratura: ni bien aparecieron los audios en los que el juez supremo César Hinostroza se refería de manera nauseabunda a la sentencia de un violador de una niña de 11 años, los fujimoristas saltaron indignados y preocupadísimos por... el chuponeo. Cuando se develaron los audios de los miembros del Consejo Nacional de la Magistratura rifándose puestos, los fujimoristas se escandalizaron no por el fondo, sino por la forma del asunto. “¿Quién está vulnerando la privacidad de las autoridades?, ¿quién graba?”. De la niña violada, nada. Del enjuague de favores e influencias, no se oye padre.

Con cierta repulsión vimos a un fujimorismo defenderse como gato panza arriba como si los ampayados hubieran sido ellos y nos los miembros de la administración de justicia. Pero como no hay primera sin segunda; al día siguiente Hinostroza ya no hablaba de niñas violadas, sino de reuniones con “la señora K” de “la Fuerza número uno”, de reuniones que ya se habían dado antes y tenían que repetirse. De reuniones entre presuntamente (porque esto no es más que una deducción que está por comprobarse o desbaratarse) Keiko Fujimori y un juez cuyo fallo permitió archivar el caso de lavado de activos que involucra a Joaquín Ramírez. ¡Bingo!

¿Qué pasará con los audios que están por salir? Todo depende de la información que arrojen. Lo que sí podemos analizar es lo que está pasando ahora: Keiko Fujimori gobierna a través de sus congresistas y la estrategia escogida es, digamos, vintage. Ante las pruebas evidentes van a mirar para otro lado. Ante las denuncias serias amedrentarán a la prensa mandándoles fiscales y citándolos a comisiones investigadoras. Ante periodistas incómodos van a contratar fujitroles y desatarán una agresividad nauseabunda en redes, ante el desprestigio del que son objeto traerán a Laura Bozzo de regreso para que haga lo que mejor sabe hacer: odiar y usar el ventilador.

Así que, para qué esperar al 2021, el fujimorismo ya llegó al poder y ya está aquí para dejar en claro que la señora K no ha cambiado nada... Perdón la señora Keiko, digo.