
El Perú es un país con un alto potencial innovador, pero aún enfrenta grandes desafíos para convertir esa actitud en acciones concretas que impulsen el desarrollo. Así lo reflejan los resultados de la reciente encuesta presentada por Foro Innovación y Datum, que midió la percepción y actitud de los peruanos hacia la innovación y el emprendimiento. Esta medición tiene como objetivo proporcionar información relevante para el diseño de políticas públicas, visibilizar el tema en la agenda nacional y generar herramientas que fomenten una cultura de innovación en el país.
En esta primera edición del Índice de Actitud hacia la Innovación y el Emprendimiento, el Perú obtuvo un puntaje de 67 en una escala de 0 a 100, lo que posiciona al país en un nivel favorable, pero con retos importantes por delante. Este resultado sugiere que los peruanos tienen una predisposición positiva hacia la innovación, pero es necesario fortalecer las condiciones que permitan transformar esa actitud en oportunidades reales de desarrollo. El estudio también registra que el 52% de los peruanos se autodefine como innovador. Este resultado se alinea con los resultados del índice, lo que indica una percepción de confianza en la capacidad de innovar.
El índice de actitud innovadora se construye a partir de tres dimensiones claves que permiten entender cómo se configura la mentalidad innovadora en el país. La primera es el componente cognitivo, que mide la disposición al aprendizaje, la capacidad de conectar conocimientos y la inclinación a buscar nuevas soluciones a los problemas. La segunda es el componente valórico, que evalúa la resiliencia, la tolerancia al fracaso, la capacidad de asumir riesgos y la apertura al cambio. Finalmente, el componente relacional analiza el nivel de confianza entre innovadores y emprendedores, la disposición a compartir conocimientos y la capacidad de generar redes de colaboración.
Los resultados muestran que el componente valórico es el que alcanza el mayor puntaje, lo que resalta la resiliencia de los peruanos y su capacidad para reinventarse frente a la adversidad. Sin embargo, el componente cognitivo, aunque bien valorado, presenta una debilidad en la disposición a experimentar con nuevos proyectos, existe temor al fracaso. En el Perú, la cultura castiga el fracaso y no ofrece espacios para volver a probar. Esto se traduce en una aversión al riesgo, lo que limita el surgimiento de iniciativas.
El componente relacional presenta uno de los mayores desafíos. A pesar del potencial innovador, la encuesta revela que la confianza y la colaboración entre emprendedores aún son bajas. La disposición a compartir conocimientos sigue siendo limitada, lo que impide la construcción de redes de apoyo sólidas que faciliten el crecimiento de nuevas ideas. Esto sugiere que, más allá de fortalecer las habilidades técnicas, se debe trabajar en la generación de espacios que fomenten el intercambio de ideas y la colaboración entre actores del ecosistema innovador.
Uno de los aprendizajes claves de esta medición es que no basta con fortalecer las habilidades cognitivas; se requiere de esfuerzos para potenciar las habilidades relacionales. El desarrollo de redes de confianza y colaboración es tan importante como la capacitación. Según los encuestados, los factores que más contribuyen a la innovación son la creatividad, la disposición al aprendizaje y la capacidad de adaptación al cambio. Por el contrario, los principales obstáculos son el miedo al fracaso, la falta de conocimientos y la escasez de recursos.
Para impulsar la innovación en el Perú, se requiere un enfoque integral que combine políticas públicas, incentivos para el emprendimiento y una transformación cultural que valore el aprendizaje a partir del error. Si bien los resultados de la encuesta muestran que hay una actitud positiva hacia la innovación, el reto es convertir esa actitud en acción.