Aldo Facho Dede

Estamos entrando al tercer año de las gestiones municipales y los resultados, salvo honrosas excepciones, son preocupantes. A pesar de la diversidad ambiental, social y urbanística de nuestras ciudades, la ejecución presupuestal para proyectos de inversión sirve como un indicador clave para evaluar su desempeño. En el 2023, las cifras reflejaron la falta de experiencia y la limitada capacidad de gestión de la mayoría de las administraciones. Aunque en el 2024 hubo cierta mejora, las metas siguen lejos de cumplirse. Según un reciente informe publicado en El Comercio, solo cuatro de más de 1.800 municipios lograron ejecutar el 100% de su presupuesto para obras.

A esto hay que sumar la falta de planificación y coordinación en la ejecución de obras viales. En los últimos meses, todos hemos sufrido las consecuencias de proyectos improvisados que afectaron gravemente el tránsito por la ciudad. En Lima Metropolitana, al menos la mitad de estas obras seguirá generando restricciones en la circulación hasta mediados del 2025 (El Comercio, 6/1/2025). Un caso emblemático es el cierre parcial de la bajada de Armendáriz para construir un puente peatonal entre Miraflores y Barranco. No solo se eligió la temporada de mayor flujo vehicular hacia la Costa Verde, sino que las deficiencias en el proceso de ejecución han determinado la paralización de la obra por tiempo indefinido.

Por otro lado, el sobreendeudamiento de la Municipalidad de Lima es un caso preocupante. A finales del 2023, la administración tomó un millonario préstamo sin contar con los estudios de factibilidad aprobados para los proyectos que pretende ejecutar. A la fecha no hay información clara sobre los expedientes técnicos, pero ya se han destruido parques y áreas verdes en distritos como Santiago de Surco sin tener una fecha definida para el inicio de las obras.

Pero quizás el caso más alarmante es el de la ciudad de Piura. Allí se acaba de inaugurar un Parque de las Aguas con un fuerte rechazo de los vecinos. Esta ciudad, que sufre alternadamente de sequías e inundaciones, debe ser uno de los ejemplos más dramáticos de la incapacidad del Estado para resolver temas básicos como el acceso al agua y el drenaje pluvial. Además, el desprecio por la planificación ha llevado a un crecimiento urbano desordenado en zonas rurales sin la infraestructura mínima, exponiendo a la población a riesgos y enfermedades.

¿Qué lecciones podemos extraer de esta situación? Primero, debemos ejercer con mayor responsabilidad nuestro voto, para lo que es importante analizar los planes de gobierno de los candidatos. Durante la campaña, muy pocas instituciones y medios lo hicieron. Ya durante la gestión, no se realiza un seguimiento riguroso porque no existen sanciones efectivas que obliguen a los políticos a cumplir sus promesas. Esto debe cambiar.

Segundo, la planificación urbana es el instrumento más adecuado para determinar y priorizar las obras. Para que funcione, el Ministerio de Economía y Finanzas debe exigir que los proyectos de inversión pública sean determinados en los planes urbanos, y desarrollados a nivel de ficha técnica o idea de inversión para garantizar su viabilidad.

Tercero, es crucial mejorar la capacidad técnica de las municipalidades. La atomización política del territorio dificulta la contratación de personal calificado. Un sistema que fomente la asociación entre municipalidades, con el apoyo de los gobiernos regionales, podría elevar la calidad de la inversión.

Cuarto, los funcionarios son el principal soporte de la gestión municipal. Debemos invertir en su formación e incentivar su desempeño. Reconocimientos como el Premio a las Buenas Prácticas en Gestión Pública nos permiten evidenciar su valioso aporte.

Por último, es necesario que se apruebe la reelección de alcaldes. Cuatro años son insuficientes para planificar y ejecutar obras estructurales, sobre todo si no contamos con partidos políticos democráticamente estructurados que garanticen la continuidad de los proyectos.

El 2025 será decisivo, pues es el último año en el que se podrán aprobar proyectos para ser ejecutados en estos mandatos. Mantengámonos vigilantes para evitar el uso irresponsable de los recursos públicos y apoyemos a los buenos alcaldes para que dejen un mejor legado en nuestras ciudades.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Aldo Facho Dede es arquitecto, urbanista y cofundador de la Red Latinoamericana de Urbanistas

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