
Un observador distraído podría pensar que en el Ministerio de Salud (Minsa) y la Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas (Digemid) se han propuesto escenificar una comedia de situaciones. Pero la muerte de cinco personas por las reacciones adversas al suero fisiológico defectuoso del lote 2123624 de Medifarma, distribuido el mes pasado en varios lugares del país, indica claramente que estamos ante una tragedia. Tras lo ocurrido, el ministerio encabezado por César Vásquez ha iniciado acciones legales contra el laboratorio en cuestión, por la elaboración de la medicina que acarreó las fatales consecuencias; y contra la clínica Sanna (donde se registraron los decesos), “por haber incumplido con reportar oportunamente la primera reacción adversa grave” al referido suero.
Nada eso, sin embargo, exime al Minsa de sus propias responsabilidades en la supervisión del mentado producto. Y eso explica, quizá, por qué el titular de Salud decidió tres días atrás remover a los “funcionarios de confianza” de la Digemid, “para facilitar las investigaciones”. Entre otros cambios, dispuso el del director general de la institución, Moisés Mendocilla, por Sonia Marisol Delgado Céspedes. Rápidamente, no obstante, apareció información que ponía el nuevo nombramiento en entredicho: la señora Delgado no solo ha sido militante y tiene cercanía con la dirigencia de Alianza para el Progreso (lo que, habida cuenta de la afiliación del ministro Vásquez al mismo partido, sugiere una elección que obedece a razones políticas antes que técnicas), sino también fue accionista de dos consultoras relacionadas con la industria farmacéutica: un detalle que hizo sonar las alarmas de un posible conflicto de intereses. Una de ellas, en particular, ofrece el servicio de realizar los trámites para lograr los permisos de Digemid.
Ante el revuelo que produjo la noticia, el titular del Minsa anunció este martes en el Congreso un nuevo cambio en la dirección de la entidad –es decir, la remoción de Delgado tras solo 48 horas de haber sido nombrada– sin siquiera sonrojarse por la improvisación y la incuria que lo sucedido revelaba con respecto a su gestión. A su turno, la ahora exjefa de Digemid declaró a la prensa que ella le había dicho a Vásquez que debía renunciar a su cargo. Toda una circunstancia, en fin, que, sumada a las marchas y contramarchas dispuestas por el ministro a propósito del uso de los otros lotes de suero de Medifarma y a sus elucubraciones sobre una supuesta conspiración para sacarlo del Gabinete, pone en evidencia que la crisis desatada en el sector salud está lejos de haber concluido.