
Escucha la noticia
Una región huérfana
Resumen generado por Inteligencia Artificial
Accede a esta función exclusiva
Resume las noticias y mantente informado sin interrupciones.
El atentado con explosivos cerca del Centro Histórico de Trujillo, que dejó por lo menos siete personas heridas, alrededor de veinte viviendas afectadas y toda el área circundante sin fluido eléctrico, nos hizo recordar a la violencia terrorista de las décadas de los ochenta y noventa. No se trata del primer ataque de este tipo en el año. En enero, una detonación frente a la sede del Ministerio Público en la ciudad movilizó al Gobierno Central hasta la zona, donde prometió “acciones inmediatas a fin de contrarrestar la criminalidad”. Por lo visto, dichas “acciones” no funcionaron.
Desde el lugar del ataque, el ministro del Interior, Carlos Malaver, ha indicado que no estaríamos ante un acto extorsivo, sino más bien ante una disputa entre organizaciones criminales. Como si los liberteños debieran sentirse más tranquilos por eso. La verdad, sin embargo, es que si los delincuentes recurren a este tipo de ataques, es porque se saben empoderados. Es un mensaje para la ciudad sobre cuán intocables se sienten en ella y de que pueden hacer lo que les dé la gana, en cualquier momento y en cualquier lugar, incluso si, como Trujillo, se trata de una provincia bajo estado de emergencia.
Según cifras del Observatorio Nacional de la Seguridad Ciudadana, La Libertad es la tercera región del país con mayor cantidad de homicidios registrados en lo que va del año (125), solo por detrás de Lima y el Callao. Las denuncias por extorsiones, por otro lado, rozaban las 2.500 hasta el mes pasado. Y las de hurto sobrepasaban las 2.700.
Claramente, la ausencia de una estrategia gubernamental efectiva contra el crimen les está pasando factura a los liberteños. No olvidemos que, sumando los gobiernos de Pedro Castillo y Dina Boluarte, el Ministerio del Interior ha tenido 15 titulares, un número excesivamente alto que vuelve imposible cualquier tipo de plan a largo plazo. Pero la responsabilidad también es del gobernador César Acuña, una autoridad ausente para una región que se desangra por la criminalidad y las bombas. Acuña salió de vacaciones hace poco, entre el 29 de julio y el 9 de agosto, la tercera vez en el año.
A inicios del 2024, la presidenta Dina Boluarte dijo que, mientras ella era “la mamá de todo el Perú”, Acuña era “el papá de La Libertad”. Si esto es así, los liberteños se encuentran, en buena cuenta, huérfanos de autoridades que deberían velar por su seguridad y que hoy parecen más lejanas que nunca, tanto metafórica como literalmente.

:quality(75)/s3.amazonaws.com/arc-authors/elcomercio/6e84b434-c0be-46b9-aa82-22561eef6ab0.png)









