Una nota periodística informa que el movimiento raeliano quiere instalar su embajada extraterrestre en Lima. Según hemos averiguado, el líder raeliano se llama Rael, francés creyente en la inmortalidad y al que sus seguidores ven como el último profeta elegido (de lo cual deducimos que ser raelista sería algo así como ser aprista). La embajada será usada para recibir a los elohim, seres interplanetarios que crearon a los humanos.
Antes que nada, queremos exigir que se respeten los pensamientos raelianos. Recordemos que esto es el Perú: en donde tanta cosa ha visto uno pasar, que ni lo cósmico se puede descartar. Y si, por ejemplo, Alejandro Toledo cree que puede volver a ser presidente, quién le quita el derecho al raelista de creer que fuimos generados por alienígenas.
Como, además, los raelistas me han caído bien, les daré un consejo. Según la nota periodística, entiendo que hasta hoy no consiguen que algún país les dé un terreno para construir su embajada. Pues, para su buena suerte, cayeron en el país adecuado. Solo deben escoger un extraterrestre soltero, casarlo con una señorita que tenga madre y arreglado estará su problema inmobiliario.
Bien clarito lo dice una moraleja peruana, amigo raelino: Si quieres construir una embajada celestial y te falta un platal, empareja bien a uno de los marcianitos y la suegra vendrá con sus terrenitos.