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Del corazón de la selva peruana a Italia: la historia de amor y café que dio vida a Valentini
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Detrás de Valentini Caffé hay más que buen café y pasta artesanal, hay una historia de amor, familia, identidad y mucha perseverancia. Mildred Cuyubamba, peruana de Chanchamayo, y Rossano Valentini, italiano de Recanati, construyeron juntos no solo una marca sino un puente entre dos culturas, desde la selva central del Perú hasta Italia.
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Hoy, con varios locales en Lima y una sede en Italia, su concepto se consolida como un ejemplo de gastronomía con alma. Esta es una historia viva de identidad, migración, amor y resistencia. Un proyecto que nació del café de una finca familiar y que hoy conecta dos culturas a través del paladar.
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“Nosotros no nos detenemos porque amamos lo que hacemos. Y cuando amas algo, no te cansa. No es un sacrificio”, dice Rossano a Provecho. Y es esa energía, esa pasión y amor por lo que llaman “su pequeño hijo” es lo que ha convertido a Valentini en mucho más que una cafetería.
De la finca de café al restaurante
La historia de Valentini Caffé comienza en 2010 en Chanchamayo, tierra natal de Mildred y hogar de su familia cafetalera por generaciones. “Mi abuelo fue un pionero. Formó una cooperativa en Alto Yapas, a más de 1600 m.s.n.m.”, cuenta con orgullo. Rossano, por su parte, se enamoró del Perú al ver por primera vez una planta de café en las tierras cafetaleras de la familia de Mildred. En Italia, donde creció, el café es sinónimo de espresso y tostado industrial, sin explorar lo que es la cafetería de especialidad y tampoco se cultiva.

Al ver el amor y cariño por el café, iniciaron con el proyecto de una cafetería en la selva, impulsados por el deseo de honrar sus raíces. Luego, decidieron migrar a Lima, donde poco a poco ampliaron el concepto, primero con una cafetería y luego a un restaurante. Tras la pandemia, decidieron unificar ambos formatos en uno solo. Este sería un espacio versátil, que por las mañanas ofrecería desayunos con café de especialidad, al mediodía almuerzos italianos y por la noche pizzas, pastas, cócteles y aperitivos.
La fuerza de una familia
Valentini no se construyó solo con recetas. Se construyó con familia, esfuerzo y constancia. “No usamos lo ‘familiar’ como marketing. Es real. Nosotros sabemos hacer lo que hacen nuestros colaboradores, lo hemos vivido y lo acompañamos siempre”, explica la fundadora de la propuesta. Una de sus hijas ya trabaja en el negocio, y el equipo en Perú y en Italia se ha convertido en una extensión de su hogar.

Mantener locales en dos continentes no ha sido fácil. Pero lo han logrado gracias a un equipo comprometido en Perú y viajes constantes entre ambos países. “Milli (Mildred) hace hasta cuatro viajes al año para coordinar todo en Lima. Es una guerrera”, agrega Rossano entre risas.
Más allá de las fronteras
Valentini sigue creciendo. Hace poco tiempo abrieron un local en Recanati, ciudad natal de Rossano, y están por firmar dos nuevas sedes en Lima, siempre ubicados en puntos estratégicos para que más personas sean quienes conozcan su historia. Además, planean incorporar una pequeña tienda con productos italianos auténticos como el salame ciauscolo, quesos y vinos a precios accesibles. “Queremos que el peruano conozca el verdadero sabor de estos productos. Lamentablemente conseguirlos suele ser muy caro o exclusivo, lo que buscamos es que sea más cercano”, afirma Rossano. “Lo que no queremos es convertirnos en una marca vacía. Queremos que quien invierta, lo haga por convicción, no solo por dinero. La pasión es todo en este proyecto”, coinciden.

Tradición artesanal, sin atajos
Cada detalle en Valentini tiene una historia. Desde la masa de pasta hecha a mano con harina y huevo, hasta las salsas italianas preparadas en un laboratorio propio que garantiza la calidad en todas los locales. “La salsa puede parecer simple, pero requiere procesos muy regulados. Por eso decidimos tener un equipo capacitado que respete cada etapa”, explica Rossano. El café, por supuesto, sigue viniendo de su finca en Chanchamayo, tostado con precisión y extraído con métodos de especialidad.
Uno de los íconos más queridos del local es el cornettone gigante, una versión XL del clásico cornetto italiano, ideal para compartir entre amigos o en familia por el tamaño que tiene. Crocante por fuera, suave por dentro y hecho 100 % en casa, es una muestra perfecta del enfoque artesanal que distingue a Valentini.

La pizza artesanal, de masa delgada y cocida al estilo tradicional, es otro de los emblemas del lugar. Preparada desde cero, desde la masa hasta la salsa, es servida con ingredientes frescos y pensada para disfrutar sin prisa. Una de las pizzas estrella, y de las más pedidas, es la Porcara que tiene como ingredientes principales queso mozzarella, jamón, chorizo parrillero y tocino.

La cocina de Valentini también se luce con platos innovadores como la pasta al café, hecha a mano con harina, huevo y café, servida con una suave salsa de queso, jamón y hongos, que termina siendo una fusión atrevida, equilibrada y elegante.

También están los clásicos italianos reinventados como el pesto tricolor, que combina salsa de albahaca, fondue de quesos y tomate, evocando los colores de la bandera italiana en un solo plato. Además de platos únicos con salsas de reducción de vino que le dan un toque especial y único, no solo en presentación, sino también en sabor.

Todo esto y más, convierte a Valentini Caffé en mucho más que una cafetería o un restaurante. Termina siendo un espacio donde el sabor está al servicio de la historia, la identidad y el amor por el oficio. Ya sea en una mañana de desayuno, una tarde de café o una velada con vino y pizza, Valentini celebra la unión entre Perú e Italia a través de su cocina, y lo hace con honestidad, emoción y raíces bien puestas.
Valentini Caffé cuenta con locales en Miraflores (Av. José Pardo 545), Surco (Av La Encalada 998) y en Italia, se encuentran en Vía Cavour 39, Recanati.
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