La campaña marítima había acabado con la pérdida del monitor ‘Huáscar’ y de su contralmirante Miguel Grau, el 8 de octubre de 1879; unos días después, se abrió paso la campaña terrestre. En Tarapacá, la tierra que vio nacer a peruanos ilustres y valientes como el presidente de la República, Ramón Castilla, iba a ocurrir una gran batalla, aquel 27 de noviembre de ese mismo año, tras varios meses de conflicto bélico con Chile. Amanecía y el Ejército peruano se repuso de su cansancio, de su escaso armamento frente al que tenía el invasor, y así dio cara a la historia.
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El desembarco chileno en Pisagua, el 2 de noviembre de 1879, había dado el campanazo de alerta, y en pocos días sobrevino la derrota en los cerros de San Francisco, el 19 de ese mes. Los soldados peruanos que lucharon allí, cansados y derrotados, llegaron a las alturas de Tarapacá en busca de provisiones, agua y del necesario aliento para seguir en la lucha.
Las huestes nacionales no esperaban combatir allí, pero el enemigo chileno, con sus 2,500 hombres en total, las siguió e intentó darles la estocada final. Sin embargo, aquella situación-límite generó en el soldado peruano una enérgica reacción. Un gesto de coraje, amor propio y sentido de que dar la vida por el país lo valía todo.
La batalla de Tarapacá. Honor y gloria
En esa batalla del jueves 27 de noviembre de 1879, desde las 8 y 30 de la mañana pelearon juntos dos de nuestros héroes de la “Guerra del Pacífico”: los entonces coroneles Andrés A. Cáceres y Francisco Bolognesi. Ellos, junto a sus oficiales y tropa, llevaron adelante una prueba de gran heroísmo, pero también de esfuerzo en la dirección de las operaciones que recayó en Cáceres.
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El “Brujo de los Andes” tomó esa mañana decisiones claves para ganar la batalla. Cáceres decidió sacar de la quebrada de Tarapacá a los dos batallones que constituían su división; los hizo trepar a paso firme por las laderas, y así los peruanos ganaron la pampa para luchar sin tregua contra la fuerza invasora. Los que venían a sorprender, los chilenos, fueron los sorprendidos. La batalla fue cruenta. Duró casi 10 horas seguidas.
Allí pelearon valerosamente Cáceres y Bolognesi, pero también Belisario Suárez, Alfonso Ugarte (herido en la cabeza), el argentino y amigo del Perú, Roque Saenz Peña, Emilio Castañón; y entre los soldados de tropa que pasaron a la historia por su participación destacó el Alférez de la Guardia Civil de Arequipa, Mariano Santos Mateo (1850-1900), quien con coraje logró arrancar el estandarte al Regimiento 2º de Línea de la Infantería del Ejército de Chile. Este valiente soldado fue conocido desde entonces como “El valiente de Tarapacá”.
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Con esta victoria, en la que también intervino una pequeña división de corajudos bolivianos, se cerró el terrible año de 1879. Tarapacá fue una luz de esperanza, en medio de una seguidilla de derrotas. Como dicen los militares del Ejército peruano, lo de Tarapacá fue una victoria táctica, pero no estratégica. No cambió el rumbo de la guerra.
Los vencedores de Tarapacá debieron dejar el terreno ganado por falta de recursos para defenderlo. Marcharon al norte, y siguieron peleando durante toda la campaña terrestre y seguramente defendieron Lima en enero de 1881. Muchos de ellos siguieron a su líder Andrés A. Cáceres, el “Brujo de los Andes”, en su campaña por el interior del país, donde hizo de la guerra una cuestión de honor.
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La noticia con el detalle de esta victoria tarapaqueña se supo recién por la narración del periodista Benito Neto, el corresponsal del diario La Patria, el único presente, cuya crónica reprodujo El Comercio en su edición del sábado 6 de diciembre de 1879. Tres días antes, el 3 de diciembre, el diario decano había publicado los cables con la primicia de Tarapacá.
Y después de Tarapacá, qué…
En abril de 1881, tras la toma de Lima, y aún convaleciente de sus heridas -escondido prácticamente en el Convento de San Pedro-, Cáceres tomó la decisión de seguir en la resistencia ante el enemigo. Seguiría su lucha en la sierra, y para ello contaba con el apoyo de los pueblos del centro y sur del país. Cáceres luciría allí sus mejores dotes de militar táctico, disciplinado y audaz.
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Para comienzos del siglo XX aún se daban homenajes a esos grandes hombres que pelearon en el sur peruano. Eran algunos de los sobrevivientes de esa jornada tarapaqueña: los coroneles Manuel C. de la Torre, Manuel E. Gómez, Abraham Acevedo, y el teniente coronel Arturo Cornejo, quienes fueron homenajeados durante el breve gobierno de Manuel Candamo (1903-1904), y luego por otros gobiernos hasta el final de sus días.
La fecha de la batalla de Tarapacá se convirtió también en el Día del Arma de Infantería del Ejército del Perú. En ese ámbito se dedicaron estudios y páginas al gran hombre que fue el militar Andrés A. Cáceres (1833-1923), quien luego fue presidente de la República, y cuyos restos reposan hoy en la Cripta de los Héroes, ubicada en el cementerio Presbítero Matías Maestro de Lima.
Tarapacá: El Centenario de una inolvidable batalla
El día de la conmemoración del centenario de la batalla de Tarapacá, el martes 27 de noviembre de 1979, el presidente de ese momento, general Francisco Morales Bermúdez, declaró “Día Cívico no laborable”. El Pabellón Nacional se izó solemnemente en Palacio de Gobierno y en toda institución pública, tanto civil como militar del país. Era, además, el “Año de Nuestros Héroes de la Guerra del Pacífico”.
La ceremonia central se realizó desde las 10 de la mañana, en el parque Mariscal Andrés A. Cáceres, en Jesús María. Luego de los 21 cañonazos de saludo al presidente y de escuchar la Marcha de las Banderas, este tomó la palabra frente al monumento del héroe nacional. Allí, emocionado pero marcial, el jefe de Estado dijo: “Debemos reiterar el compromiso de que esos momentos aciagos no volverán a repetirse”.
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Siendo una fecha de dolor, en medio de la victoria, Morales Bermúdez sentenció: “Nuestro recuerdo es altivo y sereno porque durante esa contienda no hubo episodio alguno vergonzante para nuestro pueblo”. Después, un desfile cívico-escolar-militar le dio color patriótico y comunitario al evento. Llamó la atención especialmente la participación de miles de escolares, tantos como no había habido en muchos años, anotaba El Comercio (28/11/1979).
La batalla de Tarapacá cumple hoy 143 años de ocurrido, pero su importancia para la historia del Perú es muy actual, porque no deja de darnos, aun hoy, lecciones de honor, entrega y gratitud por la patria.
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