María Rosa Villalobos

Hace exactamente una semana, Nvidia, fabricante de microchips, hizo noticia al perder aproximadamente US$600 mil millones de capitalización bursátil, la mayor caída en un solo día en la historia de Wall Street. Aunque durante los últimos días la acción se ha ido recuperando, no lo ha logrado al 100%. Este hecho ha abierto un nuevo capítulo en la historia de las inversiones de todo el ecosistema de Inteligencia Artificial (IA).

Antes de este punto de quiebre, la historia de Nvidia era la envidia de muchos. Su crecimiento ágil había sido prolijo, tanto, que muchos –tanto escépticos como creyentes– vigilaban con cautela la sostenibilidad de su apogeo.

Y es aquí cuando DeepSeek, la nueva IA de origen chino, ayudó al mercado a resolver sus dudas. Que esta tecnología sea casi tan buena como la oferta en occidente y que se haya podido desarrollar por una fracción del precio no fue solamente un baldazo de agua fría para el mercado estadounidense, sino también un recordatorio de que la competencia no se limita a los autos eléctricos y las energías renovables. Las grandes sumas de inversión anunciadas por las ‘tech’ han sido cuestionadas y hasta calificadas de excesivas, lo que sin duda tendrá un impacto en el mercado. En medio de todo este escenario, OpenIA ha anunciado que investiga si el nuevo modelo chino utilizó parte de su tecnología para desarrollar su ‘chatbot’. Si esta suerte de ‘robo’ se comprueba, esto podría convertirse en una nueva disputa internacional. La pregunta que surge es si Donald Trump hará algo al respecto. Hace unos días dijo que prefería no imponer, al menos por ahora, aranceles al gigante asiático.

Que esta situación se haga pública al inicio de su Gobierno genera reacciones inmediatas y de largo plazo. Aunque todos sabemos que la competencia es importante, la geopolítica y sus sutilezas en estos tiempos lo son aún más.

María Rosa Villalobos es editora de Economía y Día 1 de El Comercio.

Contenido Sugerido

Contenido GEC