Si Jorge Lanata no hubiera existido, los argentinos habrían tenido que inventarlo como periodista. “Y si vos me preguntás qué soy, digo: ‘lo que escribo’”, mencionó en una entrevista con El Comercio en 2007, poco antes de lanzar su nuevo diario Crítica, uno de los tantos proyectos que mantenían a Lanata vigente. Siempre en constante reinvención, Lanata continuaba desafiando con la agudeza de su palabra, incomodando a algunos y conectando con muchos más a lo largo de su extensa trayectoria, que ahora concluye con su partida a los 64 años.
La muerte del también conductor y escritor deja un vacío imposible de llenar en el periodismo argentino y latinoamericano. Reconocido por su perspicacia y estilo único, el periodista falleció el pasado domingo tras una prolongada lucha contra problemas de salud, que tenían como antecedente su internación en cinco ocasiones durante 2019 y una delicada operación en Nueva York en 2020, destinada a aliviar los dolores crónicos de su columna.
Durante este año, Lanata ingresó al Hospital Italiano de Buenos Aires el 14 de junio, donde permaneció durante tres meses debido a un infarto ocurrido mientras se encontraba realizándose un estudio programado. Luego fue trasladado a la Clínica Santa Catalina, un centro especializado en neurorrehabilitación. Sin embargo, complicaciones en su estado lo obligaron a regresar al Hospital Italiano.
Allí pasó Navidad con su familia, pero su salud continuó deteriorándose debido a una infección, neumonía y fiebre, que derivaron en problemas respiratorios, trombosis venosa profunda y la necesidad de múltiples drenajes por acumulación de líquido abdominal. Finalmente, falleció ayer.
Una vida de ficción
Desde sus comienzos como un joven periodista autodidacta hasta convertirse en una figura icónica del periodismo, Jorge Lanata vivió una existencia a la altura de las entrevistas que siempre buscó. “Prefiero poder entrevistar a gente que sufre, que tiembla, que vive los temas. No creo que los políticos sean eso. Los políticos me parecen máscaras”, comentó al medio La Tercera. A pesar de ello, su trayectoria estuvo marcada por un escrutinio implacable hacia el poder, consolidado especialmente a través de su programa televisivo “Periodismo Para Todos” y el destape de reconocidos casos de corrupción, tanto en la década de 1990 como durante la era kirchnerista.
Con solo 14 años, Lanata publicó su primer artículo en un medio local y, desde entonces, no dejó de crecer. En 1987, dio un golpe en el tablero mediático al fundar Página/12, un diario que redefinió las reglas del periodismo gráfico en Argentina por su enfoque crítico y su estilo audaz.
Su obra no se limitó al periodismo político. Lanata también exploró la literatura con más de diez libros, entre los que se encuentra “Argentinos”, donde analizó las raíces de la identidad nacional con un estilo accesible, pero incisivo. En su autobiografía “56″, publicada en 2017, ofreció una mirada íntima a su vida, incluyendo el descubrimiento, a los 55 años, de que había sido adoptado. Y tras la publicación de “Muertos de amor”, el escritor llegaría al Perú como parte de la Feria de Libro Ricardo Palma en el 2007.
A esto se le suma su faceta como actor participando en cintas como “El lado oscuro del corazón” (1992), “Constitución” (2000), “Deuda” (2004) –como codirector y guionista– y “Medianeras” (2010). En 2008 participó en el teatro en la obra La rotativa del Maipo junto al grupo Miranda! Ese mismo año, Lanata intentó una nueva revolución mediática con la creación del diario Crítica de la Argentina. Aunque el proyecto cerró dos años después.
Paralelamente, fue conductor de programas como Después de todo, “26 personas para salvar el mundo”, “BRIC”, “El argentino más inteligente”, “Malditos”, “Hora 25″, y en su faceta más reciente, Lanata incursionó en Star+ con su proyecto “Hache”.
La salud de Lanata, sin embargo, fue un constante desafío durante estos años. A pesar de estas adversidades, jamás dejó de trabajar. Incluso en sus últimos días, mantenía su aguda capacidad para cuestionar y señalar, fiel a su principio de que preguntar es la única manera de resistir.
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