Editorial El Comercio

Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (), en diciembre el índice de precios al consumidor de Lima Metropolitana –que no es otra cosa que la herramienta que las autoridades utilizan para medir la inflación en nuestro país– registró una variación interanual de 1,97%. Se trata de la cifra más baja en los últimos cuatro años, que permite constatar que, luego de un período particularmente agitado en la fluctuación de precios (que se abrió con la pandemia del COVID-19 y se prolongó con las crisis políticas, sociales y climáticas que le sucedieron), la vuelve a estar dentro del rango que el Banco Central de Reserva () considera bajo control.

La inflación no es un concepto económico más del que los ciudadanos escuchamos hablar cada cierto tiempo; es, de hecho, el que más se siente en los bolsillos –especialmente de los más pobres– y que se vuelve un verdadero dolor de cabeza cuando se desboca. Tener una inflación controlada significa, en pocas palabras, que la capacidad adquisitiva de las personas no sufrirá cambios bruscos (que no verán sus ingresos licuarse por el alza sostenida de precios). Esto, que afecta a todos, golpea especialmente a los que disponen de menos recursos. No por casualidad varios expertos pronostican que en unos meses, cuando el INEI revele las nuevas cifras de pobreza y pobreza extrema, estas habrán bajado.

Controlar la inflación, sin embargo, no es algo que se logre por pura suerte. Y mantenerla durante casi 28 años en un solo dígito –un verdadero récord en América Latina– es prueba de un trabajo serio, responsable y eficiente de parte del BCR y de su presidente desde el 2006, Julio Velarde. El Perú, de hecho, viene disfrutando del período de estabilidad monetaria más prolongado desde los años 50 en la región y su inflación anual es incluso inferior a la registrada por economías desarrolladas, como Estados Unidos y varios países europeos.

Sin embargo, sería un error creer que la continuidad de una política monetaria responsable está garantizada para siempre. Al Perú le costó mucho sufrimiento llegar a tenerla –recordemos el trauma de los años 80– y no faltan las voces de que en cada proceso electoral minimizan o desdeñan el trabajo realizado por el BCR y por Velarde. Por lo que, llegado el momento, la ciudadanía debería estar consciente de que su voto es también una forma de proteger la buena salud de nuestra moneda.

Editorial de El Comercio

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