El estafador de Tinder
2022
Netflix
Director:
Felicity Morris
Actores:
Simon Leviev
Género:
Documental
Duración:
1 h
Clasificación:
+16
"El estafador de Tinder" es una propuesta que nace de un artículo noruego en la revista VG. (Foto: Netflix/ Agencias)
"El estafador de Tinder" es una propuesta que nace de un artículo noruego en la revista VG. (Foto: Netflix/ Agencias)
Leslie A. Galván

En 2018, la noruega Cecilie Fjellhøy conoció a un hombre millonario llamado Simon Leviev mediante la aplicación de citas Tinder. El supuesto heredero de la compañía LLD Diamons, como se presentó ante ella, la impactó tanto que la usuaria de la app cayó rendida a los pies de su engaño. Pero todo acabó cuando él, ya teniendo mayor confianza, le pidió un préstamo de dinero y la amenazó. Indignada y asustada, denunció el caso ante las autoridades de Noruega e Inglaterra, este último era el país donde residía la víctima. La investigación del caso se llama “The Tinder Swindler” y fue publicada en tres partes en la revista de Noruega en febrero de 2019 por los periodistas Natalie Remøe Hansen, Kristoffer Kumar y Erlend Ofte Arntsen. Cuatro años después, ya tiene los derechos de la historia que actualmente se puede ver como documental con el título “El estafador de Tinder”.

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Aunque Tinder está lleno de , muchas mujeres continúan en riesgo de sufrir , estafas y o simplemente una mala experiencia. Si bien existen casos donde todo acaba en una , es muy curioso lo que está detrás de un match. A propósito de estos antecedentes, pregunté a cinco usuarias de la aplicación por sus experiencias en citas, e incluyo la mía, para saber qué tipo de cuidados toman en cuenta al concertar un encuentro con alguien. Por cuestiones de seguridad, solo usaré el nombre de pila de cada una, y en algunos casos, uno diferente a pedido de la persona.

¿SEXO EXPRESS?

La primera de ellas es Cala, quien descargó la aplicación en Cusco en diciembre del año pasado, cuando estaba de vacaciones en el Perú tras un largo viaje en el crucero donde trabaja. Las primeras veces que habló con los usuarios de la app, vio curiosa la forma tan directa de decir sus intenciones, así que preguntó a su amigo si era normal que un hombre vaya al grano en el chat, y él respondió: “sí, así funciona en Tinder”. “Pensé que era un código”, me comentó. Pero no lo era, e ingenuamente tuvo una experiencia que la dejó con el ánimo en el piso al ir por unos tragos en un bar con un hombre extranjero.

“Cuando nos sentamos, el chico me preguntó: ‘y bueno, ¿cómo es?’. Yo no entendía y él seguía: ‘pero estás en Tinder, ¿sabes cómo es esto, no? A mí no me engañas, sé cómo son las mujeres aquí’”, me cuenta Cala. Segundos después, se indignó, lo insultó por meterse con su nacionalidad latina y se fue del lugar, tal como recomienda la página de Tinder en la sección “conocerse en persona”: “No importa finalizar la cita antes de tiempo si se siente incómodo o incómoda. De hecho, esto es lo aconsejable. Y si sus instintos le dicen que algo no está bien o siente inseguridad, pida ayuda al camarero o al mozo”, se subraya en el texto.

Cala percibió la experiencia del “sexo express” en Tinder, como lo llama. Pues solo hace falta usar la aplicación por unos días y alcanzar unos pocos matchs para ver mensajes de hombres con intenciones sexuales en el primer “hola”. Según la psicóloga sexóloga Pierina Vergara, “el mundo está cambiando” y utilizar una aplicación para tener una cita es algo cada vez más común entre las mujeres. En su opinión, dos de las medidas de precaución que una persona debería tener es investigar el perfil del usuario en las redes sociales y “tangibilizar lo que está sucediendo”. Es decir, no crear expectativas en el momento que una persona ofrece, así como aceptar o rechazar situaciones, dependiendo “de lo que estás interesado en encontrar”, sea algo casual o una relación profunda.

CATFISH

“Uso la aplicación casi desde que salió. En ese entonces, terminé estando en una relación de casi dos años y fue una relación súper linda”, me comenta Zulema, quien vive en Panamá desde hace un año y asegura que todas las citas en la ciudad no necesariamente terminan en sexo, sino también en buenas amistades. Sin embargo, no está exenta de una mala experiencia. En una de las tantas, ella sintió el efecto “catfish” de Tinder, cuando un hombre de 36 años natural de Bosnia puso fotos antiguas en su perfil y el día que lo vio en persona parecía que “la vida lo había golpeado demasiado” en el rostro.

Zulema cuenta que, en Tinder, no siempre encuentras personas con las que te sientas cómoda, por lo que acuerda sus encuentros en lugares públicos y conocidos, en caso necesite un salida rápida. Además, siempre comparte con una amiga cercana que estará en una cita, y nunca acepta de primera un encuentro en la casa o departamento de la persona. Estas medidas también se encuentran entre las recomendaciones de la empresa, y se suman otras como “”: “Si conduce usted, le recomendamos tener un plan de emergencia, como una aplicación de viajes compartidos o un amigo para que le recoja”, dice el texto.

NO ERA LO QUE PARECÍA

No siempre hay historias de catfish a nivel físico. En mi experiencia, el hombre que parecía una persona amable y tierna resultó tener el mismo aspecto de sus fotografías, pero no la misma personalidad por escrito y en persona. No recuerdo su nombre, pero sí que no paraba de hablar de su nobleza. Había dedicado por lo menos 10 años de su vida al servicio militar en Estados Unidos y ahora ganaba suficiente dinero para viajar alrededor del mundo, huyendo del Estado “capitalista” y “con personas egoístas” donde nació, Ohio.

Por escrito, reía y mandaba audios. En la primera y única conversación que tuvimos, no demoramos tanto en quedar para vernos. Iba algo de 10 minutos retrasada a la hora que quedamos y entonces recibí una llamada de WhatsApp. Era él preguntando si iba a ir o no, de lo contrario cambiaría sus planes. Pensé que era justo no hacerle esperar y me apresuré. Ya en el restaurante, él hablaba de una obra de caridad que se le ocurrió cerca de la navidad: comprar 100 regalos para los niños de la calle. En persona, no paraba con el tema, por lo que noté que le interesaba y pregunté más al respecto. Como la conversación iba en inglés, él hablaba más que yo, cuando de pronto lo noté incómodo.

(Foto: Archivo El Comercio)
(Foto: Archivo El Comercio)

Sentí un malestar muy fuerte de su parte, de amable pasó a confundido y molesto. Se echó para atrás y de inmediato recomendé que, si se sentía incómodo, podíamos terminar la cita. “Haz lo que quieras”, me dijo. La conversación continúo entre silencios y preguntas sobre sus intereses, la hija que tuvo con una colombiana en una noche casual y la razón de su bondad con las personas. Nunca preguntó por mí o lo que me gustaba. Y entonces reveló que él disfrutaba confrontando a las personas para ver qué tanto lo toleran, por lo que ponerme en esa posición de reacción era parte de su plan. Finalmente, cambiamos el tema a la música. Me dijo que le dijera dos palabras y con eso crearía un rap. En medio de la canción, que iniciaba con “esta perra” y una sugerencia de que la noche terminara en sexo, me preguntaba por qué seguía sentada frente a él.

Llegó el fin de la comida, después de que despreciara la pizza y consumiera tabaco masticable de una lata que tenía en el bolsillo. Decidí irme, porque la noche ya no daba para más. Él insistió en pagar la cuenta y solo me quedó darle las gracias, antes de escuchar que le preguntaba al mozo por algún dealer de cocaína en la ciudad. En la puerta del restaurante, quise ser amable para no tener problemas e irme rápidamente, pero él estaba muy preocupado hablando con un hombre en la calle que sabía dónde vendían la droga. Ya de regreso a mi casa, me escribió para decirme: “Ni siquiera dijiste gracias”.

UNA MALA CONVERSACIÓN

La profesora de secundaria, Jenit, también tuvo una mala experiencia con un hombre católico que insistió en cuestionar su uso de Tinder. Notó en él una personalidad “machista”, pues la juzgaba por no estar de acuerdo con la posición de que las mujeres “no deberían trabajar”, sino “estar en la casa”. Él no tenía intenciones de caer bien, pues la razón de estar sentado con ella era que “Dios le habló” y le dio una señal para estar ahí. Pero la usuaria de la aplicación no es nueva en el terreno y sabía cómo zafarse de la situación.

“Siempre mando mi ubicación en tiempo real a un amigo y tengo una palabra clave con él para saber si es que estoy en peligro. Si se la escribo, significa que tiene que tomar medidas. Eso es lo que haría ya en el extremo. Y siempre trato de estar conectada hablando con alguien, o mando una historia en Instagram para que las personas sepan dónde estoy”, comenta Jenit.

Además, ella no da mucha información personal en las primeras conversaciones de Tinder, tampoco da “like” a un hombre que tenga solo una foto de perfil y quita el match a quienes hacen comentarios fuera de lugar, mandan fotografías sexuales o son estafadores de criptomonedas. “Me pasó con un coreano que comenzó a molestar con que invierta en las monedas digitales y me pasaba capturas de las páginas web sobre el tema, creo que algo sobre la contraseña. Y eso fue algo que me olió mal”, recuerda Jenit. Estos son perfiles que más de una mujer se encuentra en la app y los reconoces cuando la persona elimina la cuenta y crea una nueva con fotografías del mismo rostro en otros lugares. Cada vez que alguien aparece por segunda vez entre las opciones, a pesar de haberlo rechazado, es porque la cuenta volvió de cero. Y cuando esto sucede varias veces, es mejor reconocerlo.

(Foto: Netflix)
(Foto: Netflix)

Con la misma intuición, actúa Thalía, una profesional y madre soltera que, cuando conoce a alguien, en primer lugar pregunta a los hombres su nombre y apellido, antes de verificar todas sus redes sociales, incluyendo Linkedin. “No es por stalkear, sino por velar por mi seguridad”, dice. En su experiencia, ha visitado departamentos confortables, excepto una vez. Se topó con un hombre que la invitó a su hogar y le recitó el monólogo de un show de stand-up comedy propio “que no daba risa”. El lugar estaba desordenado y olía a humo de droga. Se sintió como en “una escena del Guasón” en la que “tenía que reír” aunque no quería, pero pudo salir pronto de ahí. Después de aquella mala experiencia, ella toma las medidas de seguridad necesarias para no ponerse en riesgo.

“A mí Tinder me parece útil, porque te permite conocer a personas que te gustan. Te ahorra un montón de tiempo. Luego de usarla, aprendes que todo no es físico. En principio sí lo es, porque si te gusta, haces match, pero si además del físico, la persona te parece interesante como para salir, salen y genial. La diferencia es lo virtual. A veces sientes algo al escribirte con alguien, pero en persona es distinto. Es una experiencia simpática, solo trato de ir con el celular cargado y aviso a mi familia”, me comenta Thalía.

BOTÓN DE PÁNICO

Por desgracia, el botón de pánico de seguridad de Tinder solo está disponible para la aplicación en Estados Unidos. Su nombre es y se suma a los consejos de seguridad de la empresa para tener una buena experiencia en citas. Esta opción permite a la persona cronometrar la cita y aprobar el tiempo de espera, en caso de tener una emergencia. En la región, existe la posibilidad de verificar el perfil del usuario, en este caso, la pantalla reconoce el rostro de la persona y lo compara con las fotografías para agregar un check azul al lado del nombre. En oportunidades falla, aunque hay varios perfiles que cuentan con el símbolo.

(Foto: Tinder)
(Foto: Tinder)

Además, en su , la empresa advierte de seis puntos importantes al utilizar la aplicación: nunca enviar dinero o compartir información financiera, proteger la información personal, permanecer en la plataforma y no derivarse a otras aplicaciones para seguir la conversación, tener cuidado con las relaciones a distancia y en el extranjero, informar todo comportamiento sospechoso y ofensivo, y proteger la cuenta con una contraseña muy segura. En teoría, cualquiera que sigas estas indicaciones y agregue a eso un poco de intuición estará segura, pero nunca faltan las malas experiencias. Así que el mejor consejo es estar siempre alerta.

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