El gobierno argentino ha creado una plataforma que permite a los ciudadanos y empresas reportar exigencias burocráticas absurdas. (EFE/Juan Ignacio Roncoroni)
El gobierno argentino ha creado una plataforma que permite a los ciudadanos y empresas reportar exigencias burocráticas absurdas. (EFE/Juan Ignacio Roncoroni)
/ Juan Ignacio Roncoroni
Alejandro Falla

“Queremos que la burocracia te deje de molestar”. “Nada mejor que el ciudadano para decirnos donde el Estado molesta sin sentido”. Con estos mensajes, voceros del gobierno anunciaron la creación de una plataforma que permite a los ciudadanos y empresas reportar la existencia de exigencias burocráticas absurdas que frenan el desarrollo de actividades económicas y distorsionan la competencia.

Con esa información, se solicitará directamente a las entidades públicas involucradas que remuevan dichos obstáculos. No es una broma de mal gusto por el Día de los Inocentes. Lamentablemente no sucedió en el Perú, sino en Argentina.

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Hace poco el Gobierno Argentino solicitó al Ministerio de Desregulación y Trasformación del Estado –tremendo nombre– que desarrolle una plataforma para que los ciudadanos colaboren identificando obstáculos normativos que afectan el funcionamiento de empresas, generen barreras de entrada al mercado, limiten la competencia, o simplemente impongan requisitos innecesarios.

En apenas ocho horas de funcionamiento de la plataforma (Reportá la Burocracia) se registraron más de 1.300 denuncias. En una de ellas, una persona que había hecho una inversión de US$30.000 en la importación de juguetes se quejaba de haber tenido que gastar US$5.000 adicionales en realizar pruebas para la homologación de los productos en el país, pese a contar con certificaciones de otros países.

Esto es un ejemplo reciente de las cosas que se vienen haciendo en Argentina para desregular las actividades económicas y simplificar la vida de la gente. Otro ejemplo es la desregulación del régimen de alquileres. Se ha dejado en libertad de las partes fijar la duración y la renta en la moneda de su elección.

Antes los contratos de arrendamiento (cualquiera fuere su destino) no podían celebrarse por menos de tres años; si se pactaba un plazo menor, se entendía fijado por dicho plazo. La renta debía fijarse en moneda nacional y ajustarse en función de un índice oficial.

Según información oficial, la desregulación habría generado un incremento en la oferta de propiedades para alquiler (en 204%) y una disminución de las rentas en términos reales (24%). También se han eliminado regulaciones que forzaban a las entidades públicas a contratar los servicios de empresas públicas (Aerolíneas Argentinas, Correo Argentino, Banco de la Nación, YPF, etc.) que afectaban la competencia y elevaban los gastos del propio Estado.

Igual suerte han corrido las regulaciones de precios que terminaban perjudicando a los consumidores (Ley de abastecimiento y de precios mínimos a productores de yerba mate). Mas allá de las extravagancias de Milei, debemos reconocer el entusiasmo de su gobierno por liberar a su gente de regulaciones que hacen daño.

Nosotros no solo hemos perdido el apetito por desregular, sino que vamos en sentido contrario. Basta mirar las recientes iniciativas del Congreso de la República que buscan establecer la colegiatura obligatoria de todos los profesionales. Como dice la canción, “no llores por mí, Argentina”. Ojalá los Reyes Magos nos regalen un poquito del entusiasmo argentino por desregular. ¡Felices fiestas!

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