
En 1992, Clint Eastwood estrenaba “Los imperdonables” (“Unforgiven”). Tenía 62 años de edad en ese entonces, pero el recorrido suficiente para dirigir y protagonizar un western crepuscular que se permitía reflexionar sobre el paso (y el peso) del tiempo, sobre culpas imposibles de expiar, y moralidades en entredicho. Su William Munny era un forajido retirado y devenido en granjero; un pistolero al que ya le costaba subirse a un caballo, pero que decidía enfrentarse a un sheriff canallesco interpretado por el inigualable, y recientemente fallecido, Gene Hackman.
Quién hubiese dicho que, más de 30 años después de esa película que sonaba como a canto de cisne, Eastwood desarrollaría una filmografía tan sólida y que seguiría vigente hasta hoy. Ciñámonos solo a su faceta de director: luego de “Los imperdonables”, el buen Clint dirigiría “Un mundo perfecto” (1993), “Los puentes de Madison” (1995), “Río místico” (2003), “Million Dollar Baby” (2005), el díptico “La conquista del honor”/”Cartas de Iwo Jima” (2006), “Gran Torino” (2008), por mencionar únicamente las que nos parecen más destacables.
Eastwood está cerca de cumplir 95 años y el año pasado lanzó su mejor película en varios años: “Jurado N°2″, un thriller jurídico que combina elementos de “12 hombres en pugna” y “Rashomon” para desarrollar un reflexivo estudio de personajes y plantear un dilema inteligentísimo, sin respuesta concretas ni sentencias tajantes. Sorprende por eso que una cinta que no deja de ser clásica, que tiene potencial de taquilla, y que incluso cuenta con rostros reconocibles (Nicholas Hoult, Toni Collette, J.K. Simmons), haya sido invisibilizada en los Óscar a celebrarse esta noche. Ni una sola nominación para un autor cuyo apellido es casi sinónimo de Hollywood.

Un creador incómodo
Para la crítica Leny Fernández, el de Eastwood es un “cine sin aspavientos visuales ni trampas sentimentales, que no cede a la estética de los videoclips o a las mieles de las historias políticamente correctas”; sin embargo, la razón por la que habría sido ignorado por la Academia respondería más bien a su postura conservadora en tiempos en que cualquier disidencia ideológica puede ser “cancelable”.
“Eastwood lleva tiempo siendo ignorado por los premios más populares en Hollywood por su filiación política, una que ha sido mal entendida, pues basta ver sus películas para darse cuenta”, aclara Fernández. Vale señalar, además, que el maltrato a Eastwood y su “Jurado N°2″ no se da solo en el marco de los Óscar. La propia distribución de la película, a cargo de la productora Warner Bros., fue penosa: estrenada en menos de 50 salas estadounidenses, durante tiempo muy limitado, y luego arrinconada en el laberíntico terreno del streaming (está en Max) y su fluctuante y caprichoso algoritmo.

“Un maestro como Eastwood no tiene lugar y tampoco rinde beneficios para esos estudios que solo trabajan por y para los números”, agrega Leny Fernández. “Considero que se encuentra en una posición poco cómoda dentro de una industria que, cada vez más, apuesta por ‘blockbusters de superhéroes’ (es el caso de ‘Superman’, por ejemplo); sobre videojuegos (ya viene ‘Minecraft’) o de terror facilón (otra más de la saga ‘Destino final’), para dejar poco espacio a los creadores que deben cumplir el requisito indispensable de haber probado conciliar su arte con la taquilla”.
“Esos cerdos se están desquitando de mis crueldades”, decía el William Munny de “Los imperdonables” cuando meditaba sobre su oscuro pasado y su decadente presente. El pasado de Eastwood no fue oscuro y su presente no tiene nada decadente, pero aún así hay quienes parecen estar desquitándose con él. Los imperdonables son ellos. SEPA MÁS Cuatro premios Óscar tiene Clint en su carrera. En 1993 obtuvo los de mejor director y mejor película por “Los imperdonables” y en 2005 hizo lo propio por “Million Dollar Baby”.
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Cuatro premios Óscar tiene Clint en su carrera. En 1993 obtuvo los de mejor director y mejor película por “Los imperdonables” y en 2005 hizo lo propio por “Million Dollar Baby”.