El general San Martín proclamando la Independencia del Perú, el 28 de julio de 1821. Autor: Juan Lepiani (1904).
El general San Martín proclamando la Independencia del Perú, el 28 de julio de 1821. Autor: Juan Lepiani (1904).
Jorge Valenzuela Garcés

Los últimos años de la dominación colonial en el Perú, es decir, los que corren desde 1780 hasta 1830, son considerados decisivos para lo que historiadoras como Margarita Guerra consideran que será el futuro de nuestro país, desde su fundación como república hasta hoy. Así lo piensa, también, el conjunto de historiadores que ha dado vida a un notable libro: El proceso de la Independencia del Perú desde el bicentenario ( Universidad Ricardo Palma-Academia Nacional de Historia, 2021 ), un impresionante esfuerzo por saldar deudas con nuestro convulso pasado y nuestro presente cada vez más incierto.

¿Cómo conciliar, durante aquellos años, la mirada de los que defendían el statu quo con las propuestas reformistas de quienes buscaban leves cambios, y, a su vez, estas con la de aquellos que consideraban la revolución como la única salida posible para apartarse radicalmente del control peninsular? ¿Cómo armonizar las profundas contradicciones étnicas de nuestra sociedad, materializadas en las expectativas de los herederos de los vencidos, con aquellas de los criollos que controlaban los mecanismos de discriminación económica y social, es decir, de poder?

El libro (dos volúmenes de más de quinientas páginas cada uno) se ocupa, sin duda, de un momento en que el Perú existe como un ideal, como una abstracción, como un grave problema y, a la vez, como una gran posibilidad, ese enigma que Jorge Basadre supo identificar bien rastreando, precisamente, en nuestro pasado, las huellas de nuestro fracaso, pero también de nuestra esperanza.

Son 25 estudios, divididos en diez secciones, y una reflexión final, que se vuelcan a indagar en temas como la composición de la sociedad colonial; las ideas económicas que se discutían entonces; las formas de trabajo en el contexto de la independencia; el papel de la evangelización en el propósito de mantener el orden establecido; las relaciones del Estado y la Iglesia; el estado de la cultura, el mundo editorial, la literatura, la pintura y la educación afectados por el cambio político; las rebeliones y conspiraciones regionales que adelantaron la independencia; el rol del general San Martín; la simbología de la emancipación; el debate sobre la forma de Gobierno, el Congreso Constituyente y el gobierno de José de la Riva-Agüero; la administración de la justicia; y el papel de Simón Bolívar en el final de la guerra independentista.

"El proceso de la independencia del Perú desde el Bicentenario".
"El proceso de la independencia del Perú desde el Bicentenario".

—Dos Perúes—

El libro presenta dos Perúes, dos miradas llenas de prejuicios (aunque una con más derecho que otra a reclamar justicia) que vivían a su manera el vínculo con España, un vínculo que agonizaba por la crisis que atravesaba el Imperio, pero que a muchos les convenía mantener a pesar de todo. Debió ser emocionante ver nacer a un Perú con muletas y a sus ciudadanos con nuevos derechos y obligaciones; verlo romper su cordón umbilical; observar el feroz debate entre las diversas posibilidades de administrar el poder de manera independiente, sobre todo, cuando el país se mostraba tan fragmentado, tan heterogéneo.

¿Cómo alcanzar la representatividad política y hacerla legítima cuando el caos imperaba y lo inestable era el signo de lo político? ¿Cómo relacionar a los habitantes con la democracia en un país como el Perú que, a fines del siglo XVIII, solo habilitaba a un escaso número de personas para votar y ser elegidas? ¿Cómo sortear el permanente riesgo de caer en la represión y la muerte cuando el naciente país se mostraba ingobernable? ¿Cómo ejercer justicia si ciertos intereses personales y de grupo (clase) la habían secuestrado para su propio provecho? ¿Cómo salvar las profundas desigualdades que entonces impedían referirnos a nosotros mismos como una sociedad de ciudadanos libres?

Estas y algunas preguntas más siguen sin ser contestadas y demandan una urgente respuesta si queremos llegar a ser una república estable. Cualquiera que conozca nuestra realidad podrá decir que poco ha cambiado en estos doscientos años con respecto al modo como nos relacionamos con nosotros mismos, en la manera en que el desprecio por el otro sigue tan vivo como entonces. Todo cambio de situación siempre supone un trauma que debemos manejar y superar aceptando las nuevas condiciones. A eso llaman adultez. Esta colección de estudios es una prueba de que aquellas interrogantes siguen presentes estimulando nuestro amor por el Perú desde el momento que decidimos ser libres.

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