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Angus Laurie

Hace pocas semanas, escribí sobre la necesidad de establecer reglas sobre los scooters eléctricos o monopatines para evitar conflictos entre los usuarios de las veredas. Al mismo tiempo, resalté que los scooters representan una gran oportunidad para la ciudad.

Esta nueva modalidad es el primer paso hacia un cambio mayor. Junto con ellos, podríamos esperar bicicletas compartidas sin anclaje, bicicletas eléctricas compartidas, vehículos compartidos e, incluso, motos compartidas.

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A diferencia del sistema de transporte público desintegrado que tenemos, a estos sistemas se accede a través de aplicaciones. En otras ciudades, los diferentes sistemas de micromovilidad han sido integrados dentro de una sola app que puede dar al usuario información sobre la mejor manera de ir del punto A hacia el B. Una vez que existen varias empresas ofreciendo servicios de movilidad compartida, un usuario puede decidir entre scooter, bicicleta, taxi, moto, metro, etc.; usando como referencia el costo, tiempo y la diversión o confort que pueda tener en el viaje.

Al inicio, la llegada de los scooters generó algunos problemas en varias ciudades. En Lima, los pocos distritos donde operan han tenido que establecer reglas para ordenar el servicio. El riesgo de esto es la posibilidad de que, a largo plazo, se genere el mismo problema de siempre donde existen 50 diferentes sistemas de reglas sobre cómo manejar y estacionar los scooters en los diferentes distritos de la gran Lima. Lo ideal sería que existiese un solo conjunto de reglas para toda la ciudad.

Además, este conjunto de reglas debería tomar en cuenta que los scooters son solamente una pequeña parte de una transformación mayor. Cualquier regla debe ser lo suficientemente flexible para ser aplicable a los futuros sistemas de movilidad compartida que llegarán en los próximos meses.

Con esta realidad, el término ‘ciclovía’ también ha llegado a su fecha de vencimiento. Podríamos reimaginar la ciclovía como un corredor de micromovilidad que incorpore cualquier modo que tenga un peso y velocidad similar a una persona en bicicleta.

Los corredores flexibles que pueden ser utilizados por personas en patines, scooters, skateboards y bicicletas pueden generar mucha más visibilidad para la micromovilidad, creando un cambio en la actitud de los choferes de los autos y, poco a poco, promover mayor seguridad vial para todos.

La llegada de sistemas de movilidad compartida sin anclaje a Lima es una gran oportunidad, pero hay que aprovecharla de la mejor manera. Mientras las municipalidades trabajan para asegurar que estos nuevos sistemas no generen conflictos con los peatones en las veredas, en paralelo, es urgente que se promuevan calles seguras y corredores de micromovilidad para facilitar el uso de estos nuevos sistemas.

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