La crisis sanitaria que estamos atravesando nos ha obligado a vestir de manera obligatoria un nueva prenda: la mascarilla. Por las calles han desfilado de todas la formas y colores robándonos una que otra sonrisa por el ingenio empleado por algunas personas, pero lo cierto es que la gran mayoría de estas no llegan protegernos del todo. Tan solo las mascarillas quirúrgicas, las N95 y las FFP1 aseguran un 95% de protección contra el virus, pero el escultor peruano Juan Ernesto Pacheco asegura que aún no hemos agotado todas las posibilidades.
Desde su cuenta de Facebook, el artista sorprendió a sus seguidores al publicar una imagen en la que se le puede ver vistiendo una mascarilla fabricada enteramente de alambres de cobre. “La idea nace a partir de una noticia que mostraba cómo en Japón se vienen realizando protectores de este material precisamente por su propiedad antiviral. En ese momento pensé que yo podría fabricar ese tipo de mascarillas”, señaló Pacheco en conversación con El Comercio.
Inspiración oriental
El departamento de desarrollo e innovación de la Universidad de Gunma en Japón se unió a la empresa Meisei Industry Co. con el fin de elaborar una lámina de cobre que pueda ser adaptado a diferentes productos, entre ellos una mascarilla. “La capa tiene un efecto esterilizador semipermanente que genera que el virus pierda la capacidad de generar alguna infección”, señala un artículo del periódico nipón The Mainichi.
Aunque Juan Ernesto Pacheco asegura que, al igual que los investigadores japoneses, espera la pronta circulación de este tipo de mascarillas en el mercado, su trabajo cuenta con una connotación artística vinculada a una performance que él mismo ha denominado como “Mascarilla COVID-19”. “Al salir por la calle vistiendo mi trabajo espero ver las reacciones de las personas. Deseo conocer los vínculos que pueden generar cuando ven la mascarilla”, agrega.
Primeras reacciones
No han sido pocos los que le han recomendado evitar el uso de este material sobre su cuerpo y a todos ellos aprovecha en señalar las bondades antivirales de este material resaltando, especialmente, el hecho de que esta mascarilla tendría una efectividad del 99.99% de protección frente al virus. Pero las reacciones no solo se han limitado al componente empleado, sino también a lo que puede representar para cada espectador dicha prenda.
“Ninguno de los que me ha visto en la calle ha podido ocultar su rostro de sorpresa y los que se han acercado siempre me comentan que tengo una apariencia de serpiente cada vez que uso la mascarilla. Ese tipo de vínculos que realiza el espectador son los que me interesan en mi performance”, dice en relación a las reacciones que ha venido generando con el público que por el momento tan solo se limita a aquellos con quienes se cruza durante las compras pues la situación actual así lo exige.
Manos a la obra
Fueron necesarios tres días en lo que empleo ocho horas de cada uno para crear la primera versión de su mascarilla de cobre. Tras unos rápidos cálculos, Pacheco asegura que la mascarilla que usa tendría un costo de S/. 120 soles, teniendo en cuenta el costo del material y el tiempo de trabajo, pero ese es un precio fuera del alcance de la gran mayoría si acaso tiene planeado poner en circulación su trabajo.
Como joyero es consciente de aquel es un precio imposible de solicitar, así que calibrando una de las máquinas con las que trabaja y usando ocho hebras de cobre, conseguiría que el producto final de 40 gramos de peso tuviera un valor final de S/. 12 soles. “Que este producto esté al alcance de más personas depende del levantamiento de restricciones de circulación que puedan anunciarse durante los próximos días. Una vez que tengamos acceso a nuestras máquinas de preparación esperamos iniciar la producción de este producto”, indica el artista.
Una vez que esta peculiar mascarilla esté disponible para más personas no solo estaremos más protegidos frente al virus que ha cambiado por completo nuestro estilo de vida, sino que podremos conocer más sobre la propuesta artística de Pacheco que se basa principalmente en las experiencias que puedan suscitarse al emplear el artefacto elaborado. Tan solo es cuestión de tiempo.