“La música es tiempo real. Es como pintar un cuadro y quemarlo después”. El argentino no se retira. “Le doy la vida a la música”, ha dicho. (Foto: AFP)
“La música es tiempo real. Es como pintar un cuadro y quemarlo después”. El argentino no se retira. “Le doy la vida a la música”, ha dicho. (Foto: AFP)
/ BRIDGET BENNETT
Czar Gutiérrez

Quince discos de estudio, seis en vivo, diez recopilatorios, 66 apariciones en otros discos, dos bandas sonoras, dos presencias en el cine, dos programas de radio y una multitud de premios y nominaciones lo convierten en un sujeto altamente respetable, sin duda. En medio de la gira de presentaciones de su nuevo disco “Cargar la suerte”, (Buenos Aires, 1961) se detiene a pensar en el Perú a partir de ese verano de 1985 cuando vino con Los Abuelos de la Nada para la Teletón y se quedó una semana en casa de Miki González.

“Aquella semana en Lima fue una delicia. Íbamos en el coche de Miki a comer mejillones y a escuchar música en la playa. Junto a Daniel [Melingo] hicimos alguna tocada con cajón peruano, luego ya en Buenos Aires, grabaríamos las colaboraciones para su disco [“Puedes ser tú”]. Pero allá nos dedicamos básicamente a pasarla bien. Recuerdo el Volkswagen a la playa, escuchando a Leo M. y a Patricio Rey como si fuera un sueño”.

—¿Y qué te suscita el Perú actual?

Perú es el reducto austral de la salsa. La conocen, vieron a Lavoe en vivo. Además del ‘boom’ europeo de la chicha en los 90, creo que los más influyentes en la cultura del siglo XXI son Gastón [Acurio], que convirtió su cocina en líder mundial de gastronomía, y [el torero] Andrés Roca Rey. En condiciones normales serían portada de la revista “Time”. Lo de Andrés es muy grande, tienen que estar muy orgullosos del maestro.

—El arco temporal entre el candombe de Raíces hasta Cargar la Suerte –pasando por B.O.V. Dombe, Ray Milland Band, Los Abuelos, Los Rodríguez, etc.– compromete seriamente la médula del rock en español. ¿Cómo asumes ese peso histórico?

Me enfrento al siguiente recital. Estamos promediando una gira comprometida y exigente de dos años. Me gustaría tener cabeza o tiempo para preparar más discos. Una gira genera expectativas, incluso ansiedad. Pero hacemos lo posible, disfrutamos de un recital bueno. Todos los músicos nos asumimos y nos enfrentamos a veces con nosotros mismos. No asumo el peso histórico, tengo dos horas para cantar y tener buenas sensaciones en el escenario. La música es tiempo real. Es como pintar un cuadro y quemarlo después.

—Dylan te extiende la mano, te dice “tenía muchas ganas de conocerte” y tú sigues vivo. ¿Eso es la inmortalidad?

No creo, eran las bambalinas de un teatro en Gijón y llevábamos un buen pedo con mi amigo Carlos. La ‘posteridad’ en la música son 50 años. Que no nos constan porque la posteridad no nos comprende. La muerte nos prefiere vivos.

—Dijiste que querías retirarte joven y ser el más nómade de los sedentarios.

Ya no puedo retirarme joven. Le doy la vida a la música. Soy nómade de oficio (“el destino refluye en mis orillas alas color aceituna y Río de la Plata”). La vida, como un toro, se divide en tres tercios. Tocar, viajar y quedarme en casa. No paso mucho tiempo en el mismo lugar; sin embargo, me considero de naturaleza sedentaria. Nacimos equivocados. De este año voy a recordar la levedad positiva de vivir solo y una gira muy buena.

—También dijiste que te gustaría que se descubrieran tus grabaciones más ‘ásperas’ a tiempo. ¿En qué medida “Mil horas”, “Sin documentos”, “Flaca” o “Te quiero igual” son capaces de obliterar una obra de 15 discos ejemplares?

Las canciones que mencionas trascienden a la persona. No me pertenecen, las cantan en toda América, en cumpleaños y bautizos. He decidido considerar la música como algo que ocurre en tiempo real. Los discos son mensajes en una botella. No hay justicia para los discos y casi siempre son experimentos no siempre exitosos.

—Coincidiste con Cerati en The Morgan, Stress, Los Estereotipos y Proyecto Erek-to. ¿Cuál es su legado?

Pasión o deseo, quizá las dos cosas. Al volumen de obra y triunfos de Gustavo con Soda y en solitario no se accede solo con voluntad, talento y canciones. Gustavo es contemporáneo y popular, muy querido. En las grabaciones como en el escenario buscaba la excelencia y cantaba siempre bien.

—“Todo lo que tiene sonidos negros tiene duende”, dice el faraón del cante jondo. ¿De qué color es tu música?

Los músicos blancos vestimos de negro, honramos el luto. Sobran los motivos para llevarlo puesto. García Lorca define el duende como ese espíritu inexplicable que se le aparece solo a algunos artistas en Andalucía. Los cantantes aprendemos del blues, del flamenco y del son de Puerto Rico. Río color neón, España rojigualda, sangre de negros y diamantes en almíbar. Esos colores. Viva la música.

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Lugar: Plaza Arena Jockey (Surco). Fecha: 29 de marzo del 2020. Entradas: disponibles desde este jueves 28 de noviembre en Teleticket.


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