Katmandú. Hace unos años, Kami Rita Sherpa, un alpinista y guía veterano, se encontró con una imagen espantosa en el campamento base del monte Everest. Unos huesos humanos emergían del suelo, lisos y cubiertos de hielo.
No fue una casualidad. En las temporadas subsecuentes surgieron más restos: un cráneo, dedos, partes de piernas. Los guías creen, cada vez con más frecuencia, que sus descubrimientos encajan en un progreso más amplio en la montaña más alta del mundo: un clima más caliente ha estado desenterrando alpinistas que nunca lograron regresar a casa.
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“La nieve se está derritiendo y los cuerpos están saliendo a la superficie”, comentó Rita Sherpa, quien ha alcanzado la cima del Everest en veinticuatro ocasiones, un récord mundial. “Encontrar huesos se ha vuelto habitual para nosotros”.
En las temporadas pasadas, los alpinistas afirman que han visto más cuerpos que nunca, yaciendo en las gélidas pendientes del Everest. Tanto los alpinistas como el gobierno nepalés creen que se trata de un sombrío resultado del cambio climático, que está derritiendo los glaciares de la montaña con gran rapidez y, en ese proceso, está exponiendo huesos, botas viejas y cadáveres completos de misiones fatales de hace décadas.
El gobierno nepalés está luchando para determinar qué hacer. Podría haber más de cien cuerpos en el Everest y hay una discusión vigente para decidir si los recuperan o los dejan ahí. Algunos alpinistas creen que sus camaradas caídos se han vuelto parte de la montaña y deben permanecer de ese modo. Algunos cuerpos están increíblemente bien conservados: las parkas decoloradas por el sol delinean los rostros congelados que se tornan del color del carbón.
Gelje Sherpa, un guía que ha alcanzado la cumbre en seis ocasiones, afirmó que la primera vez que escaló el Everest en el 2008 descubrió tres cuerpos. Durante una temporada reciente, por lo menos vio el doble de esa cifra.
“Con frecuencia las imágenes me persiguen”, dijo.
En las últimas seis décadas, aproximadamente trescientos alpinistas han fallecido durante las expediciones al Everest, la mayoría a causa de tormentas, caídas o el mal de montaña. Esta temporada ha sido una de las más mortales, con al menos once muertes, algunas atribuibles en parte a un exceso de alpinistas en la montaña.
El gobierno nepalés afirmó el 29 de mayo que, para evitar los congestionamientos y la conducta indisciplinada en la cumbre, estaba contemplando cambiar las reglas en cuanto a quién puede escalar la montaña.
Ang Tshering Sherpa, expresidente de la Asociación Nepalesa de Montañismo, calculó que los cuerpos de al menos una tercera parte de todos los que han muerto en el Everest siguen ahí. Algunos están en fragmentos, desmembrados por las avalanchas, afirmó.
Es muy peligroso recuperar los cadáveres de la cima de la montaña. Un cuerpo congelado puede pesar más de 130 kilogramos. Cargar peso extra mientras pasan sobre profundas grietas con caídas escarpadas y un clima errático podría poner a más alpinistas en grave peligro.
Aun así, algunas familias han insistido en recuperar los cuerpos de sus seres queridos, lo que implica una misión por separado que puede costar decenas de miles de dólares. En general, los cadáveres de los alpinistas que murieron por encima de los 6400 metros se quedan ahí.
“En la montaña todo se sopesa contra el riesgo de muerte”, comentó Ang Tshering Sherpa. “De ser posible, es mejor bajar a los cadáveres, pero los alpinistas siempre deben priorizar la seguridad. Los cadáveres pueden costarles la vida”.
(Los guías en los Himalayas reciben el nombre de sherpas, aunque no todos son parte de ese grupo étnico del que muchos toman su apellido).
Los cuerpos que están surgiendo son parte de un cambio más grande en la montaña. En la década pasada, el cambio climático ha reconfigurado con gran velocidad toda la región del Himalaya.
El número de personas que intentan escalar el Everest se ha incrementado, lo que ha causado una saturación que algunos guías creen que ha contribuido a un aumento repentino en muertes esta temporada. (Prakash Mathema/Agence France-Presse — Getty Images).
La línea de la nieve en el Everest es más alta de lo que era hace unos años. Áreas que en otros tiempos estaban cubiertas de un hielo denso, ahora están expuestas. Los alpinistas han cambiado las hachas para hielo por clavos de escalada que se martillan en las grietas de las paredes de la montaña.
En el 2016, el ejército de Nepal drenó un lago cercano al Everest después de que un veloz deshielo glacial amenazaba con provocar una corriente de bajada catastrófica. Este año, un estudio descubrió que el tamaño de los cuerpos de agua en la cima de los glaciares en toda la región del Everest (que puede ser tanto un indicio de deshielo como un detonante para acelerarlo) tuvo un incremento considerable en los tres años anteriores, al superar por mucho el índice de cambio de la primera década y media de los dos mil.
A Kami Rita Sherpa le preocupaba que escalar el Everest, que se encuentra cerca de un enorme glaciar y se extiende por la frontera entre Nepal y el Tíbet, se estuviera volviendo más complejo, un suceso problemático a medida que la montaña sigue siendo promocionada y sigue atrayendo alpinistas inexpertos.
“Si el hielo se sigue derritiendo, en el futuro será más difícil alcanzar la cima”.
El pronóstico es desalentador. En un estudio acerca del calentamiento a grandes alturas publicado en febrero, los investigadores advirtieron que, incluso si se cumplen los objetivos más ambiciosos de la lucha contra el cambio climático, una tercera parte de los glaciares del Himalaya se derretirá hacia finales del siglo. De acuerdo con el informe Evaluación del Himalaya y el Hindú Kush, si el calentamiento global y las emisiones de gas de efecto invernadero continúan a los niveles actuales, la cifra podría incrementar a dos terceras partes.
El informe menciona el calentamiento dependiente de la altitud. Es bien sabido que los cambios de temperatura debidos a los gases de efecto invernadero se amplifican a alturas mayores, como sucede en el Ártico, pero cada vez hay más pruebas de que los índices de calentamiento también aumentan a altitudes más elevadas.
Dandu Raj Ghimire, director general del Departamento de Turismo de Nepal, que supervisa las expediciones de montaña, afirmó que la aparición de cadáveres es un indicador de cómo ha cambiado la región. Después de que los sherpas reportaron el hallazgo de varios cuerpos el año pasado, la oficina de Ghimire comenzó a buscar maneras de recuperarlos de forma segura.
Antes de la temporada primaveral de ascensos de este año —que por lo general se extiende hasta finales de mayo—, el Ministerio de Turismo de Nepal les solicitó a los directores de expedición que recopilaran listas de los montañistas fallecidos que fueron dejados en el Everest y en otras cumbres.
Este año, los voluntarios han recogido más de 9000 kilogramos de basura (botellas de plástico, cuerdas viejas, tiendas de campaña, latas de alimentos) del Everest. El ejercicio también fue interpretado como una oportunidad para recuperar los cuerpos. En abril, se encontraron otras cuatro personas no identificadas en la montaña.
Ghimire aseguró que los restos habían sido llevados a Katmandú para que se les practicara la necropsia. Si no logran identificarlos, la policía cremará o incinerará los cuerpos.
“En definitiva bajaremos todos los objetos que han surgido del hielo”, dijo.
© "The New York Times"