
El futuro de Ucrania podría empezar a decidirse este viernes 15 en Alaska con la reunión entre el presidente de EE.UU., Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, en el que se buscará avanzar en el fin del conflicto entre Rusia y Ucrania, que ya lleva tres años y medio. Un encuentro que brilla por un gran ausente, el mandatario ucraniano, Volodymyr Zelensky, quien queda al margen de esta discusión sobre el destino de su país.
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Buscando contrarrestar esto, el canciller alemán, Friedrich Merz, invitó a Zelensky a Berlín y lo convocó el miércoles 13 a un encuentro virtual que reunió a los líderes europeos en un intento de influenciar al líder estadounidense a tomar en cuenta los intereses de Kiev y de Europa durante sus negociaciones con Putin.
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Además de los mencionados, en la conferencia virtual también participó el vicepresidente estadounidense, JD Vance; los presidentes de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y del Consejo Europeo, António Costa; el secretario general de la OTAN, Mark Rutte; y los jefes de Estado de países como Italia, Francia, Reino Unido, Finlandia y Polonia.

Una reunión que, según las máximas autoridades europeas, resultó muy productiva, con el propio Merz calificándola de una conversación “excepcionalmente constructiva y buena” en declaraciones a la prensa. “Hay esperanza para un avance, hay esperanza para la paz en Ucrania”, afirmó.
La actitud positiva también fue reproducida por el presidente finlandés, Alexander Stubb, calificando la reunión como excelente y resaltando la unidad de los participantes. “Trabajamos juntos por un alto al fuego y una paz duradera. Estamos al lado de Ucrania en cada paso del camino”, escribió Stubb en su cuenta de X. “Los próximos días y semanas pueden ser decisivos”.
Un talante imitado por el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, quien calificó de “gran llamada” al encuentro entre los líderes europeos y Trump. “Estamos unidos en presionar para acabar esta terrible guerra contra Ucrania y lograr una paz justa y duradera. Apreciamos el liderazgo de Trump y la coordinación estrecha con aliados”, escribió en redes sociales. “La pelota está ahora en el terreno de Putin”.
Trump también pareció estar complacido con su encuentro telefónico con los líderes europeos, tildándola de “muy buena llamada”. “Le daría un 10 a la llamada, muy, muy amable”, declaró a la prensa durante un acto en el Kennedy Center.
Zelensky fue uno poco más cauto tras la llamada, señalando que espera que del encuentro en Alaska salga un alto al fuego inmediato, aunque también advirtiendo que en su opinión el objetivo final de Putin no es la paz sino ocupar toda Ucrania. Enfatizó la importancia de continuar con las sanciones económicas contra Rusia no solo como mecanismo de presión, sino también para nivelar el campo de batalla en la guerra entre Moscú y Kiev.
Y es que no todo fueron buenas noticias para Ucrania, ya que el Instituto para el Estudio de la Guerra, con sede en Estados Unidos, reportó que el martes 12 las fuerzas rusas lograron su mayor avance en 24 horas en más de un año, operaciones militares que expertos consideran un intento por parte de Putin de estar en una posición más ventajosa durante el encuentro en Alaska.
¿Qué se acordó en la reunión?
La prensa no ha tenido a su disposición una transcripción de lo que se conversó en la reunión, pero las declaraciones de los líderes europeos señalan que hubo un consenso en cinco puntos que serían llevados por Trump durante su cita con Putin:
- Un alto al fuego que sirva como requisito para cualquier negociación de paz o al menos una disminución significativa de las hostilidades.
- Ucrania tendrá un papel en la mesa en las siguientes negociaciones, algo que Trump pareció acordar por cuenta propia cuando durante una rueda de prensa expresó su intención de organizar una reunión tripartita con Zelensky y Putin “casi inmediatamente” después del encuentro en Alaska.
- No habrá intercambio de territorio sin aprobación de Ucrania. El presidente francés, Emmanuel Macron, reveló que Trump garantizó durante la conferencia que solo Zelensky negociará posibles cesiones territoriales de su país a Rusia, afirmación que contradice previos reportes sobre la estrategia del mandatario estadounidense para su reunión con Putin, en la que parecía que iba a proponer un intercambio de territorios. Por su parte, los europeos señalaron que buscaron reafirmar el principio de que “las fronteras internacionales no deben ser modificadas por la fuerza”.
- Garantías de seguridad para Ucrania después del fin de la guerra, incluyendo mantener la posibilidad de que se una a la OTAN y la Unión Europea en el futuro. Tampoco se debe restringir las fuerzas armadas ucranianas ni su cooperación con otros países.
- Mayores sanciones económicas a Rusia si no se llega a un acuerdo en Alaska. Trump confirmó esto posteriormente prometiendo “consecuencias muy severas” si Putin no aceptaba detener la violencia después del encuentro en Alaska.
Con Trump y Europa pareciendo caminar al mismo ritmo, la reunión parece haber cumplido su propósito de servir como plataforma para que los líderes europeos puedan expresar de manera clara y precisa una respuesta conjunta a Estados Unidos antes de la reunión de Alaska. La interrogante es si servirá de algo.
Trump, el imprevisible
Es una pregunta difícil de contestar, ya que si algo ha demostrado la segunda presidencia de Donald Trump es que, por más cosas que hayan cambiado, su carácter volátil es irónicamente algo que se ha mantenido intacto y las actitudes del mandatario hacia personas, particularmente Putin, pueden cambiar rápidamente.
“En el caso de Putin sabemos perfectamente lo que quiere y su vocero ya ha dicho que la reunión de los europeos le es irrelevante”, indica a El Comercio el internacionalista Enrique Banús, director del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad de Piura. “Entonces aquí la clave es Trump, quien ya nos tiene acostumbrados a sus cambios de opinión y hemos visto que una conversación con alguien le hace variar su rumbo. Entonces, lo que se conversó el miércoles le hace ir a la reunión en Alaska con una predisposición que luego puede cambiar el viernes. Es un contexto muy difícil de predecir”.
Esto ha sido demostrado con la propia actitud de Trump hacia Putin, a quien expresó su admiración incluso antes de que se enfocara en la política y, en un tuit publicado en junio del 2013, el empresario se preguntó si el líder ruso se convertiría en su “nuevo mejor amigo”.

Una vez alcanzada la presidencia, Trump mantuvo mantuvo durante su primer mandato numerosas llamadas directas y hasta seis encuentros personales con su par ruso, expresando en repetidas ocasiones su admiración por el exagente de la KGB e incluso tomando su palabra por encima de las investigaciones de sus propias agencias de inteligencia en el caso de la interferencia rusa en las elecciones del 2016.
Esta relación continuó a comienzos de su segundo mandato, con Putin entre los primeros mandatarios globales en felicitar a Trump cuando asumió la presidencia el 20 de enero de este año. Y cómo nos podemos olvidar a Trump defendiendo a Putin y humillando a su rival Zelensky durante la visita de este último a la Casa Blanca a fines de febrero.
Es solo en los últimos meses, viendo sus esfuerzos de terminar la guerra en Ucrania frustrados a pesar de su promesa de terminarla en menos de 24 horas si salía elegido, que la actitud de Trump respecto Putin empezó a agriarse.
El principal giro ocurrió el 14 de julio, cuando durante un encuentro en la Casa Blanca con el jefe de la OTAN, Mark Rutte, Trump anunció que Estados Unidos no solo acordaba proporcionar mayor material bélico a Ucrania - aunque con los europeos pagando la cuenta- sino también asegurando la imposición de sanciones adicionales contra Rusia si no se llegaba a un acuerdo con Ucrania en 50 días, aunque semanas después redujo la fecha límite al 8 de agosto.
Estas sanciones tomarían la forma de aranceles adicionales a los países que sigan comprando el petróleo ruso, principal exportación de Moscú alcanzando el 60% de lo que comercian al exterior. Hasta el momento, solo la India ha sido amenazada con ser castigada de esta manera, con Trump justificando el aumento de los aranceles en un 25% - en total 50% - a fines de agosto por su continuo consumo de combustible ruso, aunque curiosamente sin castigar a China, otro gran cliente de Rusia.
¿Una posible reconciliación?
Una recomposición de la relación entre Trump y Putin es lo que más se teme en Europa, con algunas señales de que las metafóricas ‘brasas de la pasión’ siguen al menos algo calientes. Es así que hasta la fecha Trump ha intentado evitar criticar fuertemente a Putin a pesar de su estilo usual, prefiriendo apuntar al expresidente Dmitri A. Medvedev -fuerte aliado del mandatario ruso- como un blanco más aceptable para sus dardos más beligerantes contra Rusia.
Adicionalmente, declaraciones recientes del mandatario en las que culpa a Zelensky en parte por la invasión rusa, así como el no incluir al mandatario ucraniano en la reunión, hacen temer a los líderes europeos que Trump podría nuevamente ser influenciado a tomar en Alaska una decisión desproporcionada a favor de los rusos.

Una situación que pondría a los líderes europeos sin muchas opciones, como señala Banús.
“Europa tiene los recursos para seguir apoyando a Ucrania, como ya lo está haciendo, e incluso la ayuda europea ha incrementado en los últimos meses. Pero en cuestión de recursos legales, no tiene ninguno, y en lo político, solo puede seguir intentando dialogar e influir pacientemente mediante la diplomacia, con el conocimiento de que con un personaje como Trump nada es definitivo”, considera el experto. “Pero como dijo el seleccionador alemán de fútbol, mientras siga rodando el balón hay partido. Así que Europa tendrá que esperar a lo que salga de este viernes y de eso continuar con sus esfuerzos diplomáticos, las conversaciones, los viajes y las reuniones. Seguir jugando mientras ruede la pelota”.










