
¿Daniel Noboa podrá ganar en primera vuelta? Esta es la pregunta clave en las elecciones de este domingo 9 en Ecuador, nuestro vecino del norte que hoy define el rumbo que tomará en los próximos cuatro años: si elige otorgarle la confianza al actual presidente o darle la espalda y optar por Luisa González, la abanderada del correísmo.
MIRA: ¿Idea condenada al fracaso? Trump insiste en propuesta de reubicar a palestinos de Gaza, aunque con matices
El mandatario ha gobernado de manera transitoria desde noviembre del 2023 luego de ganar unos comicios especiales convocados por el expresidente Guillermo Lasso, quien disolvió el Congreso para evitar ser destituido, agobiado por una violencia sin precedentes en el país. Daniel Noboa -cuyo actual período concluye en mayo- también se enfrentó a González aquella vez, y la terminó derrotando. En esta revancha, parece claro que ganará en primera vuelta, pero las cifras no son determinantes para saber si la diferencia será suficiente para evitar un balotaje.
Hasta antes del silencio electoral -como en el Perú, la ley impide publicar encuestas, aunque los números terminan difundiéndose- un sondeo de Ipsos señalaba que el 45,3% de ecuatorianos votaría por Noboa, mientras que el 31,3% lo haría por Luisa González. En los últimos días, la brecha se habría acortado. En el Ecuador, gana en primera vuelta quien obtenga el 50% más uno de los votos o quien supere el 40% de los sufragios y saque una ventaja de más de diez puntos a su más cercano competidor.
Una campaña polarizada
Desde que llegó al poder, Noboa ha etiquetado su mandato como “El Nuevo Ecuador”, señalando que con él está empezando un período diferente para el país, zanjando las diferencias con las anteriores presidencias, sobre todo la de Rafael Correa, el economista de izquierda que gobernó durante una década y que sigue siendo una figura determinante en la vida política del país.

Esta división entre Noboa -que se presenta como la antítesis del ‘establishment’ que ha gobernado el país en los últimos años y al que cataloga como ‘el viejo Ecuador’-y el correísmo ha sido la característica de esta campaña, incluso más que la discusión sobre la inseguridad, la economía o la crisis energética, que sumió al país durante varios meses en continuos y prolongados apagones.

“La polarización ha sido parte de la estrategia de los dos movimientos. Noboa ha buscado polarizar mucho con el correísmo y con la idea de que ha instaurado ‘el nuevo Ecuador’ frente al ‘viejo Ecuador’. Y Luisa González también ha expresado que su movimiento es la única oposición real y con posibilidad de ganarle a Noboa”, comenta a El Comercio el periodista peruano Gonzalo Carranza, socio y director general de Llorente y Cuenca en Ecuador.
- 3 mil millones de dólares es el déficit fiscal de Ecuador. Noboa recibió una cifra que superaba los 5 mil millones.
- 0,5% fue el índice de inflación anual en el 2024. Sin embargo, la pobreza en el país llega a 28%.
Por su parte, el experto político electoral ecuatoriano Fausto Camacho señala que la polarización ha sido perjudicial. “Ha impedido un debate mucho más propositivo, que permita profundizar un poco en las propuestas de las candidaturas”.

Así, estos dos posultantes han hablado más de cómo se diferencian uno del otro, que de dar propuestas concretas de gobierno. “Efectivamente, no se ha hablado tanto de inseguridad, a pesar de que es el tema más relevante, sobre todo en la mirada internacional que hay de Ecuador; no se ha hablado mucho de reactivación económica o generación de empleo ni tampoco de la crisis energética. Ha sido una campaña más de estilos y de referencias retóricas, sin una discusión sustancial de los temas de fondo”, prosigue Carranza.
“Estoy dedicando mi vida y la de mi familia, y la tranquilidad de mi familia para tener éxito en esa misión”
Daniel Noboa, presidente de Ecuador y candidato
“¿Ustedes quieren cuatro años más de lo mismo? Ya no resistimos más. El país no da para más. Nos gobiernan indolentes”
Luisa Gonzáles, candidata a la presidencia
El tema de la violencia no es marginal, teniendo en cuenta que en el 2023 el país fue el más violento de América Latina, con una cifra récord de 47 homicidios por cada 100 mil habitantes. En estos 14 meses de gobierno, Noboa ha conseguido rebajar el número a 37, una disminución del 18%, logro importante gracias al patrullaje conjunto de policías y militares en las calles, así como en varios centros penitenciarios. Sin embargo, las extorsiones y los secuestros no han cesado.
Un presidente autoritario y pragmático
Una de las críticas que más ha recibido Noboa en estos meses ha sido su deriva autoritaria y no haberse ceñido a la ley electoral para postular. Así, el mandatario no pidió licencia para hacer campaña ni tampoco le cedió el poder a su vicepresidenta, Verónica Abad, con quien tiene una abierta confrontación y a quien envió fuera del país en misiones diplomáticas la mayor parte del año pasado.
Daniel Noboa ha sido candidato durante apenas 12 días pero ha aprovechado eventos presidenciales para hacer campaña, según han denunciado varios constitucionalistas.
“Si se mira con objetividad, lo que ha hecho en su gestión ha sido para conseguir ser reelecto. Y que trabajara para su campaña no está mal ‘per se’, pero sí ir por encima de las normas y utilizar recursos públicos para ello”, expresa Camacho, quien también es integrante del colectivo Voces por la Democracia.
Para Carranza, uno de los objetivos de Noboa era claramente reelegirse. “A partir de cierto momento, la agenda se volvió claramente la del candidato y no tanto la del gestor”.
En ese sentido, el analista peruano también considera que el jefe de Estado es un pragmático y no un ideólogo. “Muchas veces se quiere poner etiquetas y lo ponen en la derecha o la centroderecha, pero es difícil colocarlo en un espectro claro. No es un ferviente creyente del libre mercado y ha tenido ciertas distancias con el empresariado [pese a que es hijo de uno de los hombres más ricos del país] pues estableció algunas medidas tributarias que han sido duras con ciertos sectores. De hecho, al inicio de su mandato pactó con el correísmo y el Partido Social Cristiano para sacar adelante algunas leyes”. Una alianza momentánea que luego se rompió por completo con miras a poder ganar estos comicios.
Y en este afán de querer construir “un nuevo Ecuador”, Noboa ha propuesto una Asamblea Constituyente -tal como hiciera Correa cuando llegó al poder la primera vez- para dejar atrás todo lo que considera la herencia del expresidente.
Para Camacho, la campaña se ha dado en el contexto de un enfrentamiento de dos tendencias autoritarias y caudillistas. Queda ver por cuál de ellas optan los ecuatorianos.
Las relaciones entre el Perú y Ecuador han navegado entre la cordialidad y las alianzas comerciales y estratégicas, tratándose de vecinos con intereses comunes.
Durante la gestión transitoria de Daniel Noboa, la dinámica no ha variado, pese a sus relaciones tensas con Colombia y la ruptura diplomática con México, Nicaragua y Venezuela.
Para los próximos años no se avizoran tensiones diplomáticas con nuestro país, pero la estrategia de mayor distancia o acercamiento podría depender de las dos grandes potencias mundiales: Estados Unidos y China.
“Noboa va a querer afianzar su relación con Estados Unidos. Siendo así, la visión que tendrían del Perú, desde Ecuador, va a depender mucho de con quién está el Perú. Y nosotros estamos con un pie en EE.UU. y el otro en China”, afirma Gonzalo Carranza.
El periodista señala que Ecuador es más dependiente de EE.UU. a nivel económico, así como del FMI pues necesita abrirse a los mercados financieros para poder financiar sus deudas. “Ecuador necesita más a Estados Unidos que el Perú”, añade.
Asimismo, señala que el megapuerto de Chancay, construido con capital chino, es visto por los ecuatorianos como una posibilidad de aumentar la competitividad y el flujo comercial con China, pero también como un riesgo comercial y de posicionamiento para sus propios puertos.