"Debido a que es la forma más rápida de detectar variantes, puede ayudar a los líderes a prepararse y, potencialmente, prevenir la próxima ola de coronavirus, y, con suerte, la próxima pandemia".
"Debido a que es la forma más rápida de detectar variantes, puede ayudar a los líderes a prepararse y, potencialmente, prevenir la próxima ola de coronavirus, y, con suerte, la próxima pandemia".
/ Hugo Perez
Rick Bright

Cuando los científicos de Sudáfrica notaron un aumento en los casos de COVID-19 en la provincia de Gauteng en noviembre del año pasado, comenzaron a investigar el origen. Estos investigadores y otros más en Botsuana descubrieron la variante ómicron y compartieron su descubrimiento con el resto del mundo. Pero era demasiado tarde: ya estaba infectando a gran velocidad a personas en todo el mundo.

¿Cómo podemos descubrir la siguiente variante lo suficientemente rápido como para detener su propagación? En este momento, la búsqueda de variantes de coronavirus es muy lenta y esporádica. Los científicos de unos cuantos países monitorean patrones en el conteo de casos y secuencian con regularidad muestras del virus de personas infectadas para ver si hay cambios genéticos importantes. Los resultados de estos análisis se pueden compartir en una red global para comparar secuencias de coronavirus en todo el mundo.

Pero para cuando eso sucede, a menudo las variantes ya se están propagando en una comunidad y probablemente ya se han extendido a otros sitios. Pero hay lugares que podrían ayudar a los científicos a encontrar nuevas variantes aún más rápido: las aguas residuales y el aire. Hay rastros del coronavirus en las heces y en el aliento exhalado de las personas. Y, por lo tanto, el virus se puede detectar antes de que las personas se hayan hecho una prueba o hayan desarrollado síntomas.

Una muestra de virus de un hisopo nasal o de saliva ofrece información sobre un solo individuo; una muestra de agua residual o de aire ofrece información sobre muchas personas, en el caso de la primera, hasta de miles de personas. Apoyarse más en estos métodos podría brindarle al mundo más tiempo para responder antes de que las variantes se propaguen.

A medida de que estas iniciativas se busquen y financien, es importante que el público conozca cómo funcionan las pruebas ambientales y la secuenciación para evitar parte de la desinformación y los malentendidos que han afectado la percepción de otras medidas de salud, como las vacunas. Quienes implementen esos análisis deben dejar en claro que las muestras ambientales son anónimas: no confirman qué persona tuvo el virus, solo indican si el coronavirus está en una comunidad.

Probar y secuenciar muestras de virus que se encuentran en aguas residuales o en el aire no es una solución singular; se utiliza mejor junto con otras fuentes de datos para establecer una visión más amplia y holística de la propagación de un patógeno en una comunidad y en todo el mundo. Pero debido a que es la forma más rápida de detectar variantes, puede ayudar a los líderes a prepararse y, potencialmente, prevenir la próxima ola de coronavirus, y, con suerte, la próxima .


–Glosado, editado y traducido–

© The New York Times

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