Carlos Alcántara, Emilia Drago y Christian Meier, actores de "Asu Mare 2".  (Foto: Difusión)
Carlos Alcántara, Emilia Drago y Christian Meier, actores de "Asu Mare 2". (Foto: Difusión)
Luciana Olivares

Alguna vez mientras viste desfilar a la actriz Angelina Jolie en los premios Óscar, ¿te preguntaste cuál habrá sido el origen de la tradición de la alfombra roja? Seguramente que no, pero ahora que capté tu atención, te lo cuento.

La primera vez que hay registro de que alguien usó una alfombra roja fue el personaje de Clitemnestra en la obra de teatro “Agamenón” en el 458 a. C. y lo hizo porque no se le ocurría mejor manera de recibir a su esposo Agamenón luego de que este volviera de la guerra en Troya, ya que para ella él era todo un Dios. Pasaron los años y la alfombra roja se convirtió en ese ícono de los grandes momentos del entretenimiento, de flashes, enormes producciones, actores famosos y espectáculos de calidad.

Hace 10 años un joven peruano llamado Miguel Valladares sí se hizo una pregunta sobre la alfombra roja, pero de una manera mucho más profunda y retadora: ¿Por qué el Perú no podía tener una empresa de entretenimiento digna de una alfombra roja, que jale miradas y flashes no solo de la audiencia peruana sino también de actores, productores y realizadores, y especialmente, de marcas que puedan encontrar en el cine la oportunidad de desarrollar sus estrategias comerciales?

Así nació la hoy exitosa Tondero, un emprendimiento que entendió que el mundo del entretenimiento en el Perú, fuera de la televisión y los medios tradicionales, no estaba suficientemente formalizado y había un nicho inexplorado para desarrollar una empresa de entretenimiento con una mirada empresarial.

Y el mejor ejemplo de toda esa teoría fue “¡Asu mare!”, hito en taquilla en el cine peruano, que surgió de la fantástica idea de hacer del exitoso stand up comedy de Cachín una película. Pero Miguel no vendió una idea a las marcas sino una propuesta comercial anclada en una sólida investigación. Ofrecía que la presencia de las marcas no fuese un mal necesario (tratando de meter el logo donde menos estorbase como se solían vender los auspicios), sino que estas se entendieran como socios que formasen parte del contenido, permitiéndoles así cumplir sus objetivos comerciales.

“¡Asu mare!” no fue solo una famosa película: fue un exitoso caso de márketing y la clara prueba de que cuando utilizas todas sus herramientas (como investigación, diseño de producto, segmentación y por supuesto promoción con rigurosidad), puedes llegar a construir propuestas exitosas. Hoy Tondero cumple 10 años y, como sospechas, querido lector, por supuesto que los celebrará con una gran alfombra roja.