‘Gerontocracia’. Esta palabra griega quiere decir ‘el gobierno o dominio ejercido por ancianos’. En las sociedades tribales tuvieron mucho poder porque guardaban la memoria del grupo. Eran como una especie de diccionario. Esta costumbre continuó en las sociedades escribales de la antigüedad, a pesar de que la escritura fue creada para guardar la memoria de sociedades complejas y, de esta manera, evitar el teléfono malogrado, porque no podemos recuperar todo lo que está en nuestra memoria. Antiguamente, ser escriba era una buena chamba.

Pero el mundo ha cambiado y, por supuesto, la medicina ha evolucionado. En consecuencia, el promedio de vida es mayor y hay personas que sobrepasan los 65 y son candidatos a la presidencia de la República. No me refiero al renunciante a la candidatura estadounidense, Joe Biden, o a Donald Trump. Me refiero a potenciales candidatos en nuestro país por encima de los 65 años.

Veo a dos en buen estado, con capacidad de correr las lides electorales: Hernando de Soto, octogenario, y César Acuña, septuagenario. Pero este no es el caso de . Él está mal y enfermo, no podrá aguantar el combate electoral. Su familia lo debe cuidar y no utilizarlo para atraer votos de aquellos viejos –y quizás algunos jóvenes– fujimoristas. Haberlo lanzado, aunque sea extraoficialmente, no es la mejor receta.

Además, hay otro factor. Y es que ser anciano no te perdona tus delitos o el daño que has hecho a tu prójimo, sin haberte arrepentido públicamente de forma clara y contundente para que todos los peruanos te escuchen y evalúen si mereces o no ser perdonado, seguramente sí por algunos, pero no por otros.

Hay otro asunto: el jurídico, que es otro cantar. Fujimori fue indultado por otro anciano, Pedro Pablo Kuczynski, producto de una jugarreta política que el expresidente hizo con su hijo Kenji y un grupo de fujimoristas para que no lo vacasen. Se trató de un indulto humanitario porque se argumentó que el exdictador se estaba muriendo. Tremendo y ofensivo engaño a los peruanos y a la comunidad internacional.

La norma positiva se puede violar; eso lo hizo Fujimori en su madurez y fue condenado por ello. Pero existe la ley natural, que también llamamos la ley de la vida. Tenemos más cielo que techo, aunque dudo que los malvados en la tierra se vayan al cielo y no solo según las creencias cristianas. No tenemos la vida comprada y esto es lo único que Fujimori no podrá comprar.

Para salir de dudas y suspicacias, advierto al respetable lector que, quien esto escribe, forma parte de ese grupo que el eufemismo burocrático llama tercera edad, una calificación de esas sigilosamente discriminatorias.

¿Habrá un nuevo baile del Chino? Quizás, pero sin ritmo, ‘troppo moderato’.


*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Francisco Miró Quesada Rada es Exdirector de El Comercio