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Cuatro tarifas y un subsidio
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Cabe agregar tres cosas a lo que ya hemos dicho en este mismo espacio sobre la tarifa “unificada” por uso de aeropuerto (TUUA). La discusión sobre su aplicación a los pasajeros que hacen conexión en el aeropuerto Jorge Chávez continúa, y al Gobierno parece habérsele ocurrido una idea que no es mala, sino pésima, para zanjarla.
La primera y menos importante es que la TUUA es todo menos una tarifa unificada. Hay una tarifa para pasajeros nacionales y otra para internacionales; hay también una tarifa para conexiones internacionales y pronto habrá otra para conexiones nacionales (o quizás no). Eso es lo que los economistas llaman discriminación de precios, salvo que se demuestre que no cuesta lo mismo atender a un pasajero nacional que a uno internacional o al que parte de Lima que al que hace conexión aquí. Sea como fuere, son tres o cuatro tarifas; no una sola.
La segunda es que es difícil persuadirse de que una tarifa de US$20 o US$25, ida y vuelta, pueda impactar tanto en la demanda no solamente como para disminuir la frecuencia, sino para cancelar una ruta. Tendría que ser muy sensible al precio –muy “elástica”, como se dice– para que un aumento del 5% o menos en el precio del pasaje reduzca el número de pasajeros en más del 10% o 20%. Pero si el impacto en el precio del pasaje es de moderado a bajo, el impacto en el costo total de un viaje, incluyendo alojamiento, comidas, compras y entretenimiento, es insignificante. ¿Cuánta gente realmente dejaría de viajar u optaría por otro vuelo con un horario menos conveniente por una diferencia de US$25?
Y aún si fuera el caso, una vez determinado que eso es lo que cuesta atender a un pasajero en conexión, pues es mejor cobrárselo a ese pasajero que cargárselo veladamente a todos los demás. Lo cual nos lleva al tercer punto.
El Gobierno está dispuesto a asumir el costo de la tarifa para conexiones nacionales mediante una reducción del porcentaje de la TUUA que le corresponde por contrato. Pero si el 46% que va al fisco es más de lo que razonablemente debería recibir por los bienes y derechos del aeropuerto puestos a disposición del concesionario, ¿por qué no reducirlo y trasladar el beneficio a todos los pasajeros? De lo contrario, estaríamos frente a un subsidio a los vuelos domésticos para los pasajeros, nacionales o extranjeros, que hacen conexión en Lima y a una nueva exoneración tributaria que se suma a las muchas exoneraciones que le cuestan al fisco miles de millones de soles al año.

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