"Probablemente todos recordemos el 2020 como el año del COVID-19, pero sería bueno no perder de vista los sucesos aquí comentados en los próximos cuando, con toda seguridad, sus ecos se seguirán escuchando". (Ilustración: Giovanni Tazza).
"Probablemente todos recordemos el 2020 como el año del COVID-19, pero sería bueno no perder de vista los sucesos aquí comentados en los próximos cuando, con toda seguridad, sus ecos se seguirán escuchando". (Ilustración: Giovanni Tazza).
/ Giovanni Tazza
Editorial El Comercio

Volver a mirar los periódicos de inicios del 2020 equivale a ojear dentro de un baúl de recuerdos de un mundo que, a estas alturas, nos parece demasiado ajeno. En nuestro caso, la primera vez que el COVID-19 apareció en la portada de este Diario fue el 21 de enero, cuando ni siquiera tenía ese nombre. “Se expande la preocupación en China por nuevo y extraño virus que causa neumonía”, se podía leer en un cintillo ubicado a mitad de la página.

Desde entonces, el tema –al igual que el virus– se fue expandiendo rápidamente y adquiriendo más presencia no solo en nuestras páginas, sino también en los medios de todo el globo, para nunca más desaparecer de estos.

Pero si bien el coronavirus fue el tópico que marcó el panorama mundial este año, hubo también eventos que sorprendieron al planeta y cuyas repercusiones se dejarán sentir por un buen tiempo.

Comencemos retomando un hecho que marcó el 2019: las protestas ciudadanas. Muchas de estas –o al menos las más importantes– tuvieron su epílogo en el 2020, aunque de maneras totalmente distintas. Así, mientras en Chile un referéndum sepultó la Constitución promulgada durante la dictadura de Augusto Pinochet, en Hong Kong las movilizaciones fueron aplastadas por China a través de la promulgación de una ‘ley de seguridad nacional’ (redactada con el único fin de inmovilizar y perseguir a la oposición democrática) que se tradujo en decenas de detenciones el primer día de su entrada en vigor, en la disolución de siete organizaciones políticas de oposición en la primera semana de aplicación de la norma, y en la renuncia de todos los diputados opositores al Parlamento hongkonés.

Otras movilizaciones masivas se registraron en agosto en Bielorrusia, luego de que Aleksandr Lukashenko (que dirige el país con mano de hierro desde hace 26 años) se aseguró la reelección en unos comicios a todas luces fraudulentos. La lucha incansable de la oposición en la otrora república soviética –muchas de cuyas lideresas, como la premio Nobel de Literatura Svetlana Alexiévich o la candidata Svetlana Tijanovskaya, tuvieron que exiliarse en el extranjero mientras que otras, como la activista Maria Kolesnikova, fueron arrestadas– conmovió al globo y fue reconocida por el Parlamento Europeo con el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia.

Hablando de elecciones, sin duda la que más expectativa levantó fue la estadounidense. Y si bien la victoria de Joe Biden es una buena noticia para el mundo, preocupa el endose que recibió Donald Trump (74 millones de votos; 12 millones más que en el 2016), cuyas bases siguen exhibiendo una fidelidad adamantina hacia el magnate que ha amagado con volver a la carrera electoral en el 2024.

Pero Estados Unidos también fue noticia este año por las movilizaciones –sin precedentes desde los años 60– del movimiento Black Lives Matter contra la violencia racista. El asesinato de George Floyd durante una intervención policial a fines de mayo desencadenó una oleada de indignación y manifestaciones que trascendieron la región y llegaron hasta Europa. Y si de luchas sociales se trata, no podemos dejar de mencionar la muerte de la magistrada de la Corte Suprema Ruth Bader Ginsburg, uno de los íconos de la causa feminista y un ejemplo de decencia que le hará mucha falta al mundo de hoy.

Finalmente, en la región, el 2020 sirvió para reforzar el poder de la tiranía de Nicolás Maduro en Venezuela que, desoyendo los pedidos de la Unión Europea y luego de una ofensiva brutal contra los principales partidos de oposición, celebró unos comicios arreglados para devolverle al chavismo el control de la única institución que no había conseguido doblegar: la Asamblea Nacional. Así, la puerta para que Venezuela recupere su libertad parece ahora mucho más alejada que hace doce meses.

Probablemente todos recordemos el 2020 como el año del COVID-19, pero sería bueno no perder de vista los sucesos aquí comentados en los próximos cuando, con toda seguridad, sus ecos se seguirán escuchando.