Vanessa Romo

Antes de seguir marcando una ruta futura para las mujeres, hay que mirar hacia atrás y ver lo que se ha logrado. Ese ejercicio es el que suele hacer la historiadora , presidenta del Consejo Consultivo del Bicentenario promovido por la Presidencia del Consejo de Ministros. En ese recuento desde la época de la independencia, destaca que hay conceptos básicos que eran importantes hace doscientos años y que debemos rescatar como la igualdad, justicia y la libertad.

¿Cómo debemos llegar al Bicentenario con respecto a los derechos de la mujer y la niña?

Deberíamos llegar con derechos plenos, en especial los de la vida, la libertad y la felicidad que en la actualidad están siendo sistemáticamente amenazados por un machismo fuera de control. Pareciera ser que en la medida que las mujeres vamos ganando posiciones, los ataques contra nosotras se incrementan. La violencia contra la mujer no es solo violarla, matarla, meter su cadáver en una bolsa y lanzarla en un descampado sino también degradarla y humillarla públicamente. El ataque brutal contra esa joven mujer que dejó a sus dos hijas con otra menor, una de las cuales fue asesinada, expresa muy bien los niveles de crueldad que avanza cual pandemia.

Usted ha señalado que no hay que olvidar la apuesta por la vida de miles de ciudadanos y ciudadanas en los momentos más aciagos de la República. ¿Podría hacer un repaso por algunos de estos momentos en los que una mujer fue clave y que tal vez su historia no es recordada?

En la independencia, en especial durante la expedición represora del general Carratalá, muchas mujeres como María Parado de Bellido sufrieron de la violencia extrema del Ejército realista que se ensañó con los más vulnerables. Debido a que el siglo XIX se caracterizó por una guerra civil e internacional intermitente, fueron las mujeres quienes padecieron la destrucción de los cultivos y las muertes de padres, esposos e hijos en los campos de batalla. En los breves períodos de paz, la mujer alzará su voz para denunciar la violencia del sistema como fue el caso de Clorinda Matto de Turner en Aves sin nido, la primera novela indigenista escrita por una de las nuestras. Luego de la Guerra del Pacífico, un país devastado se levantó de sus escombros a partir del esfuerzo de mujeres, muchas de ellas viudas, que en costa, sierra y selva sacaron adelante a sus familias.

Clorinda Matto de Turner fue una mujer no grata para las autoridades políticas y religiosas de su época en el siglo XIX por expresar su descontento sobre las injusticias contra la población más vulnerable.
Clorinda Matto de Turner fue una mujer no grata para las autoridades políticas y religiosas de su época en el siglo XIX por expresar su descontento sobre las injusticias contra la población más vulnerable.

Si rescatamos a los personajes del siglo XIX como una fuente para comprender nuestros problemas actuales y revalorar consignas de igualdad y unidad nacional, ¿qué mujeres clave habría que recordar?

La mujer ha estado siempre presente en la historia del Perú, la mayoría de veces desde el anonimato. Pienso en las Toledo, una madre y dos hijas, quienes acaudillaron durante la emancipación a un grupo de pobladores de Concepción para cerrar el paso de las fuerzas realistas del general Valdez. Su patriotismo y coraje retrasó el avance realista y ayudó a que las fuerzas patriotas del general Arenales se pusieran a buen recaudo. Durante las guerras civiles del siglo XIX, las rabonas alimentaron y cuidaron a los soldados de diferentes ejércitos que pelearon por hegemonizar un poder que al final nunca las consideró entre sus prioridades. Las llamadas ilustradas discutieron en sus tertulias y en la prensa una serie de temas relevantes, entre ellos el divorcio y otros derechos de las mujeres. Por otro lado, en el Archivo General de la Nación encontré hace un par de décadas las cartas de Hipólita Gutiérrez, una arequipeña que tuvo una participación muy activa durante las elecciones de 1872 y probablemente no era la única. Yo guardo un especial aprecio por las maestras- como Teresa Gonzáles de Fanning- quienes vieron en la educación femenina una vía de liberación y fue ahí donde dirigieron sus esperanzas y múltiples esfuerzos.

En el mismo marco de las preguntas anteriores, también ha destacado el papel de la mujer en momentos de crisis económica en espacios como, por ejemplo, los comedores populares. ¿Podría comentar un poco más sobre la importancia de un rol femenino en momentos como este?

Pienso que el boom gastronómico de reciente data no se puede entender sin el esfuerzo titánico de las madres del vaso de leche y las mujeres de los comedores populares que alimentaron a miles peruanos en nuestras horas más aciagas. Sin ellas es muy probable que la terrible crisis de la década de los 80 y 90 hubiera tomado mucho más tiempo en remontarse. No solamente eso, la crisis empujó a miles de mujeres a trabajar e incluso crear sus propias empresas para darles educación a sus hijos. Madres, esposas, hermanas e hijas enfrentaron la violencia terrorista con entereza, perdiendo en el camino a sus seres queridos cuyos cuerpos todavía reclaman.

El papel de la mujer, como las madres de los Vasos de Leche, es invaluable. "Sin ellas es muy probable que la terrible crisis de la década de los 80 y 90 hubiera tomado mucho más tiempo en remontarse", dice Mc Evoy.
El papel de la mujer, como las madres de los Vasos de Leche, es invaluable. "Sin ellas es muy probable que la terrible crisis de la década de los 80 y 90 hubiera tomado mucho más tiempo en remontarse", dice Mc Evoy.

En varias ocasiones ha señalado que hay que regresar al paradigma original que planteó la época de la independencia para analizarnos con nuevos propósitos. En el caso de las luchas que la mujer peruana está teniendo, ¿cómo puede contribuir esta mirada al pasado?

Regresar al guión original de la república que exhibe conceptos tan poderosos y relevantes como ser: igualdad, justicia, libertad y felicidad puede ayudar a enfrentar un siglo tan lleno de desafíos como el actual. Porque si bien es cierto la esclavitud y la servidumbre indígena permanecieron hasta mediados del siglo XIX, las ideas que modelaron la república peruana, en especial la felicidad como un derecho humano, debe ser parte de la discusión en los colegios además de las constituciones que rigieron en diferentes momentos a nuestro país. Una resignificación del vocabulario republicano nos obliga a regresar a los procesos truncos y a las promesas incumplidas, expandiendo los derechos fundamentales a todos los que inicialmente fueron excluídos por ejemplo mujeres, esclavos y población indígena.

Partiendo de la premisa de estar dentro de un Estado de estructura patriarcal, que aún no tiene un enfoque transversal de género, ¿cómo observa que hemos podido evolucionar en los últimos 200 años como República y qué camino tenemos que abordar para hacerlo?

Para empezar, hace un poco más de medio siglo la mujer no votaba. El derecho a elegir y ser elegida nos abrió inmensas oportunidades para ingresar a esa estructura patriarcal para transformarla por dentro. Durante mi etapa de servicio público, en la embajada de Irlanda, noté esa actitud condescendiente que tienen los funcionarios públicos varones respecto a las mujeres. Está en nosotros hacernos respetar y expresar nuestras opiniones de manera franca y abierta como lo hice yo en su oportunidad. No dejarnos amilanar por quienes pretenden darnos “consejos” de como proceder e incluso de cómo vivir nuestras vidas.

Cuando presentó su reedición de La Utopía Republicana, señaló que nuestra acta de ciudadanía se armaba con la suma de las causas perdidas y que esta utopía le importaba porque conecta con nuestro pasado y habla de una posibilidad de un futuro. ¿Cómo podríamos repensar esta ciudadanía desde el papel de la mujer en la historia?

La mujer ha vivido siempre en los márgenes de los proyectos políticos, en manos siempre de los hombres. El caudillismo- que marca con sus guerras el siglo XIX- es eminentemente patriarcal. Alguien como Francisca Zubiaga “La Mariscala” que es producto del modelo debe masculinizarse y replicar las prácticas de la guerra para avanzar su propia agenda. Al final su destino estará asociado a la de su marido, Agustín Gamarra, cuya caída determinará la de ella. Cuando, entrado el siglo XIX, la mujer peruana logra cierta autonomía deberá de soportar campañas de maltrato y desprestigio como fue el caso de Mercedes Cabello de Carbonera. Hay que recordar que un escritor de la talla de Pedro Paz Soldán (Juan de Arona) la llama “Mierdeces Caballo de Cabrón era”. Lo que expresa con meridiana claridad la crueldad simbólica contra las mujeres, por suerte la gran Mercedes siguió su camino sin hacer caso a sus detractores. Repensar la ciudadanía significa reclamar nuestros derechos y nuestra dignidad para ser artífices y dueñas de nuestras propias historias. Que el “somos libres, seámoslo siempre” sea el soundtrack de todas las mujeres peruanas.

Mercedes Cabello de Carbonera fue una mujer del siglo XIX que alzó la voz frente a la injusticia contra la mujer. Por ello fue insultada por sus pares intelectuales como 'Juan de Arona'.
Mercedes Cabello de Carbonera fue una mujer del siglo XIX que alzó la voz frente a la injusticia contra la mujer. Por ello fue insultada por sus pares intelectuales como 'Juan de Arona'.

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