El instante decisivo que cambió la vida de Beatriz Suárez (Bellavista, 1945) se presentó a la 1:30 p.m. de un soleado domingo de febrero del año 1974. Ella y su familia regresaban a casa por la avenida Argentina cuando se encontraron con un incendio de gran dimensión. “¡Para el auto que me bajo!”. Apresurada, sacó su cámara Rolleiflex de la cartera, dejó sus hijos pequeños al cuidado de su esposo Nilo y se dispuso a hacer las fotos del infausto momento. “No lo pensé, corrí una cuadra hasta llegar al lugar donde ardía un microbús de la línea 10, que cubría la ruta Lima-Ventanilla. Había gritos y caos alrededor; fue muy penoso. Murieron seis personas, entre ellas dos niños. Hacía 36 años que en Lima no se daba un incendio de esa magnitud”.
Beatriz habla con pausas, conserva sus recuerdos frescos, aunque por momentos se le presentan lagunas. Tiene 74 años y un sólido matrimonio con el periodista Nilo Espinoza, con quien tiene tres hijos y seis nietos. Se reconoce hiperactiva pero ha bajado sus revoluciones debido a la diálisis que debe realizarse tres veces por semana. Sus días siguen siendo atareados. En este momento se encuentra grabando el documental Profesión fotógrafa, que dará cuenta de su historia como la primera fotoperiodista peruana, reconocimiento por el que Beatriz ha recibido un homenaje de la Asociación Nacional de Periodistas del Perú. Sin imaginarlo, aquella dramática tarde de febrero, la fotógrafa aficionada estaba haciendo historia.
ÁLBUM DE FAMILIA
Su abuelo fue un dibujante a carboncillo que plasmaba escenas de la Guerra del Pacífico. Su bisabuelo, un restaurador de imágenes religiosas. De ellos heredó la pasión por el arte, pero era su esposo quien le contaba del quehacer fotográfico en la prensa local. Su padre le regaló su primera cámara, una ‘rollei’. Los ojos de la fotógrafa se iluminan al recordar. Pero no bastaba con hacer las fotos: ella quería conocer cómo así, por arte de magia, aparecían en la bandeja los rostros o paisajes, plasmados al papel una vez expuestos al D76. El proceso se le revela en una academia que daba clases a jóvenes, en su mayoría provincianos, que querían poner su estudio de foto-carnet en sus pueblos. Por ese motivo tenía un cuarto oscuro y laboratorio armado en su casa y fue allí donde –tras el incendio– llegó volando a revelar su rollo 6X6. “Con el material en la mano, fui a buscar a mi amiga Ligia López de Castilla –actual decana del Colegio de Periodistas–, que trabajaba en el noticiero El Panamericano. Ellos filmaron mis fotografías y las pegaron con la parte que tenían registrada, que eran de cuando el incendio ya había sido apagado. Obtuvieron una primicia. Mi sorpresa mayor fue cuando el conductor del noticiero, en vez de abrir la nota hablando del trágico incendio, dijo en vivo: ‘Ha nacido una reportera gráfica’. Fue impactante, porque la noticia dejaba de ser el incendio para dar cuenta de que una mujer había documentado el mal momento”.
El comentario al aire generó que los periódicos se interesaran por su material y lo pidieran al canal. Al día siguiente, la foto del micro en llamas estaba en la primera plana de La Prensa, El Comercio, Correo, La Crónica. Todos los diarios la publicaron. Cuando Beatriz fue a cobrar por su trabajo a La Prensa –la paga a las justas alcanzó para un par de chocolates y un refresco–, el editor la recibió y le dijo: “Tenemos un espacio para tus iniciativas. Busca temas en la ciudad y publicaremos tus fotos”. Le pagarían por foto publicad y ella tendría que proporcionar también información del contexto para las leyendas. “Les llevé fotos de los hippies artesanos que hacían pulseritas, fotos de niños que encontraba por las calles. Al inicio tuve que enfrentar el rechazo de mis colegas fotógrafos. Cuando llegaba a dejar mi rollo, toditos me miraban por sobre el hombro. Cuando se animaban a hablarme, me decían que yo debía estar en casa cuidando a mis hijos. No me amilané nunca y al poco tiempo se habituaron a mi presencia”.
Para los gráficos dejó de ser una extrañeza encontrarse entre marchas y conferencias de prensa con aquella joven de 29 años, vestida siempre con blusas bordadas, jeans y botines. Poco a poco el hostigamiento cesó y pronto llegaron nuevas colegas al escenario. Antonieta Gamarra, viuda de Carlos ‘Chino’ Domínguez; y con ella Carmen Barrantes, que trabajaba para la agencia Interfoto, abrieron trocha junto a Beatriz.
CLIC FEMINISTA
La década del 70 llegaba a su fin, la segunda ola del movimiento feminista corría su curso y Beatriz estaba sobre ella. Madre de cuatro hijos, sabía lo difícil que es sacar adelante una familia. Consolidada como fotógrafa freelance, colaboraba con distintos medios (la revista Equis, El Caballo Rojo). Es trabajando para Manuela, revista de la ONG Manuela Ramos, donde nuevamente presenta un trabajo de avanzada. Para Mayu Mohanna, curadora y editora fotográfica, “Beatriz Suárez fue pionera en el uso de la fotografía como herramienta para visibilizar diversas problemáticas sociales que asolaban al género femenino, con las que ella se identificaba. Historias de acoso, violencia doméstica y aborto fueron plasmadas en fotonovelas cuyos guiones escribía y realizaba Beatriz”.
“Las fotonovelas las hacíamos en equipo; me proponían el tema y yo desarrollaba toda la secuencia. Estudié un año con Armando Robles Godoy, por eso el lenguaje cinematográfico no representó dificultad”, agrega la fotógrafa. La simpatía por el movimiento feminista no quedó en las fotonovelas. Beatriz formó parte del Grupo Autónomo de Mujeres y cubrió activamente protestas, marchas y denuncias, al lado de las luchas por la igualdad de derechos y oportunidades.
“Cuando mis hijos crecieron, un día en los años 90 colgué la cámara y me fui a San Marcos a estudiar Historia. Necesitaba explicaciones, conocía la realidad de la calle pero me faltaba la teoría. Los estudios enriquecieron mi forma de ver el mundo”. Los recuerdos resurgen como las imágenes en la bandeja del laboratorio, con un poco de magia y otro poco de química. La aguerrida protagonista de esta historia, a pesar de que la salud decae a veces, aún se da tiempo para seguir haciendo lo que le gusta. Ahora filma un nuevo capítulo de su vida, con ella en primer plano. //
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