[VIDEO] Amy Pence-Brown, te enseña que tu cuerpo es valioso
[VIDEO] Amy Pence-Brown, te enseña que tu cuerpo es valioso

Todos hablan de lo que hizo Amy Pence-Brown. Ella, una madre de Boise, Idaho (Estados Unidos) decidió quitarse la ropa, pararse en la mitad del bulevar de un mercado concurrido, taparse los ojos y dejar que vieran sus imperfecciones. ¿Con qué fin? Demostrar que todos los cuerpos son valiosos.

Durante el performace, Amy Pence-Brown colocó a sus pies una pizarra con el siguiente mensaje: “Estoy de pie para cualquier persona que haya luchado con un problema de autoestima como yo. Porque todos los cuerpos son valiosos. Para el apoyo de la autoaceptación, dibuja un corazón en mi cuerpo”.

Amy Pence-Brown confesó que tenía miedo de que la gente le gritara cosas, que la policía la sacara o que simplemente la gente no le dejara corazones en su cuerpo. Pero lo que ocurrió fue todo lo contrario. Las sonrisas y las expresiones de cariño por el acto de valentía de esta mujer que sufría por sus complejos la hicieron salir robustecida de esta experiencia.

En su Amy Pence-Brown  cuenta que hace dos años comenzó un grupo privado en Facebook llamado "Boise Rad Fat Collective" que nada tiene que ver, según ella explica, con esa imagen de mujeres grandes que no tienen sexo y que sólo se quejan de sus ropas feas mientras comen y comen. De ese grupo de amigas surgió la idea de realizar esta experiencia, como una reacción en contra de lo que los medios quieren establecer como el cuerpo perfecto.

En su bitácora personal, Amy Pence-Brown cuenta los detalles de su experiencia ey afirma que lo más importante que le dejó no lo podemos ver en el video, pues son precisamante aquellas historias de lucha que conoció de quienes se le acercaron y dejaron huella en su cuerpo. Algunas personas, incluso, lloraron y la animaron a continuar con su campaña.

 “Apenas tuve tiempo de vendar mis ojos, cuando la primera mujer corrió hasta mí, me tocó la mano, me dijo que era valiente y  me preguntó si podía darme un abrazo y comenzó a llorar. Y entonces lloré, también. Pero me di cuenta de que no acaba de dibujar un corazón en mi cuerpo. Ella escribió una palabra. De hecho, a finales de mis cincuenta minutos de apoyo público continuo, había docenas de palabras que cubrían mi cuerpo, e incluso más corazones”.

 

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