En la playa Makaha (Miraflores) el trazado de la obra se encuentra muy cerca de la zona acuática y del espacio utilizado por los deportistas. En Waikiki, Redondo y Los Delfines sucede algo parecido. (Miguel Bellido / El Comercio)
En la playa Makaha (Miraflores) el trazado de la obra se encuentra muy cerca de la zona acuática y del espacio utilizado por los deportistas. En Waikiki, Redondo y Los Delfines sucede algo parecido. (Miguel Bellido / El Comercio)
Angus Laurie

Hay algunas obras en la actual gestión metropolitana que están generando el rechazo del público, como es el caso del ensanchamiento de las calzadas en la avenida Benavides, que mencioné la semana pasada. En este caso, la obra está cuestionada desde su concepción.

Los vecinos no quieren que haya una reducción de áreas verdes y tampoco quieren que aumente el tráfico. El principal problema es de fondo, es distinto al caso de los dos nuevos puentes en la Vía Expresa o al nuevo malecón a lo largo de un sector de la Costa Verde, donde el problema es más de forma.

En el caso de los nuevos puentes en el zanjón, este genera una barrera física en la ciudad que rompe la conectividad de las calles. En su idea más básica, los puentes representan una continuación de las calles, y una nueva articulación de Miraflores con Surquillo. Como idea, la obra tiene el potencial de articular dos barrios distintos y mejorar la accesibilidad peatonal.

Sin embargo, los puentes han recibido críticas muy válidas. El arquitecto Enrique Bonilla, decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Lima, criticó los arcos amarillos, pues según él son una solución muy cara para construir, muy cara para mantener y muy “sofisticada para resolver algo simple.”

El Colegio de Arquitectos del Perú (CAP) también ha criticado la obra, por el hecho de que el color de los arcos no concuerda con la “estética de la Vía Expresa”. Por un lado, si hay un lugar en Lima que es tan horrible estéticamente y que no puede ser salvado, es el zanjón. Más allá de la ilusión absurda de que la Vía Expresa tiene algún valor estético como un elemento urbano, el CAP tiene toda la razón en cuestionar la decisión de utilizar pintura amarilla para los arcos, algo que solamente puede ser entendido como una autopromoción del partido Solidaridad Nacional.

Otro proyecto que ha sido criticado es el nuevo malecón en la Costa Verde. Como en el caso de los puentes, la idea de tener un malecón que une la costa está bien. La Costa Verde tiene que ser entendida como un espacio público lineal y esto requiere ser articulado por caminos que van a lo largo de la playa. El problema, como han resaltado varios grupos, es que las obras están muy cerca de las playas. Colectivos como Costa Verde de Todos han identificado la presencia de desmonte en las playas debido a la obra. Otros grupos han resaltado que las obras resultarían en la reducción del área de las playas en algunos casos y que podrían afectar procesos naturales, generando la erosión de las mismas.

Si bien no son malas ideas, el problema de estos dos proyectos es que están mal pensados. Al ser tan emblemáticos como unos nuevos puentes o un nuevo malecón para la ciudad, es necesario tener un proyecto más transparente, con la participación de los vecinos y que, al final, contemple un concurso público de arquitectura.

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