Amor de vinilo
Sebastián Pimentel

Pocos como el escritor británico Nick Hornby han sabido retratar los afectos en crisis que rondan a los jóvenes que se resisten a ser adultos responsables –o a aquellos a los que les cuesta dejar de ser jóvenes inmaduros, que es lo mismo–. Aún recuerdo cuando leí, entre carcajadas y mucha melancolía, esa novela llena de humor y desesperación llamada "Alta fidelidad" (1995), tratado generacional que hacía de la angustia adolescente un modo de ser permanente para los hombres de fin del siglo XX e inicios del XXI.

El cine no sería indiferente ante esta confesión de parte y también divertido ‘best seller’. El Rob Fleming de la novela de Hornby fue encarnado por John Cusack en una de las mejores películas del director Stephen Frears ("Alta fi delidad", del 2000). Pues bien, ahora llega a las pantallas la adaptación de "Juliet, Naked", otra novela de Hornby. El título en español asignado al filme, algo inadecuado, es "Amor de vinilo", y gira en torno a un misterioso rockero desaparecido llamado Tucker Crowe (Ethan Hawke).

"Juliet" es el nombre del único álbum publicado por Crowe. Eso lo sabemos por Duncan (Chris O’Dowd), el profesor universitario que dicta clases especializadas sobre la serie de culto "The Wire". Como Rimbaud, resulta que Crowe decidió desaparecer del ámbito público después de su primera y única creación. Y mientras Duncan ha empapelado su estudio con fotos del misterioso músico, Annie (Rose Byrne), la pareja de Duncan, acepta su papel secundario en la vida del catedrático, frente a la preeminencia de Crowe.

El tono que ha elegido Jesse Peretz, el director del filme, está muy cerca de la parodia: Duncan exhibe una pedantería delirante que rodea a la mayoría de los obsesos de un músico de culto. Pero ese sabor sarcástico es engañoso. Como en las comedias de enredos, se activa el principio del azar paradójico, que aquí lleva a un registro más dramático: por un comentario con el que Annie demuele –para molestar a Duncan– una grabación perdida de Crowe, el mítico rockero decide escribirle a Annie, felicitándola por su reseña.

Es entonces cuando el filme transita con virtuosismo por una rica gama de tonos emocionales. Del humor burlón va hacia uno más tierno y compasivo, que incluso se confunde con auténticos momentos de gravedad y pesadumbre, bien encarnados por Byrne y Hawke. Este último es un actor que viene dando muestras de un talento extraordinario, escogiendo personajes acobardados, zarandeados por cierto patetismo. Un registro que vimos en "Antes del anochecer" (2013), y que esta vez recrea con otras variantes.

Resulta que Crowe es, ahora, un padre poco glamoroso y atormentado. Le ha fallado a sus numerosos hijos, repartidos entre diferentes mujeres que ahora no le guardan respeto. En ese contexto, Annie y él empiezan una extraña relación sentimental que va de la amistad a la posibilidad romántica. El artista mítico es hoy un hombre ridículo pero dispuesto a hacer de todo para responder bien a la crianza de su último hijo. Frente a ello, Annie evalúa su vida con melancolía y no poco escepticismo.

Rose Byrne, con sus gestos atemorizados, sus risas quebradas y su mirada absorta ante una vida que no puede asumir con convicción, recuerda a la Marie Rivière de "El rayo verde" (1985). Y aunque "Amor de vinilo" está muy lejos de la obra maestra de Eric Rohmer, no deja de tener esa ambigua mezcla de agridulce ligereza y secreta profundidad. En el mundo de Hornby, las listas de canciones pop deben parar ante la urgencia de la propia existencia, ante un destino que hay que recuperar. Algo de esa esperanza, envuelta en no poca tristeza, se transmite en este discreto y sensible filme de Jesse Peretz.

​LA FICHA

Título original: "Juliet, Naked".
Género: comedia, drama, romance.
País y año: Reino Unido y EE.UU., 2018.
Director: Jesse Peretz.
Actores: Chris O'Dowd, Rose Byrne, Ethan Hawke.
Calificación: 3 de 5.

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