Margarito Machacuay fue una persona que, a pesar de sus 2.26 metros de altura, no miró por encima del hombro al resto. Al contrario. Desde su primera aparición en la pantalla chica, en el programa “Trampolín a la fama” conducido por Augusto Ferrando, el carisma que proyectó fue suficiente para dejar una huella indeleble en la mente de los peruanos. En definitiva, una incursión por todo lo alto.
►Margarito Machacuay, considerado el hombre más alto del Perú, murió a los 56 años
►Margarito Machacuay fue operado con éxito en hospital de EsSalud de una fractura en el fémur derecho
Su carrera avanzó a trancos y se convirtió en uno de los rostros más solicitados de la televisión nacional. Durante un año trabajó al lado del cómico Jorge Benavides. Pero tras una serie de desacuerdos con el equipo de producción, abandonó el show. Más adelante, también colaboró con Carlos Vílchez en diversos segmentos humorísticos. En paralelo, su inusual tamaño y su experiencia frente a cámaras hicieron que reciba más de un contrato desde el extranjero. Muchos de ellos eran de circos que lo querían para sus espectáculos.
No obstante, en los 2000, se alejó por completo de los reflectores debido a una complicación de salud que tuvo su hijo. En aquel momento, Margarito prometió que se entregaría por completo a su fe en Dios si su pequeño se recuperaba. Finalmente, así sucedió y el gigante peruano cumplió con lo dicho. En los últimos años, se desempeñó como funcionario público en el Área de Atención a los Discapacitados de la Municipalidad Provincial de Utcubamba.
La madrugada del martes, a los 56 años, el hombre reconocido como el más alto del Perú falleció a causa de una trombosis pulmonar en el hospital Guillermo Almenara. Tras conocerse la noticia, miles de compatriotas expresaron su pesar y, una vez más, manifestaron su cariño por el buen Margarito. A manera de homenaje, vale preguntarse qué más hay detrás de este personaje y lo que representa para nosotros.
MITOS Y LEYENDAS
La fascinación que despiertan los gigantes tiene su origen decenas de siglos atrás. Desde el enorme filisteo Goliat hasta el escandinavo protector de la sabiduría Mímir, los relatos sobre ellos se extienden por todo el mundo y en diferentes épocas. Aunque en la mayoría la existencia de esa raza era incompatible con la de los hombres, poco a poco el discurso comenzó a cambiar.
Según explica Gabriel Calderón, especialista en cultura popular, de esta etapa mítica sobre seres de tamaño descomunal pasamos a las personas con una estatura superior al promedio. “A partir de la segunda mitad del siglo XIX aparecen los museos y circos de curiosidades. Hombres muy pequeños, mujeres barbudas y, claro, también los individuos de gran talla eran presentados como fenómenos. Con esto te das cuenta de que, ya sean figuras legendarias o de ferias, son personajes que han causado admiración por su rareza y siempre han sido recurrentes en la historia”, afirma.
Al igual que en la mitología griega o en la tradición judeo-cristiana, las leyendas andinas recuperadas durante la etapa colonial son prueba de que los colosos también cobraron protagonismo en la narrativa de esta región. “Guamán Poma contempla una etapa de gigantes exterminados que dan paso a los runas. Hay historias de Pachacútec o Huiracocha quienes los enfrentan y acaban con ellos por ser ingobernables", añade Calderón.
ENTRE LO BUENO Y LO MALO
La cultura popular dio paso a una caracterización de los gigantes de manera mucho menos negativa que las leyendas del mundo antiguo. En el campo artístico encontramos innumerables ejemplos de cómo siguen cautivando al público contemporáneo, independientemente del carácter del personaje. Hay historias en las que se destaca la naturaleza bondadosa y noble de criaturas que le doblan el tamaño a un humano, mientras que también las hay sobre siniestros y soberbios titanes.
No obstante, Calderón apunta que, al margen de la tradición de narrativa con la que esté familiarizada la audiencia, la admiración que despierta una persona de grandes proporciones está relacionada a otros factores culturales. “La altura ha sido un elemento deseado dentro del ideal del porte físico clásico. Está asociado con conceptos de dominio y poder. Y también es evidente que tiene ventajas competitivas en algunas actividades como los deportes. La talla tiene un aprecio positivo dentro del biotipo esperado por el canon occidental”, señala.
Por ello, no sorprende ver entre las preferencias de la gente a personajes de ficción como Hagrid en “Harry Potter” o el protagonista de “El buen amigo gigante” -adaptación de un cuento de Roald Dahl-. “Hay dos posibilidades de representarlos, todo depende de lo que quieras proyectar. Se convierte en una suerte de espejo. Pero lo cierto es que siempre va a llamar la atención lo excepcional", remarca.
CARGA SIMBÓLICA EN EL PERÚ
En un país como el nuestro, no es complicado hallar figuras de gran tamaño en la tradición oral andina. Así, individuos reales que lograron notoriedad por su imponente presencia los podemos encontrar en la etapa colonial.
Sandro Patrucco, historiador y docente de la PUCP, recuerda el caso de Basilio Huaylas, quien causó furor en el virreinato luego de su primera aparición en la Plaza de Acho. “Fue presentado a la sociedad limeña como un portento, como algo inusitado. El diario El Mercurio era traducido para Europa y es icónica una de sus ediciones en la que se ve una ilustración de este gigante. Se podría hacer una comparación con la fotografía ’El gigante de Paruro’ de Chambi ya que ambos se contrastan con los personajes de festividades porque estos sí eran reales”, cuenta.
Sobre el retrato mencionado hecho por Martín Chambi en 1929, Gabriel Calderón agrega que es importante analizarlo desde una óptica social para establecer un vínculo entre esta obra y la gran aceptación que tiene Margarito. “La persona fotografiada por Chambi, bajo el lente indigenista, lo plantea como una raza atávica, fuerte. Es un símbolo del gigante andino que puede despertar. En el caso de Margarito, dentro de la cultura popular puede que también exista cierto sentido reivindicatorio. El peruano se siente pequeño en comparación con los grandes europeos. Ver a un compatriota de esa dimensión podría reivindicar el narcicismo por su biotipo”, detalla Calderón.
Por otro lado, Patrucco mantiene su distancia de esta idea y ubica al 'Gigante de Bagua’ como un suceso aislado, ya que luego de la Reforma Agraria se había legitimado, en cierta medida, un discurso a favor de los pueblos indígenas. “Fue un personaje particular pero no sentí ningún tipo de reivindicación con él. Se repitió alrededor suyo el elemento festivo. Fue parte de los programas cómicos que por aquel entonces eran referentes de la cultura popular. Su nombre incluso fue utilizado por una marca de cerveza”, puntualiza.
No obstante, ambos especialistas coinciden en que el alcance que tuvo -y tiene- la imagen de Machacuay se potenció gracias a las herramientas del márketing y a la cobertura que a lo largo de su vida le dieron los medios de comunicación. Aunque es inevitable separar de esa ecuación el buen ánimo que siempre supo transmitir el inigualable Margarito, a quien los peruanos no olvidaremos.
TE PUEDE INTERESAR
- De “Perdóname” a “La tortura": ¿por qué han cambiado tanto las letras de las baladas románticas?
- Pablo Alborán: “Perú es una inyección de nuevas sensaciones y cada vez que voy retomo energías”
- “Los Rodríguez y el más allá”...del entretenimiento
- ¿Por qué nos gustan tanto las películas románticas?, el elenco de “Locos de amor 3” nos da la respuesta