Vladimir Putin, presidente de Rusia. (Foto: AFP/Mladen Antonov)
Vladimir Putin, presidente de Rusia. (Foto: AFP/Mladen Antonov)
Agencia AFP

Una exclusión de de los próximos Juegos Olímpicos de invierno debido al escándalo del dopaje alejaría a de su sueño de volver a imponer a su país como potencia deportiva, pero al mismo tiempo le daría un arma retórica contra los occidentales.


El Comité Olímpico Internacional (COI) se reúne el martes para decidir sobre la participación o no de los deportistas rusos en esos Juegos que se llevarán a cabo en febrero en la ciudad surcoreana de Pyeongchang.

Un rechazo supondría un humillante revés para Rusia, que invirtió miles de millones de dólares para organizar en 2014 los Juegos Olímpicos más caros de la historia en Sochi. El país anfitrión terminó incluso en lo más alto del medallero, antes de que los casos de dopaje alteraran los resultados.

Semejante "humillación", como se refirió Vladimir Putin a una eventual exclusión, llegaría cuando Rusia se prepara para albergar la competición deportiva más seguida del planeta: el Mundial de fútbol, cuyo sorteo se celebró el viernes en el Kremlin.

"El deporte es un maná inmenso en términos de mediatización y de política, y Sochi fue esencial para la imagen del país", recuerda Serguei Medvedev, profesor en la Escuela Superior de Economía de Moscú, quien considera que Rusia pudo organizar un sistema de dopaje para asegurarse la victoria en Sochi.

"Luego se produjo el escándalo más sonoro de la historia del movimiento olímpico", añade. "Es un golpe muy duro para el deporte ruso".

Desde la publicación en 2016 del informe McLaren, encargado por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) y que revela un dopaje institucionalizado en Rusia, este país ha perdido una tercera parte de sus medallas -11 de 33- y cuatro títulos.

Moscú siempre ha negado la dimensión institucional del sistema revelado por la investigación McLaren. Sus servicios de investigación acusan al ex director del laboratorio antidopaje de Moscú, Grigori Rodchenkov -en el origen de las primeras revelaciones sobre el sistema y blanco de una orden de captura rusa- de haber dopado a los atletas, sin que estos lo supieran.


'Guerra con todo el mundo'

Pero algunos observadores opinan que, pese al golpe que supondría a nivel deportivo, una ausencia rusa de Pyeongchang alentaría en el Kremlin la retórica antioccidental.

El viernes el viceprimer ministro ruso Vitali Mutko dijo que las acusaciones de dopaje contra Rusia tienen como objetivo meter al país en un "eje del mal" y convertirlo en "una especie de monstruo".

En noviembre, Putin declaró que las acusaciones de dopaje fueron orquestadas por Estados Unidos para perjudicar al buen desarrollo de la elección presidencial de marzo de 2018 en Rusia.

Para Medvedev, "lo que ocurre es una nueva prueba para el Kremlin de que Rusia está en guerra con todo el mundo".

Pero una exclusión de los atletas rusos podría, según analistas, beneficiar a la popularidad del presidente Putin, como ya ocurrió tras las sanciones contra Rusia a raíz de la anexión de Crimea en marzo de 2014.

Varias cadenas de televisión públicas rusas advirtieron que no retransmitirían los Juegos de Pyeongchang si los deportistas rusos eran excluidos de la competición.

"¿Por qué necesitamos los Juegos Olímpicos? ¿Han sido acaso un factor de unión en los últimos tiempos? ¿Promueven la paz en el mundo?", se interrogó el cronista del diario Sovietski Sport, Dmitri Ponomarenko.

"El deporte profesional está ahora, a mi entender, estrechamente vinculado con los juegos políticos, los fraudes, las maledicencias, las mentiras y otras suciedades", agregó.

Los rusos prefieren concentrarse en el Mundial de fútbol, que se celebrará en su país del 14 de junio al 15 de julio de 2018 y que quizás les permita reverdecer laureles deportivos.

"Nuestro país espera con impaciencia el campeonato", declaró Putin el viernes durante la ceremonia del sorteo, donde prometió una "grandiosa fiesta" deportiva.

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